El célebre saludo "Doctor Livingstone, supongo" cumplió el jueves pasado 140 años, los transcurridos desde el encuentro entre el periodista estadounidense de origen galés Henry Morton Stanley y el misionero escocés David Livingstone en la localidad tanzana de Ujiji, a orillas del lago Tanganica (África). Pero la historia -según el relato del propio Stanley- comenzó en el centro de Madrid, en una pensión de la calle de la Cruz, cuando el reportero recibió un telegrama del director del New York Herald, James Gordon Bennet, que requería su presencia en París. Era octubre de 1869, y Stanley se apresuró a hacer las maletas y poner rumbo a la capital francesa, donde el hijo del fundador del reputado diario le encargó que encontrara a Livingstone, a quien se daba por desaparecido. Las órdenes de Bennet eran claras: localizar a Livingstone, el primer europeo en ver unas cataratas que bautizaría como "Victoria", que había llegado a África en 1841 como misionero y más tarde, en su regreso como explorador, llevaba más de cinco años sin contactar con su patria. Del escocés tuvo noticias Stanley el 3 de noviembre de 1871, a varios días de camino de Ujiji. Aún tuvo que esperar una semana hasta que pudo ver en persona a Livingstone. Stanley convivió cuatro meses con el explorador, hasta su regreso triunfal a Europa, mientras que Livingstone permaneció en África hasta su muerte, en 1873.