La directora vitoriana afincada en Donostia se muestra feliz por jugar en casa con su primer largometraje. Tras una amplia experiencia en el cortometraje, Elorza lleva su mirada a un grupo de mujeres que cuida de los libros y que llega avalada por festivales como el de Málaga y Zinebi.

Imagino que le hará especial ilusión presentar su primer largometraje en casa.

Claro que sí. Se trata de presentarlo en tu ciudad, pero también de poder jugar en esa liga. Tiene las cosas buenas de los dos lados y estoy encantadísima. 

Además, con un documental, que suele ser menos habitual.

Sí. Para mí es una gran alegría que una película de este tipo haya entrado en Nuevos Directores. Muchas veces tienes la duda de dónde encontrará encaje y qué recorrido va a tener, pero ha encontrado el mejor o uno de los mejores espacios posibles.

¿Cómo surgió el proyecto y cómo dio con esas mujeres que protegen libros?

Surgió, como todos, de una intuición. Una serie de personas que tengo a mi alrededor, muy ligadas a las bibliotecas que tienen en casa, tenían algo que contarme, pero no solo eso, también había imágenes interesantes dentro de sus libros y en las propias biografías de estas mujeres. Empecé a probar y a hacer unas pequeñas grabaciones buscando cómo pasar a película esa sensación que tenía de haber dado con unas personas con vidas muy interesantes.

¿Ha notado el salto desde el cortometraje?

La magnitud del trabajo es mayor, pero la metodología no ha sido muy diferente a la que uso con los cortos. Es verdad que los procesos son más largos y complejos. Llega un momento en el que tienes una gran cantidad de material y hay que hacer una labor de estructuración y de montaje. En eso sí que he notado la diferencia.

Imagino que tener a ya todo un experto como Koldo Almandoz al lado habrá sido un gran apoyo.

Sí. Ya llevo unos cuántos años trabajando con Koldo y con Txintxua y siempre son un gran apoyo. Me siento muy arropada, que es algo que muchas veces es difícil de encontrar. He tenido la suerte de trabajar en mi primer largo con gente a mi alrededor que tiene mucha experiencia y mucho que aportar al proyecto. Estoy también muy agradecida por ese lado.

Contar con varios premios previos como el que consiguió en Málaga habrán impulsado el proyecto, ¿no?

Es muy difícil decirlo porque es mi primera vez con un largometraje y no sé cómo suele ser la forma habitual de trabajar, pero haber pasado por el work in progress de Málaga y de Zinebi le ha dado un empujón a la película. Es empezar con buen pie y algo que te abre puertas.

Ejerce de directora, guionista, sonido, montaje, fotografía... 

(Risas) Es una película que requería de un tipo de filmación muy íntima para entrar en los espacios privados de la gente. Era difícil entrar ahí con un equipo muy grande, por lo que hay muchas cosas que las hago yo directamente para conseguir preservar ese ambiente de intimidad. También hay algo que me gusta mucho que es trabajar de forma artesanal. Meterme en las cosas pequeñitas e ir poco a poco. Hay que saber hacer de todo (risas).

¿Ha sido muy complicado darle la forma final?

Me pasa una cosa con todas las películas y es que nunca sé si están terminadas (risas). Con este largo también me pasa y pienso que podría seguir trabajando, pero estoy satisfecha. Pienso que he conseguido plasmar lo que quería plasmar y también me refleja a mí. Ha sido un proceso largo porque llevo unos años trabajando en él. Lo empecé como algo informal sin saber qué iba a salir de ahí, pero hubo un momento en el que vimos claramente que iba a ser una película. Tiene una duración que no es muy larga, de una hora y diez minutos, así que se ajusta a mi forma de trabajar. 

¿Ya tiene otro proyecto entre manos?

La vida da muchas vueltas y espero que está no sea mi última película. Tampoco sé que deriva tomará. Por el momento, no he terminado mi última película desengañada por el cine, así que espero que haya más trabajos después (risas).