Nunca he necesitado una aplicación para ligar. Quizá la palabra «necesitar» no es la correcta, pero ya me entiendes. Siempre me parecieron un poco…, hum…, al principio lo veía como algo de losers, después ya…, ¿cómo decirlo sin parecer un carca? Bueno, era un poquito carca, así que ¿qué más da parecerlo? Sencillamente pensé que esas cosas no eran para mí. Siempre creí que el hecho de que la tecnología facilitara los encuentros les quitaba ¿emoción? ¿Valor? No lo sé. A mí me gustaban las cosas a fuego lento, como antes, tal y como las tenía planteadas desde que era muy joven. Mi propósito estaba claro: licenciarme, sacarme un máster con mención de honor, irme a vivir con mi chica, casarnos y tener al menos dos niños. Como ves, en mi vida no había sitio para esas cosas.

La ficha

  • Título: Esnob
  • Autora: Elísabet Benavent
  • Género: Thriller
  • Editorial: Suma de letras
  • Páginas: 600

La primera vez que escuché hablar de Like¡t fue a uno de esos amigos de colegio privado con los que todavía conservaba el contacto. No sé si fue Jacobo o Beltrán, aunque esos nombres dejaron de formar parte de mi vida hace tiempo y, a decir verdad, a veces los confundo en los recuerdos. Los dos tenían una extensa experiencia en este tipo de temas e iban vestidos y peinados de la misma forma; lo ponían difícil. En aquel momento, fuera quien fuese puso bastante énfasis en la que iba a ser la aplicación definitiva para ligar, pero el resto no le hicimos mucho caso. Nosotros «no necesitábamos» aquellas cosas. Nosotros «preferíamos las cosas a la antigua usanza». Por un lado, Jacobo o Beltrán, da igual, eran los típicos que habían probado todas las apps existentes; por otro, el ser humano no suele prestar atención a algo si no lo hacen en masa los demás. Es así de triste.

No mucho después me encontré frente a la marquesina de una parada de autobús con una publicidad terriblemente llamativa que captó toda mi atención y me recordó aquella conversación con mis colegas. «Like¡t, la última aplicación para ligar que vas a descargarte en tu vida». Vaya…, las nuevas tecnologías a favor del amor para siempre… «Menuda engañifa», pensé. Todo el mundo sabe que a ese tipo de plataformas no le interesa que encuentres el amor. Quieren que lo intentes, lo intentes, lo intentes… y te comas toda su publicidad, pagues para poder dar marcha atrás, para que destaquen tu perfil y para tener la oportunidad de que la gente guapa también te vea. Entonces ya era vox populi que solo llegabas a aquellos usuarios con el mismo ratio de likes que tú. Que alguien encontrase el amor en Tinder me parecía, en aquel momento, un caso aislado, un milagro, una lotería a la que yo no quería jugar.

Lo mío eran las finanzas, no el márquetin, pero me parecía una publicidad bastante contraproducente para los intereses de una aplicación de este tipo… Sin embargo, me equivoqué. Y tanto que me equivoqué. Los eslóganes tenían su aquel, la verdad: «La aplicación que se bajaría hasta tu madre».

Portada de 'Esnob'.

«La aplicación que vas a descargarle a tu madre». «La aplicación antifantasmas». «La aplicación que llora en las bodas». «Like¡t, la aplicación que folla con Tinder y le escribe al día siguiente». Like¡t tardó bastante menos de lo esperado en estar en boca de todos y no solo de mis amigos…

Hubo muchas cosas que despertaron mi curiosidad sobre aquel fenómeno y ninguna tenía que ver con mi vida personal.

