A nadie se le escapa que en los últimos tiempos el verbo “poder” está de moda. Algunos creerán que todo comenzó con el Yes, We Can de Obama o el Podemos de ese tipo con coleta recién convertido en héroe y villano de la política estatal. Pero en 2003, antes incluso de que el primer presidente negro de la Historia sentara sus posaderas en el Despacho Oval, un grupo de jóvenes donostiarras empezó a conjugar el dichoso verbo. Creían que podían impulsar un modelo de fiestas diferentes, populares y participativas, diseñadas desde la ciudadanía y para la ciudadanía. Creyeron y pudieron, pese a que al principio levantaron algunas suspicacias, y doce años después, Donostiako Piratak se han ganado por derecho propio un importante espacio en la Aste Nagusia, en la que organizan decenas de actos como el que ha pasado a ser el más divertido e integrador del programa: el abordaje.

Y ayer, a modo de aperitivo de Semana Grande, consiguieron lo que, sin duda, figurará como un hito en la historia de la ciudad y de los piratas, que pudieron traer a Donostia a Manu Chao para que varios miles de personas disfrutasen de su música mestiza, gratis et amore. Edozer dugu posible, rezaba el lema de la jornada, que podía leerse en pancartas, camisetas y en las letras gigantes colocadas en lo alto del escenario de la Zurriola.

Manu Chao saltó a la arena puntual, hacia las 22.30 horas, al grito de “¡Que pasa por la calle!”, la mítica consigna de su grupo Mano Negra que aquí debió convertir en “¡Que pasa por la playa!”. A Donostia vino en formato reducido, con La Ventura, grupo integrado por Gambeat (bajo), Madjid (guitarra) y Philippe Teboul (batería). Ello hizo que el concierto fuera más rockero y menos ecléctico de lo que acostumbra un músico que utiliza la mezcla de estilos como principal gancho.

sin descanso Ataviado con gorra, con la camisa desabotonada y sin dejar de rasgar su guitarra española, Chao comenzó a disparar temas sin descanso, comenzando por los de su carrera en solitario, entre otros Por el suelo, Día luna? día pena, La primavera, Me gustas tú o Clandestino, antes de la cual se leyó un mensaje a favor de Palestina y animando al boicot contra Israel.

Iluminando la arena con sus móviles y sin dejar de corear las letras reivindicativas del músico, el público abarrotaba la playa y la marea de espectadores a punto estuvo de subir hasta Sagües, sin nada que envidiar a los grandes llenazos del Jazzaldia. En los últimos días, muchos recordaban las visitas de Mano Negra y Radio Bemba a Donostia: la de principios de los 90 en la plaza de la Trinidad, donde no cabía un alfiler; la de Illunbe en la que Manu Chao terminó lesionado? Los nostálgicos fueron tal vez quienes más disfrutaron de los éxitos del artista, que desempolvó clásicos como King of the Bongo, Machine gun, King Kong Five y, por supuesto, después de varios bises, el himno de himnos, Mala vida, que desató la locura en todo el arenal.

Con 53 años recién cumplidos el pasado 21 de junio y una envidiable forma física, Manu Chao corrió por el escenario, dio un recital de saltos e invitó a salir a un MC portugués a cantar Revolución con ellos. Antes de que la rotativa engullera esta edición, estaba previsto que se les uniera también Fermin Muguruza, socio y amigo de Manu Chao, a quien conoce desde los años 80 y los tiempos de Kortatu y Negu Gorriak. No en vano, el irundarra ha sido uno de los facilitadores de un concierto por el que Chao no ha cobrado un euro.

Entre tema y tema, no paró de dar las gracias (Eskerrik asko, piratak, eskerrik asko, Donostia) y repitió varias veces la frase “Pase lo que pase, sea lo que sea, próxima estacion: Esperanza”.

Pero la fiesta musical había comenzado mucho antes, hacia las 19.30 horas. Ante un cielo amenazante y rachas de viento que parecían presagiar lo peor, Selektah Stepi (Bad Sound System) comenzó a calentar un ambiente nada veraniego en lo que a condiciones atmosféricas se refiere. Con el mercurio rondando los 15 grados, el público de las primeras filas se agitaba al son del reggae, el dancehall, el dub y el ragga que manaba de los platos de los irundarras y que ayudó a más de uno a imaginar que otro julio es posible. En la arena, cientos de personas iban tomando posiciones para lo que vendría después.

tania de sousa Al grito de “Egurra!” salió a escena Tania de Sousa, que lucía un vestido ultracorto e hiperblanco en la puesta de largo de su proyecto en solitario. Lejos del agresivo punk rock que practicaba Zuloak, el trío de riot girls impulsado por Fermin Muguruza, ahora De Sousa se hace acompañar de un efectivo trío de guitarra, bajo y batería para optar por un rock de corte más clásico y amplio en su concepto. En él caben ritmos acelerados, medios tiempos e incluso alguna balada escorada al pop y al folk. Pero una cosa no ha cambiado: la imponente voz y el carisma de una cantante con indudables tablas escénicas.

Tras el intermedio irrumpió en el escenario un torrente llamado Skakeitan, grupo que no esconde la fórmula que practica ni en su nombre. No habían terminado el primer tema cuando ya habían puesto en danza a la concurrencia, que bailó feliz el dislocado y pachanguero ska del combo donostiarra. Su comandante, Pello Arméndariz, demostró ser un líder supervitaminado y mineralizado que no paró de brincar, animar al público y agitar distintas banderas, con especial recuerdo a Gaza y Palestina. Hicieron una versión de Mano Negra y una particular revisión del Gure hitzak de Mikel Laboa. Y hacia el final, el cantante aún tuvo fuerzas para lanzarse al público y navegar literalmente sobre los espectadores, a quienes repartió discos a bordo de una txalupa hinchable. Impresionante.

Y todo ello en una jornada que en ningún caso parecía organizada por un modesto colectivo amateur. A base de auzolan, mucho esfuerzo compartido y buenas ideas, Donostiako Piratak organizaron un festival que para sí querrían muchos profesionales: hubo buen sonido, bafles y pantallas repartidas por distintos puntos de la arena, muchas txosnas y urinarios, un gran despliegue sanitario e incluso un puesto con sillas, mesas y wifi para que la prensa pudiera enviar crónicas como la que acaban de leer. Zorionak!