Bilbao. James Cameron tiene razones fundadas para sentirse el rey del mundo. Avatar tiene en sus manos la posibilidad de convertirse en la película más taquillera de la historia -está a tan solo 300 millones de dólares de Titanic-. "Titanic era un avión. Avatar es un cohete", afirma Chris Aronson, vicepresidente de la distribución local de Fox. No le falta razón en su valoración sobre un fenómeno imparable que está batiendo récords. Pero había ciertas dudas respecto a su acogida en las grandes galas de entregas de premios.

La 67ª edición de los Globos de Oros, concedidos anualmente por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, otorgó el premio al mejor director y a la mejor película dramática a la última superproducción de James Cameron, que se afianza como uno de los máximos favoritos de cara a los Oscar, que se entregarán el 7 de marzo.

Los corresponsales extranjeros en Hollywood no suelen ir tan a contracorriente y suelen anticipar los resultados de los Oscar, y en general, tiene una visión conservadora y servil de la industria. Así, los Globos de Oro se mantienen en perfecta sintonía con la visión triunfalista de una superproducción que ya ha anunciado una trilogía en torno al planeta Pandora.

Up in the air, con seis nominaciones, era la mejor situada para triunfar en la gala, pero finalmente se llevó el galardón al mejor guión. Su autor, Jason Reitman, es una promesa afianzada en la industria gracias a títulos como Juno, su anterior filme, una fresca e inteligente comedia de una adolescente embarazada. Esta vez ha querido adentrarse en el oscuro mundo de Ryan, un hombre cuyo trabajo consiste en pronunciar la incómoda frase de "estás despedido". "Es lo opuesto a una historia de Frank Capra: empieza de manera amable y acaba de manera perversa. A Ryan se le desploma el ideario. Comienza a pesarle la maleta vacía", resalta.

Avatar impuso la ley de la taquilla en la categoría a la mejor película y derrotó a The Hurt Locker, una película de ficción rodada casi a modo de documental sobre un grupo de artificieros en la guerra de Irak, dirigida por Kathryn Bigelow, la ex esposa de Cameron, y se impuso a Malditos bastardos, de Quentin Tarantino, Precious, de Lee Daniels, y Up in the Air, de Jason Reitman.

Sorpresas Penélope Cruz se fue con las manos vacías de la gala. Ni su papel en el musical Nine ni Los abrazos rotos consiguieron esta vez alzarse con los premios a la mejor actriz secundaria y la mejor película extranjera, respectivamente. Pedro Almodóvar, ausente en la gala, perdió ante la indiscutible producción europea del año, La cinta blanca, de Michael Haneke. La polifacética Mo"Nique se impuso a Cruz gracias a su trabajo en la dramática Precious -que como La cinta blanca pasó por el Zinemaldia- y se consolidó como gran favorita para los Oscar. Sandra Bullock, una actriz que reconoció su limitado talento, fue una de las protagonistas de la noche junto a la premiadísima Meryl Streep, que levantó su séptimo Globo de Oro por su papel en Julie&Julia. Bullock se hizo con el de mejor actriz de drama por su papel de madre adoptiva de un joven afroamericano con gran talento para el deporte. Si alguien está sobrado de talento y genio, ése es Martin Scorsese, que recibió el premio honorífico Cecil B. De Mille, tras una presentación sentida y poco contenida de Leonardo di Caprio, que lo comparó con Picasso y Da Vinci.

En categoría masculina, Jeff Bridges recibió el Globo de Oro al mejor actor de drama por su papel en Crazy Heart, cuando todas las quinielas apuntaban a Morgan Freeman y George Clooney. Robert Downey Jr. tampoco era el favorito en el apartado de comedia por su Sherlock Holmes. Matt Damon tendrá que esperar a los Oscar. En el apartado de rarezas, Mike Tyson se subió al escenario para celebrar junto a sus compañeros el éxito de The Hangover, la historia de una disparatada despedida de soltero en Las Vegas. Los Globos hicieron justicia con Up, que se llevó dos galardones.