Destacaría que camino de Alpe d’Huez hemos asistido al último baile de Froome en el Tour. Tras dos años muy malos por culpa de la caída que sufrió en el Dauphiné de 2019, se ha despedido con dignidad. Sabemos que ser tercero no es ganar, pero creo que ha sido una victoria para la afición. De un lado teníamos la estrella que se apaga y por otro lado, el triunfo de Tom Pidcock en la cima de Alpe d’Huez. La victoria de un corredor que va para estrella y que tiene muchos registros. Ha demostrado que es capaz de ganar en clásicas, en ciclocross y en mountain bike, además de hacerlo en una montaña como Alpe d’Huez. Desde mi punto de vista es un ciclista que está a la altura de Van Aert y Van der Poel. Aunque de distintas características, tienen muchas cosas en común. Con respecto a la general, sí que hay un equipo que va a dominar la carrera. Da la impresión de que solo va a haber ataques de Pogacar contra Vingegaard. Es cierto que el líder puede fallar algún día. Será un mano a mano entre Pogacar y Vingegaard y lo que decida el Jumbo. Las escapadas van a ser las que consientan los muchachos del líder. No hay ningún otro equipo que haga sombra a los neerlandeses. Se critica muchas veces al Jumbo, pero soy de la opinión de que están corriendo muy bien. Dame equipos que se equivoquen arriesgando y no equipos que no se equivocan porque nunca se exponen y no intentan nada. En este contexto, destacaría la profesionalidad de Roglic. Un triple ganador de la Vuelta y segundo en el Tour de 2020 trabajando desde abajo para Vingegaard y adelgazando al grupo para que tácticamente el líder no tuviera problemas. Merece un aplauso.l Exciclista de Once, Euskaltel-Euskadi y Liberty y director del Grupo Eulen guipuzcoano