Dispuesta a recuperar el tiempo perdido con sus leyendas, la Real Sociedad viene homenajeando durante los últimos meses en Anoeta a importantes agentes de la historia txuri-urdin que en su día no recibieron un adiós a la altura. Esperando como espera este sábado la visita del Real Madrid, el agasajado tenía que ser en esta ocasión John Benjamin Toshack (Cardiff, 1949), con pasado en el banquillo de ambos equipos y un reconocimiento todavía pendiente en el estadio donostiarra. El 10 de marzo de 2002 dirigió un 0-2 contra el Tenerife que significó su cese y su último partido en el recinto como técnico blanquiazul. Regresaría dos años después, un 11 de abril de 2004, a cargo de un desahuciado Real Murcia que cayó 2-0 ante la versión decadente de la Real de Denoueix, pero el británico pasó más bien desapercibido en aquella desangelada tarde.
Han pasado 21 años, durante los que el galés no ha guardado relación profesional alguna con el club guipuzcoano. En lo espiritual, sin embargo, ha permanecido siempre muy vinculado a los colores txuri-urdin, llegando incluso a ejercer en un discreto segundo plano. Sólo desde esta última circunstancia se entiende el fichaje de Chris Coleman como entrenador después del descenso, por ejemplo, aunque aquella etapa del propio Toshack como asesor en la sombra duró pocos meses, hasta la irrupción de Badiola. El diciembre de 2008, JB asistiría precisamente a la Junta de Accionistas que supuso la moción de censura al ex presidente y la entrada en el club de Jokin Aperribay, momento a partir del cual el galés siempre ha permanecido alineado con el camino emprendido por la institución.
La historia de Toshack en la Real no puede ser contemplada, en cualquier caso, sin aludir al impacto que significó su llegada en verano de 1985. Procedente del banquillo del Sporting de Lisboa, el galés aterrizó en la capital guipuzcoana con sólo 36 años y la complicada misión de relevar a una autoridad como Alberto Ormaetxea. El contraste con el mítico técnico eibartarra, además, no atendió sólo a una cuestión de perfil y de procedencia, sino también a un talante muy alejado del que lucía el entrenador campeón de las dos Ligas. De las declaraciones políticamente correctas y sin contenido mediático se pasó de repente a las picantes ruedas de prensa de JB, quien utilizaba a menudo a los periodistas para lanzar potentes mensajes a plantilla y afición. El nuevo míster se instaló en Gipuzkoa a modo de bomba de relojería, con admiradores y numerosos detractores...
Inicios difíciles
Los resultados, tan importantes siempre, le acompañaron. Una Copa del Rey, un subcampeonato de Liga y otro en el torneo del K.O., y la vibrante UEFA de los penaltis contra el Stuttgart dibujaron el balance general de los cuatro primeros años de Toshack en la Real. Pero el camino hasta alcanzar dicho bagaje no resultó sencillo. “Ayer me silbaban, hoy me aplauden. ¿Y mañana?”. Así reza la contraportada del Diario del Galés, un libro publicado por la editorial Lur en el que Toshack repasa día a día sus dos primeros años en el club, hasta el título de 1987. Y la sentencia resume la complicada trayectoria inicial de JB en el club, con episodios como el ya célebre madrugón de Oviedo tras una derrota copera.
Contaría a posteriori el galés que el día después de tomar aquella llamativa medida, ya en Donostia tras regresar de tierras asturianas, un directivo se plantó en su domicilio a media tarde. Toshack pensó que le tocaba firmar el finiquito. Y sin embargo recibió una botella de vino para premiar su mano dura. La Real no volvió a perder ninguna eliminatoria de Copa hasta febrero de 1989, más de tres años después, por lo que la medida de Toshack tuvo su éxito. Así solía suceder casi siempre con sus toques de atención, por ejemplo con el de su pronóstico antes de un Real-Real Madrid en abril de 1992 (ya durante su segunda etapa en el club). El equipo venía de ganar al Sporting en Gijón (0-1) y las perspectivas previas resultaban optimistas, pero algo no le gustó a JB durante los entrenamientos de la semana. “He puesto un 2 en la quiniela”, declaró en la víspera del partido, tras censurar que los suyos no se habían ejercitado bien. 24 horas deespués, la Real salió a comerse el césped de Atotxa, se adelantó en el primer minuto (gol de Kodro) y celebró en la recta final un 2-2 de Carlos Xavier que llevó al galés a saltar al centro del campo para unirse al festejo de los futbolistas.
Fichajes y cantera
Sí, ahí estaba Carlos Xavier, fiel exponente de la política de fichajes anhelada en la Real desde los tiempos del propio Toshack. Al técnico británico le tocó gestionar la transición que fue relegando a los futbolistas campeones de las dos Ligas. Vivió también el paso de Atotxa a Anoeta. Y fue en cierto modo partícipe de aquellos años en los que el club se abrió al mercado extranjero. Justo en el verano en que Loren se marchó al Athletic y la solución pasó por contratar a Aldridge, JB acababa de marcharse al Real Madrid. Pero dos años después, en 1991, estaba de vuelta para reclutar a dos viejos conocidos suyos, Oceano y Carlos Xavier. Ambos cumplieron con aquello de marcar la diferencia y complementar a los canteranos, propósito que en teoría se mantiene en la actualidad, adaptado eso sí a las circunstancias del fútbol moderno.
Conforme el deporte rey fue cambiando durante la década de los 90, la llama de Toshack perdió fuerza en la Real Sociedad. Fue cesado en dos ocasiones en la era Anoeta, la primera en 1994 y la segunda en 2002. Pero aquel último cese se produjo al menos al no carburar un equipo del que se esperaba más tras tres buenas contrataciones invernales: tuvo ojo JB para fichar a Kovacevic, Weesterveld y sobre todo Nihat... Aunque también es cierto que aquellos 18 millones de euros supusieron un agujero difícil de asumir en las arcas del club.
Cuando Toshack volvió a Donostia con motivo del citado Real-Murcia, los efectos de ese socavón empezaban a emerger, pero el legado del galés en el club, atendiendo a un cómputo general y no sólo a su epílogo, bien merece un homenaje y la emotiva ovación de este sábado en el estadio de Anoeta. Una victoria redondearía la fiesta y contribuiría igualmente a revertir el inicio liguero txuri-urdin, con sólo dos puntos en tres partidos.