donostia - Echando la vista atrás, ¿qué queda del Oskar que iba a la cafetería de la universidad con Alejandro Amenábar?
-Creo que nada. La verdad es que todos hemos cambiado mucho. Es una etapa más de mi vida, y no es que la considere perdida, pero me habría gustado estudiar algo que realmente me hubiese formado como director. No fue así, pero al menos conocí a mucha gente que todavía son mis amigos y que me han ayudado a llegar a donde he llegado. Ellos me han hecho crecer, pero aquella facultad, desde el punto de vista pedagógico, a mí no me aportó nada.
¿Es cierto que la infancia no fue su mejor etapa?
-Aquello se entendió mal. Lo que quise decir es que no soy una persona que mire hacia atrás. Es verdad que esta película tiene muchos puntos de nostalgia, pero porque sé mirar al Oskar de 12 años y recordar lo que me gustaba. Eso lo llevo bien a la película, y es lo que me conduce a conectar bien con los chavales. Pero en esta película también defendí el sentido de actualidad, por ejemplo la tecnología tenía que ser importante. Hoy en día una película de niños sin que aparezcan con móviles es imposible, del paleolítico. En cuanto a mi infancia, fue una etapa muy bonita, pero no me gusta vivir con el síndrome de Peter Pan. Es como mi época de la facultad; fue una etapa más, y creo que es un error mirar hacia atrás constantemente. Quizás por eso no tengo Facebook ni muchas fotos de mi pasado, porque creo que lo mejor está por llegar. Todo este movimiento de la nostalgia ochentera bien entendido está bien, pero hay que mirar al futuro.
Los personajes de esta entrega están inspirados en los de las novelas de toda la vida.
-Sí, se me ocurrió que la villana fuera una especie de reproducción del personaje de Peter Pan. En realidad en el cuento él es el malo de la historia, lo que pasa que ahora está muy pasado por el tamiz de Disney. Cuando lees con profundidad el cuento te das cuenta de que él es el villano que ha engañado a todos los demás, que va contra natura, miente, engaña, elude responsabilidades... Ese es el síndrome de Peter Pan, y era perfecto para nuestra villana. Se nos ocurrió que sería maravilloso que también hubiera un Capitán Nemo, un Jekyll y Hide o un Sherlock Holmes... Y fue la idea perfecta para viajar por todas las novelas de aventuras clásicas.- A.G.