El impacto económico del dolor crónico en España, que afecta a siete millones de personas (17% de la población), es de 16.000 millones al año, lo que supone un 2,5% del PIB de todo el país, según los datos difundidos este miércoles en la presentación del XVII Congreso de la Sociedad Española del Dolor (SED), que se desarrolla hasta el sábado. Ese 17% tiene picos más altos en las dos franjas de edad más vulnerables: los niños, que presentan un 30% de prevalencia y los mayores de 70 años, con un 50%.

Estas cifras convierten al dolor en un problema de salud pública tanto por los costes directos, derivado de las consultas y el uso del sistema sanitario, como por los indirectos que afectan, principalmente, al mercado laboral en forma de bajas o menor productividad, según destaca el presidente de la SED, Víctor Mayoral. De los siete millones de afectados, el 11% -casi un millón de personas- padece un dolor crónico discapacitante que les provoca problemas de movilidad o limitaciones en su funcionalidad, y dentro de este grupo, siete de cada diez presenta problemas para andar o no pueden hacerlo.

Las principales causas de estas situaciones son el dolor lumbar (18%), el dolor cervical (16%) y la migraña (11%). Las mujeres son las principales afectadas por la discapacidad ya que, además, también presentan una prevalencia mayor en patologías asociadas al dolor como la artrosis (24,3%), mientras que la situación dolorosa más habitual entre los hombres es el dolor de espalda crónico lumbar (15,8%).

Mayoral resalta que el dolor crónico también tiene un impacto en la salud mental, con 8 de cada 10 afectados que sufren ansiedad o depresión, y en la vida cotidiana, con casi un 50% de bajas en los afectados en edad de trabajar. Explica que para intentar mejorar la calidad de vida de los afectados se ofrecen tratamientos multidisciplinares en los que resulta "fundamental" la participación del paciente, ya que está demostrado que más del 50% del tratamiento consiste en que el afectado tenga expectativas de curarse, según remarca la presidenta del Congreso, María Luisa Franco. Franco remarca las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de sentir el dolor, y recuerda que hasta hace muy poco solo se investigaba con ratones macho y no se utilizaban a las hembras debido a que, por motivos hormonales, resultaba más complicado y caro.

Se tarda más de dos años en diagnosticar

El presidente del comité científico del Congreso, Carlos Goicoechea, expone, por su parte, que el dolor crónico está "infravalorado e inadecuadamente tratado" y tras mantener que el diagnóstico tarda de media más de 2 años, indica que la demora media para obtener un tratamiento que acierte en remitir o eliminar el dolor es de año y medio. Estos plazos se han incrementado con la covid-19 y la dificultad para ser atendidos presencialmente.

La adherencia a los tratamientos se encuentra en el 50% y solo la mitad de los pacientes está conforme con el mismo. Goicoechea también lamenta la "incomprensión" que genera el dolor, principalmente en el ámbito laboral, porque el dolor "no se ve" y a veces supone un "drama" que no te entiendan. Pone como ejemplo a las mujeres que pese al dolor se preocupan de su aspecto, "lo que es muy positivo" en cualquier enfermedad, pero en este caso concreto, provoca que "no te crean".