Entre palanca y palanca, el Barça de Joan Laporta sobrevive disfrutando de los privilegios que le permiten competir al más alto nivel ante la connivencia de los estamentos que rigen el fútbol. Pese a llevar años sin cumplir con el fair play financiero, el presidente del club azulgrana se las ingenia para mantener a algunos de los mejores jugadores del mundo en su plantilla y avalar la inscripción de futbolistas al límite del cierre de mercado. Todo ello gracias a operaciones, algunas rodeadas de una buena dosis de polémica, que le reportan la inyección económica necesaria (en este caso, 40 millones de euros) para subsistir en un mundo en el que el dinero está por encima de todo, muchas veces incluso del propio deporte. La última estratagema anunciada por el Barcelona es la del convenio suscrito con la República Democrática del Congo para cuatro años. Un acuerdo con un gobierno que no garantiza los derechos humanos por las violaciones de mujeres y abusos a la población que existen en este país africano, según denuncian ONGs como Amnistía Internacional. Pactos que contrastan con decisiones como las de tener de colaborador a Unicef. En cualquier caso, esta última palanca le puede salir cara, al menos en cuestión de imagen.
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