Como no podía ser de otra manera, el uso que los niños hacen de WhatsApp es completamente inconsciente e inadecuado, porque carecen de la responsabilidad y madurez suficientes para hacer un uso correcto de esta herramienta, que es para mayores de 16 años. Insultos continuados y acoso, amenazas, humillaciones, delitos, distribución de material pornográfico, de material violento o de otra índole no adecuada para menores están a la orden del día.

Muchas familias permiten que sus hijos tengan WhatsApp siempre que les añadan a ellos a los grupos, para que puedan tener así un control mínimo de lo que hay. Pero estas familias no son conscientes de que los niños con smartphone propio tienen múltiples grupos: uno con la familia, otro sin la familia, un grupo de clase, otro grupo de clases sin tal y tal persona, uno de entrenamiento, otro grupo solo de tres personas… Hace poco, una madre de un niño de sexto de Primaria me dijo que al cogerle el móvil se dio cuenta de que su hijo tenía 16 grupos diferentes. No sabía de la existencia de 13 de ellos y en muchos había personas desconocidas.

Y esto es otro problema, porque aunque las familias traten de controlar el uso que hacen sus hijos de WhatsApp, los niños y adolescentes tienen grupos múltiples, y si tienen teléfonos propios es muy difícil controlarlos. Lo mismo pasa con las redes sociales, donde se pueden crear grupos privados con desconocidos.

Hay grupos de WhatsApp que se dedican a compartir material muy violento, como asesinatos reales, material perturbador e ilegal como violaciones… Son grupos privados cuyo contenido solo puede ser denunciado si los miembros de esos grupos lo hacen, ya que de lo contrario es difícil detectarlos. A nadie se le pasa por la cabeza que sus hijos puedan estar viendo y compartiendo ese tipo de material, pero ocurre.

Estaría bien que todos los usuarios de WhatsApp y otras redes sociales, incluidos niños y adolescentes, supieran que hay contenidos que deben ser denunciados, pero no solamente a la red social, sino ante la Policía, para que quienes los comparten puedan ser perseguidos. “Pero, ¿cómo voy a hablarle a mi hijo de 10 años sobre ese tipo de materiales? Es muy joven para eso”. Si tiene smartphone, usa WhatsApp u otra red social, es muy probable que le lleguen.

El 30 de diciembre nos horrorizábamos leyendo una noticia publicada por El Mundo que decía que 40 personas habían sido detenidas en nuestro país, 34 de ellas menores de edad, por distribuir vídeos violentos y pornografía infantil. No era una red de pederastas o grupos organizados de menores con problemas, eran menores individuales, sin relación entre ellos, que sacaban buenas notas, cuyas familias quedaron horrorizadas al enterarse de lo que estaban haciendo. Estaban en grupos privados de WhatsApp con desconocidos que compartían ese tipo de contenidos y luego los difundían en grupos privados de Instagram con sus amigos y amigas. Instagram lo detectó y lo denunció a la policía.

Tienen tanto acceso a todo tipo de material sin filtros ni control, están tan expuestos, que se han vuelto insensibles al sufrimiento ajeno, a la violencia, a la pornografía y a la pornografía extrema… Uno de los vídeos que compartieron era la violación de un bebé de cinco meses. Compartir algo así entre risas siendo tan pequeños (uno de los detenidos tenía 11 años) conlleva un nivel de saturación de este tipo de cosas y de insensibilidad que se hace difícil de digerir.

Hay cosas que no se pueden controlar, y los controles parentales no sirven para conocer el contenido que se envían a través de aplicaciones de mensajería y redes sociales, de forma que aunque no tengan WhatsApp ni smartphone propio, también pueden tener diferentes grupos en Instagram u otras redes sociales que cumplen el mismo cometido, compartiendo todo tipo de materiales sin ningún filtro. Muchas familias piensan que no pasa nada, que saben lo que hacen sus hijos con el smartphone, pero desgraciadamente no es verdad, y cuando pasan ciertas cosas se llevan las manos a la cabeza porque sus hijos estaban accediendo a este tipo de material y compartiéndolo conscientemente por diversión.

Hay que repetirlo: las redes sociales, todas, incluidas TikTok (+13), Instagram (+14) y WhatsApp (+16), tienen sus edades mínimas de uso establecidas, y no se recomienda que menores de 13 años tengan smartphone propio. Hay alternativas, como teléfonos móviles de teclas.