donostia - La improvisación, los arreglos y la maestría del guitarrista Roland Dyens se apagaron el sábado en París. Por causas que no han trascendido, el genio de la guitarra clásica falleció a los 61 años y 10 días, ya que había celebrado su cumpleaños el pasado 19 de octubre. Prodigio como intérprete, deja tras de sí un sinfín de obras originales y otros tantos arreglos para guitarra clásica de obras populares como Felicidade, Alfonsina y el Mar, e incluso Agur, jaunak, que interpretó en su último paso por Gipuzkoa, hace ya nueve años.

Con quince discos grabados en su haber, Dyens deja más de medio centenar de obras para guitarra, orquesta y cuartetos, entre las que destacan Tango en Skaï, los hommages a Franck Zappa, Heitor Villa-Lobos y Leo Brouwer, así como arreglos para melodías tan conocidas como El choclo orquestado por Ángel Villoldo, All of me de Ruth Etting y A Night in Tunisia, de Dizzie Gillespie.

Artista que no asumió la división entre la música más académica y un jazz más popular, Dyens se movió entre ambos como pez en el agua tanto a la hora de actuar como solista como a la hora de componer.

Prueba de ello fue su paso por el V Festival Internacional de Hondarribia, que él mismo clausuró en el Parador de la ciudad. En un concierto que se aproximó a las dos horas ante una audiencia reducida pese a las colas, arrancó como lo solía hacer siempre: una obra fruto de la improvisación inspirada en lo que le decía el lugar.

Tres obras suyas, incluido el Homenaje a Sol # (“mi nota preferida”, confesó entre risas), dejaron paso a melodías conocidas por el gran público antes de echar mano ya en la segunda parte de clásicos de la guitarra como Fernando Sor, más obras propias como Triaela y leyendas del jazz como Gillespie. Todo enfocado hacia un final que llegó de la mano de una versión sorprendente.

“La noche anterior me pidió algo de aquí”, explicó entonces el director del festival, Carles Pons, que se le facilitó una simple partitura la mañana del concierto: “La ha estado mirando y la ha interpretado, tal cual”. Fue como cerró Dyens su último concierto en Euskal Herria. Con un guiño entre preparado e improvisado, dyensiano, de Agur, jaunak. - J. Arretxe