El primero de los homenajes a Luis Mariano en esta señalada efemérides tuvo lugar en Arrangoitze, la localidad de Lapurdi donde descansan sus restos. Su tumba es un lugar de peregrinación de gentes de todo el mundo, y ayer, se le tributó una ofrenda floral y una misa, por la mañana. Además de las autoridades locales, también estuvo allí un grupo de irundarras y hondarribiarras, que viajaron en un autobús organizado por la Asociación Lírica Luis Mariano de Irun.

Su director musical, el tenor Ángel Pazos, destacaba que "ha sido un acto muy emotivo y con gente de muchos lugares, no sólo de este lado del Bidasoa y de Iparralde, sino de toda Francia y de países como Bélgica o Canadá, que han querido estar allí en este día. Es bonito ver que Luis Mariano tiene aún, 40 años después de su desaparición, el cariño de tanta gente, y que su espíritu sigue vivo".

Después de una comida, en Arrangoitze se celebró un concierto en el que se cantaron y recordaron buena parte de las melodías que hicieron popular al que, sin duda, es el más universal de los irundarras.

Flores y música

Homenaje en casa

Pero fue a última hora de la tarde, en los jardines que llevan su nombre y junto a la escultura que allí se inauguró en junio del año pasado, donde Luis Mariano recibió el recuerdo de la ciudad que le vio nacer y a la que siempre llevó en el corazón. Fue una sencilla ofrenda floral a cargo del alcalde de Irun, José Antonio Santano, y de Patxi Lacan, quien fuera chófer y secretario del cantante durante muchísimos años.

Seguidamente, el propio Ángel Pazos, acompañado al acordeón por José Luis Azcue (pianista habitual de Luis Mariano), interpretó el Lejos de mi tierra de Luis Emparan y a petición del numeroso público, que cantó a coro, el Lejos de mi tierraairetún lair

Al término del acto, Patxi Lacan se mostraba "emocionado por un día que ha sido muy especial y sobre todo por este homenaje de su ciudad y de sus gentes a Luis Mariano, que siempre hizo gala, con orgullo, de su origen irunés".

"Me ha encantado ver aquí a tanta gente recordándole pasados 40 años", concluyó Lacan.