- Al igual que la segunda oportunidad que brindó Maixabel Lasa a los asesinos de su marido, la posibilidad de interpretar al miembro de ETA Luis Carrasco ha sido una nueva vida para un actor, y también profesor de ikastola, que hasta ahora era un rostro desconocido en la industria. Así lo siente él mismo, que conversa con este periódico feliz y con mucha ilusión desde Valencia horas antes de poder ganar su primer Goya.

¿Qué sensaciones tiene a poco de empezar la gala?

-Son sensaciones de que quiero que llegue ya. Uno está ya cansado de esperar. Estamos esperando por todo, para que te digan acción o para cualquier cosa, pero con muchas ganas. Mi mujer y yo hemos venido un día antes para difrutar de Valencia y ya mañana -por hoy- viene el resto del equipo y disfrutaremos todos juntos de las catorce nominaciones.

Catorce nominaciones, pero parece que la más clara de salir vencedora es la suya.

-Eso es lo que se está diciendo, pero no vamos a vender la piel del oso antes de cazarlo (risas). Quiero tener eso claro porque luego la desilusión es muy grande. Ya es un premio estar nominado y no quiero pensar más allá. Si gano, estupendo y ojalá pase, pero también valoro el trabajo de mis compañeros nominados, que hacen un papelón en su película.

'Maixabel' habla de segundas oportunidades, algo que parece que le ha pasado a usted con esta nominación.

-Sí. Para mí esta es una oportunidad muy grande. He pasado de ser un gran desconocido a tener un despegue enorme dentro de mi carrera. Ahora mismo tengo sobre la mesa bastantes opciones de trabajo muy interesantes en las que no hace falta mirar el interés económico sino el artístico. Ya solo tengo que mirar el reto personal que va a suponer para mí y no si tengo que cogerlo para llegar a final de mes. Por suerte, tengo además mi escuela en Bilbao y puedo mirar más allá en cualquier papel.

¿Va poder compaginar la labor de profesor de ikastola con la de actor?

-Voy a tener que dejarlo algo de lado, porque se está llenando la mesa de proyectos. Lo que no quiero apartar es la escuela de interpretación que tengo con mi mujer porque, egoístamente, es mi entrenamiento. Trabajar con los chavales día a día es ver en el otro el desajuste con el personaje. Son mis entrenadores, así que espero no tener tanto trabajo como para no dar unas clases aunque sea, como dice mi mujer, de masterclasses (risas).

¿Qué pensó la primera vez que oyó la posibilidad de interpretar a un exetarra real en una película de Icíar Bollaín?

-Es una directora que siempre me ha fascinado y he seguido su carrera de cerca, así que sabía que cualquier cosa que hiciera iba a estar en el punto de mira. También sabía que, por guion, mi personaje iba a tener trascendencia. Es la conciencia del personaje de Luis Tosar, así que iba a pesar dentro de ella. Lo que no sabes es si luego eso se va a mantener en el montaje final. Cuando vi que habían respetado todo lo que venía en el guion, pensé que podría tener mucha repercusión. Todos los que hemos estado en esta película hemos hecho un trabajo muy real y hemos buscado el lado humano de cada uno de los personajes, que no dejan de ser personas reales que hemos conocido en carne y hueso.

Más allá del respeto por los personajes y la historia, imagino que la oportunidad actoral de dar vida a un miembro de ETA en dos momentos de su vida muy diferentes era muy golosa.

-Era un reto y, además, un aprendizaje, porque como vasco sabes lo que ha sido ETA y lo que ha supuesto para muchas personas. Ver el otro lado, el etarra arrepentido, y conocer al propio Luis Carrasco me sorpendió. Conocí a una persona real, que estaba arrepentida y que estaba hecha mierda por haber cometido unos asesinatos. Sentí que yo era el vehículo para contar su historia. Una historia que no puede contar a los cuatro vientos porque está entre dos aguas. La izquierda abertzale no le quiere y la derecha menos, así que está en una isla desierta. Para mí, como actor, ha sido además, aunque esté feo decirlo, un caramelo. Es un personaje muy interesante para trabajar.

Un personaje lleno de grises.

-Exacto. Tiene todos los extremos y todos los grises. Cuenta con una curva de evolución que es maravillosa para un actor. Luego, por otro lado, piensas que ojalá no hubiera pasado, pero es una oportunidad única como actor.

¿Ha hablado estos días con Luis Carrasco y le ha deseado suerte?

-No. Es una persona algo hermética y, después de lo generoso que fue conmigo, solo hemos estado hablando por WhatsApp. Cuando se estrenó la película le volví a dar las gracias por todo lo que había hecho por mí.

Es el único del trío de actores protagonistas que es vasco. ¿Cómo fue vivir eso en un rodaje tan emocionante por lo que contaba?

-Maixabel Lasa es la representación vasca evolucionada del conflicto. Los vascos, superficialmente hablando, nos diferenciamos porque eres de un bando o del otro y ella es justo lo contrario. Es una persona que ha sido capaz de escuchar a los asesinos de su marido y dar una segunda oportunidad a esas personas que considera que no son las mismas. La he conocido personalmente y es así, no es ningún postureo ni ninguna mentira. Es una mujer con ganas de vivir y quitarse el odio de encima. Ella misma lo dice, quiso evolucionar hacia el amor y es algo que se ve en la película.

Eso es algo que además ha traspasado las pantallas y se ha visto en más de una proyección, ¿no?

-En mi caso, siendo un actor desconocido, lo primero que podía pensar al ver la película era qué bien estoy o qué mal estoy y no. Lo que a mí me impactó fue la propia película, y por eso llamé a Icíar nada más terminar para decirle que había hecho una película muy necesaria. Como vasco, veo que desempolva los tabúes y debates que tenemos tapados y que llega hasta las propias familias. Podemos ser del mismo equipo de fútbol y pasárnoslo muy bien pero de política no hablemos que nos pegamos de leches. Creo que con el paso de los años estos temas se han ido superando y que con la imagen de Maixabel podemos superar este tema y otros como la memoria histórica.

"Cuando ví que habían respetado lo que salía en el guion, pensé que podría tener mucha repercusión. Hemos hecho un trabajo muy real"

"Al conocer a Luis Carrasco vi a una persona arrepentida y hecha una mierda. Sentí que yo era el vehículo para contar su historia"