La nostalgia está de moda. VinTV emite a diario Falcon Crest, Corrupción en Miami, Alf, Las chicas de oro o V, la serie de los lagartos que fue todo un fenómeno social en los ochenta.
En Primeran, el Netflix en euskera de ETB, acaban de rescatar la serie Goenkale al completo, que se suma así a otros éxitos de antaño como Bi eta bat, Jaun ta jabe o Gure familia eta beste piztia batzuk (con Anne Igartiburu, por cierto).
Para la chavalería también están, aquí y en la plataforma Makusi, tres clásicos de la animación: Dragoi Bola, Doraemon y Shin Chan. Las dos primeras han sido objeto de reconocimiento, junto a sus dobladores al euskera, en el joven pero prometedor Animedon nacido al amparo de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia.
Son series que han hecho una gran labor por la euskaldunización de este país y la normalización del doblaje en euskera en series extranjeras, pero que llegaron con parte del camino ya hecho, el que abrieron el pequeño Dotakon junto a Arturo erregea y el mismísimo J.R., sí, el malo-malísimo de Dallas, que tras una primera temporada en TVE se convirtió en la primera serie tránsfuga al mudarse a vivir a ETB y empezar a hablar euskera con Sue Ellen.
Me temo que debemos tanto o más a J.R., al pequeño Dotakon y a Arturo erregea que a Shon Goku o Doraemon y es labor de la radiotelevisión pública y el Gobierno Vasco rescatar, proteger y poner en valor ese patrimonio audiovisual que supone el doblaje al euskera de aquellas primeras series televisivas. ¿Por qué la nostalgia nos ha traído de vuelta a Angela Channing hablando en castellano pero no a J.R. en euskera?, ¿por qué sí Dragoi Bola pero no Dotakon, Arturo erregea o Marlock kapitaina?, ¿por qué Magnum, que acaba de volver, ya no habla una sola palabra en euskera?