El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha enviado una carta al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la que le pide la ampliación de la movilidad de los habitantes de las regiones de Nueva Aquitania, Euskadi y Navarra para permitir el tránsito por relaciones familiares, socioeconómicas y sanitarias durante la pandemia del coronavirus.

Esta petición va a ser trasladada este jueves por el portavoz del Ejecutivo vasco, Josu Erkoreka, en la Conferencia para Asuntos Relacionados con la Unión Europea (CARUE) que se celebra por videoconferencia.

CARUE es el órgano de cooperación multilateral entre la Administración General del Estado y las comunidades autónomas para tratar cuestiones relacionadas con Europa.

El lehendakari, que es el actual presidente de la Eurorregión Nueva Aquitania-Euskadi-Navarra, quiere que se amplíen las excepciones a la actual prohibición de desplazamientos entre ambos lados de la frontera con Francia por las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus.

Según ha confirmado el Gobierno Vasco, la propuesta es que se permita la movilidad en los casos relacionados con los proyectos transfronterizos financiados por la eurorregión o entidades de naturaleza similar.

También se pide autorización para que puedan traspasar la muga los residentes de zonas próximas a la misma que tengan relaciones cotidianas en ambos lados, así como en supuestos familiares, socioeconómicos y sanitarios, tanto para consultas médicas como paramédicas, como sucede con muchos habitantes de Irun, Hondarribia y Hendaia, pero no de ocio, como podría ser acudir a las playas respectivas, desplazamientos muy habituales en la comarca del Bidasoa en estos meses.

En la misiva, Urkullu plantea asimismo que se aborde en qué momento de la desescalada "habrá que propiciar la movilidad" de las personas entre Navarra y Euskadi en determinados supuestos.

Los gobiernos de Euskadi y Aquitania crearon en 2011 la Eurorregión con el objetivo de consolidar relaciones económicas, culturales, educativas y deportivas en un espacio cohesionado al que posteriormente se unió Navarra.

Según el Ejecutivo vasco, la pandemia y las restricciones que ha provocado han impactado directamente en los proyectos comunes y muchos de ellos se están posponiendo ante la imposibilidad de moverse libremente entre las tres regiones.

La misma carta que ha remitido Urkullu a Sánchez ha sido enviada también por el presidente de Nueva Aquitania, Alain Rousset, y al primer ministro francés, Edouard Philippe.

Semanas con atascos

La movilidad de la ciudadanía en zonas como la Eurorregión Euskadiquedó restringida a la mínima expresión hace más de un mes, cuando el Estado francés redujo los pasos entre Gipuzkoa y Nafarroa, con el departamento de los Pirineos Atlánticos de casi una veintena a 6, entre los que se encuentran el Puente de Santiago, el de la autopista, el de Dantxarinea, Luzaide-Valcarlos-Arnegi y el túnel de Somport.

Hasta entonces, la movilidad entre ambos lados del río Bidasoa se había visto afectada, aunque en mucha menor escala. Los desplazamientos se habían reducido a los imprescindibles, y desde el estado de alarma decretado tanto por La Moncloa como por El Elíseo, los justificantes se convirtieron en más que recomendables y hasta obligatorios desde el 10 de abril para todo aquel que quisiera entrar en suelo galo.

En las últimas semanas, tanto el propio lehendakari y la presidenta navarra, María Chivite, como los alcaldes de Irun y Hendaia, José Antonio Santano (PSE) y Kotte Ecenarro (PSF), han reclamado a ambos gobiernos centrales la reconsideración de los cierres fronterizos. Una realidad motivada en buena medida por la desescalada, que ha provocado que parte de la ciudadanía guipuzcoana que vive en Iparralde deba desplazarse a diario al sur del Bidasoa.

"He llegado a tardar hora y media en cruzar la frontera", aseguraba en este mismo diario Ofelia Aramburu, una bidasotarra que reside en Hendaia pero trabaja en Hondarribia, y que debe cruzar sobre el Bidasoa al menos dos veces al día. La suya es una de las miles de vidas transfronterizas que desde la desaparición de las aduanas hace más de 25 años se han convertido en habituales en este entorno y que con los estados de alarma se han visto dificultados.