El Zinemaldia y el director Alberto Rodríguez comparten una misma conexión por querer destapar todas aquellos episodios de la historia reciente de España que merecen no quedar en el olvido. El festival lo demuestra cada curso en su Sección Oficial –el último año, sin ir más lejos, ahí estaban Maixabel y el corto Rosa rosae, de Carlos Saura– y el cineasta andaluz con una filmografía repleta de radiografías de la sociedad post-Franco –La isla mínima, Grupo 7 o El hombre de las mil caras–. Por todo ello, parecía lógico que su última incursión en la Transición se estrenase y, de paso, inaugurase, en la 70 edición del certamen donostiarra. Lo ha hecho este viernes con Modelo 77, un drama carcelario “muy necesario” que recrea las revueltas en la mítica prisión barcelonesa y que protagonizan Miguel Herrán, Javier Gutiérrez y Fernando Tejero.

“Esta prisión fue un reflejo de la ciudad y de la sociedad de aquel entonces. El grito de la libertad llegó a la cárcel”, ha asegurado Rodríguez durante la presentación de una cinta que narra el movimiento que formaron varios presos bajo la denominación COPEL (Coordinadora de Presos En Lucha) en busca de la ansiada amnistía. Con un trabajo de investigación enorme detrás, en el que participaron algunos de los reclusos que hicieron frente a las autoridades franquistas en pro de sus derechos, y rodando en la misma prisión en la que acaeció todo, el director ha perfilado un nuevo retrato de la España de la Transición sin perder ni un solo brío “de entretener”.

No era fácil, porque lo que narra el filme parece la típica historia que hay que suavizar para hacerla creíble: motines, torturas, presos autolesionados con los brazos rajados y hasta una huida. Todo ello y todavía mucho más está en un proyecto que empezó a idearse hace tiempo, por 2007, cuando la propia La Modelo estaba todavía en marcha –cerró en 2017–. “Nos llamó la atención la fuga de 1978, por lo que empezamos por ahí. Intentamos entender cómo se podía haber llegado a situaciones tan brutales como cortarse los brazos por perseguir una utopía y vimos que teníamos que contarlo todo”, ha asegurado el director.

Con tanto tiempo trabajando en ella y siendo ya un cineasta consolidado en la industria cinematográfica española, podría parecer que enfrentarse a esta nueva crónica política y social le habría resultado más sencillo que nunca, pero no. “Sigo sufriendo lo mismo”, ha reído, confesando que tuvieron que seleccionar las historias que incluirían finalmente en la película, lo que no fue nada fácil. Finalmente, se decidieron por la de un joven contable pendiente de juicio por cometer desfalco como eje central, con el que el espectador se sumerge en el funcionamiento de unas cárceles franquistas dentro de un país que dejaba de serlo.

El precio de la democracia

“Son 300 pesetas. Es lo que cuesta la democracia”, le dice un funcionario al protagonista, interpretado por Miguel Herrán, cuando solicita escribir una denuncia a la dirección de la cárcel. Es la bienvenida a un mundo en el que la libertad de las calles se escucha, pero no se ve. “Muchos espectadores van a encontrar respuestas tirando del hilo de la película”, ha indicado Javier Gutiérrez, que interpreta al compañero de celda del protagonista, y que se ha mostrado pesimista tanto con la actual evolución de la política como con el camino que recorrió España hacia la Transición, “un viaje lleno de grises”. “Tengo emoción y envidia por ver lo que consiguieron estos presos y cómo lo hicieron”, ha añadido el intérprete, que ha destacado la oportunidad de poder haber grabado en el escenario real de la narración, “un protagonista” más del filme que hace que “donde se mire solo se vea verdad”.

Para su compañero, por su parte, conocer la historia de La Modelo y, sobre todo, a los protagonistas que vivieron ese periodo, fue todo un privilegio. “Ves en sus caras todo lo que han vivido. Es gente muy necesaria porque todavía hay personas que no tienen voz ni voto. En España no reformamos, solo castigamos”, ha denunciado Herrán.

Con esta, es la quinta participación de Alberto Rodríguez en la Sección Oficial, aunque, no obstante, en esta ocasión no podrá competir por la Concha de Oro al estar fuera de los premios. “Es una alegría enorme, pero con el peso de la responsabilidad detrás”, ha afirmado, confiando en que la película sirva para generar debate y muchas preguntas entre los espectadores.