Tengo la sospecha de que los guionistas de Frasier (el remake) no han visto nunca Frasier (la original). Celebré como el que más la vuelta del psiquiatra radiofónico con una nueva temporada, ahora en Boston donde acude a vivir con su hijo, punto de partida de la serie original cuando le toca cuidar a su antagonista padre ya retirado en su casa de pijo. Pero toda la primera temporada fue un desastre que ni los cameos de los personajes de la serie original han sabido resolver.

Pero bueno, es Frasier, han pasado varias décadas y quizás al equipo le faltaba engrasar. Había que darle un voto de confianza, pero no, el episodio siguiente era siempre peor que el anterior. Decimos que Los Simpson hace años que se salió del camino, pues lo de Frasier ha sido un descarrilamiento con siniestro total, fuego y muchas víctimas: los espectadores que iban a reencontrarse con la gran serie que fue.

Sorprendentemente, les renovaron por una segunda temporada y ha sido aún peor. La nostalgia no lo soporta todo y el esperado capítulo en el que el doctor Crane regresaba a Seattle para hacer su mítico programa de radio rodeado de su anterior equipo ha sido el peor capítulo de las dos temporadas de esta fallida resurrección: un guion nefasto y cutre con personajes incongruentes con su pasado (cuidado, spoilers): el hijo de Frasier adorando al locutor de deportes que hacía bullying a su padre, lamentando que no tenía tiempo para él por la radio aunque vivía con su madre en Boston porque estaban divorciados y a hostias, y el machirulo locutor de deportes convertido de repente en gay que transita bares de ambiente pero que aclara que no ocultaba su sexualidad, que ha cambiado de acera como quien cambia de trabajo. Una serie que fue excelente ha terminado convertida en un chiste malo y caduco. Pero ¿qué te han hecho, Frasier, y por qué lo has permitido, Kelsey Grammer?