En aquel momento yo vivía con mi novia, con la que llevaba cinco años, a la que había pretendido con flores, paseos, regalos y chocolates… y, bueno, unos maravillosos primeros meses de sexo matutino, desayuno en la cama y arrumacos. Si alguien me hubiera preguntado sobre mi relación, le habría asegurado que todo iba bien: era el tipo de chica con el que me veía sentando

cabeza, una de esas bellezas que mis amigos no dejaban de halagar. Además, se portaba bien con mis padres y pertenecía a una buena familia. Para mí eso era el amor: encontrar a alguien que encajase en esa vida que uno quería. ¿Era eso? No, no me digas nada. Ya lo sé. En ese momento yo lo tenía claro. No había dudas sobre el papel. Nada se me había perdido a mí dentro de Like¡t.

Me resultó curioso que una empresa tan joven, tan nueva, tan «para ligar», fuese tan pronto noticia de las publicaciones especializadas en economía, que acaparase titulares de la prensa generalista y que la gente se la descargara en masa. Un proyecto que tres amigos de toda la vida habían ideado alrededor de la mesa de una cafetería del centro de Madrid dio la vuelta al mundo. No me preguntes por qué, pero me imaginé que esos tres colegas eran igual que yo o que cualquiera de mis amigos.

Un programa de fidelización para parejas en el que se fomentaban las relaciones de largo recorrido surgidas gracias a la aplicación. Un botón de auxilio que te ponía en contacto inmediato con emergencias. Un sistema que imposibilitaba la creación de perfiles falsos. Política de tolerancia cero hacia la agresividad, las faltas de respeto, el ghosting y demás lacras que en otras apps eran el pan nuestro de cada día. Todo ello y más la convirtió en una revolución en el sector. Era segura, esperanzadora, honesta, con una interfaz atractiva y moderna. Era la aplicación a la que todas las empresas deberían parecerse.

Like¡t lo petó. Lo petó como solo lo peta uno de cada cien mil proyectos. La app no solo se convirtió en una empresa modelo en el trato y la gestión de su creciente plantilla, sino que lo petó hasta firmar uno de los contratos de compra más enigmáticos de la historia. Un gigante americanojaponés la engulló por una suma que podría haber permitido a sus socios fundadores (y al menos a dos de sus siguientes generaciones) jubilarse de inmediato, pero prefirieron quedarse con la dirección de la sucursal en España, que capitaneaban según los criterios con los que lo habían hecho hasta el momento.

A Like¡t le siguió yendo bien, pero abandonó las portadas y los titulares. Se convirtió en una empresa afianzada, puntera, sobradamente rentable, que prefirió un perfil bajo, no aparecer en reportajes sobre gestión empresarial, no dar charlas y no participar en simposios. Era como si quisiera cerrar fronteras, como un pueblo galo viviendo bajo sus normas mientras resistía sitiado por una invasión romana.

Todo genial, ¿no? Un caso de éxito para una empresa española que había dado trabajo a muchos jóvenes. Estupendo. Un posible caso de estudio para alguien como yo, que se dedicaba a mover el dinero de gente que tenía mucho, pero nunca suficiente.

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Hasta ahí tendría que haber llegado mi historia con Like¡t, dado mi gusto por lo tradicional y el éxito de mi plan de vida, pero lo cierto es que aquello fue solamente el comienzo. Like¡t estaba a punto de cambiarme. A mí. Por entero. ¿Por qué si no iba a hablar de esto en lugar de presentarme como Dios manda?… 

SOBRE LA AUTORA

Elísabet Benavent nació en Valencia en 1984. La publicación de la saga Valeria fue su debut y el principio de su trayectoria como novelista. Desde entonces ha escrito más de veintitrés libros y se ha convertido en un fenómeno editorial con más de 4.500.000 ejemplares vendidos. Algunas de sus novelas han sido traducidas a varios idiomas y publicadas en diversos países. En 2020 Netflix estrenó la serie Valeria; en 2021, la película Fuimos canciones, y en 2023, la miniserie Un cuento perfecto, con la que se situó en el número uno global de la plataforma durante varias semanas. Este éxito se une a la conquista del mercado anglosajón con la traducción al inglés de su novela homónima y su publicación en Estados Unidos e Inglaterra. Esnob es su último libro.