Juan Antonio Giner (Barcelona, 1947) es un manantial de conocimiento en la evolución de la profesión periodística. Periodista, docente y consultor internacional, ha escrito La edad de oro del periodismo, ensayo editado por Libros de Vanguardia. Defiende el periodismo como “tarea intelectual y humana, que requiere conocimiento, pensamiento e inteligencia”. Un oficio “más relevante que nunca”, que “es muy difícil de hacer” y que pese a sus vicisitudes “es muy complicado que desaparezca”.
A su juicio, esta profesión, “uno de los fenómenos más fascinantes de nuestra época”, “está más viva que nunca”, “lo que se mueren son las viejas formas de hacerla”. Si bien critica que en la actualidad estamos “todo el día leyendo titulares y así uno no se informa”.
Su labor profesional le ha llevado a conocer las cabeceras más emblemáticas y a promover la necesidad de evolucionar.
He visto desastres, cosas imperdonables, periódicos miserables y periodistas absolutamente criminales, pero como en la vida. hay de todo. Somos una mezcla, lo importante es ver con quién te sientas y te asocias. Creo que está muy justificado ser muy optimista.
Ha escrito ‘La edad de oro del periodismo’. Selección de prensa y de profesionales que apostaron y apuestan por la excelencia.
Los periódicos no son los edificios, ni las rotativas ni el papel. El periodismo solo lo hacen los periodistas. Por tanto, si quieres mejores periódicos tienes que tener mejores periodistas, y para ello apostar por gente que piensa, fiable, que no miente, que no es tramposa, virtudes humanas e intelectuales. Cuantas más insuflemos en esta profesión mejor. Todo este mundo de los influencers no tiene nada que ver con el periodismo, Hay gente muy ingeniosa, y y veo con gusto a muchos tipos ocurrentes, pero eso es entretenimiento.
En su libro observo más historias del siglo XX que del XXI, aunque cree que el periodismo está ahora en su punto máximo.
Hay muchas historias de este siglo también, o a caballo entre los dos. He contado más cosas que he vivido personalmente en esa transición de un siglo a otro. Pero ahora sigue habiendo historias que contar. Por ejemplo hablo de la revista The Atlantic, ejemplo de cómo la gente que tiene pasta la tiene que gastar. Dicen los argentinos que en la vida se necesita músculo y billetera. El periodismo necesita dinero, se necesita invertir en personas, recursos humanos y técnicos. La viuda de Steve Jobs, Laurene Powell, probablemente una de la de las mujeres más ricas del mundo, ha dado a The Atlantic cien millones de dólares. Imagínese usted...
Qué lujo...
Ella invierte en algo en lo que cree, ayudar a ese tipo de periodismo, que probablemente junto con The New York Times y The Wall Street Journal, y un poquito The Washington Post en Estados Unidos son casi la última frontera. A partir de ahí el nivel es muy bajo.
Usted ha conocido de cerca esos grandes medios estadounidenses.
Qué duda cabe que el mejor periodismo desde un punto de vista empresarial e incluso de gestión ha sido el norteamericano. Allí estaba la meca del gran periodismo, y creo que lo sigue siendo. Otra cosa es que se ha producido un verdadero descalabro en la prensa local.
Muchos medios de ese corte están cerrando en ese país.
El periodismo de cercanía está sufriendo mucho allí. Yo creo que sin la crisis del periodismo local Trump no hubiera ganado elecciones, porque la prensa local era un contrapoder muy grande; la mayoría de estas empresas que yo conocí eran familiares, y se transmitían de generación en generación. Eran grandes negocios, pero sobre todo suponían instituciones cívicas muy poderosas, muy respetadas. Ese periodismo está desapareciendo de una manera absoluta, primero porque estas familias empezaron a vender sus periódicos a grupos financieros. Ahí se ha producido un cambio brutal.
Usted continúa al pie del cañón.
Yo trabajo para La Vanguardia, que es una empresa familiar. Creo que eso es una garantía frente a las presiones y amenazas frente al periodismo. Sigo escribiendo una columna de forma esporádica. Esta semana sobre las reuniones anuales de Sun Vallehy donde se vendió el Washington Post a Jeff Bezos, donde se producen fusiones y Google compró YouTube... Uno de los que ha asistido, con 94 años, es Rupert Murdoch, fíjese usted el lío que ha organizado en Estados Unidos con el famoso artículo que se ha publicado sobre esa carta de cumpleaños de Donald Trump a Jeffrey Epstein.
Que dice Trump que es falsa.
No lo es, primero porque The Wall Street Journal es un periódico muy serio. Los mejores periodistas probablemente de Estados Unidos trabajan ahí y en The New York Times. Pero siendo un periódico de información económica y financiera no se la puede jugar. Cuando le desmiente Trump en un post dice que él en su vida ha dibujado. Lo primero que han hecho es rastrear y han encontrado como 40 o 50 dibujos firmados por Donald Trump a lo largo de años.
Todo eso tiene una derivada política en varios frentes. ¿Qué puede salir de este divorcio?
Rupert no se casa con nadie ni se divorcia de nadie porque toda su vida ha hecho lo mismo.
Pero si se ve atacado por Trump me imagino que contratacará.
Y venderá más ejemplares y tendrá más fuerza e imagen en sus empresas; él juega a varias cartas y lo que le gusta es el periodismo de escándalos. No hay mejor historia que un caso como este, y nadie mejor que Rupert Murdoch para sacarle punta. Le piden cerca de 9.000 millones de euros por difamación, injurias y calumnias. Ese juicio va a durar cantidad de años, Trump estará fuera de la Casa Blanca, Murdoch se habrá muerto, así que eso tiene poco futuro para el corto plazo, y en cambio desde el punto de vista de imagen del The Wall Streeet Journal de diario independiente...la redacción estará como ante un premio Poulitzer.
Cree en las posibilidades del periodismo digital, pero hay un consenso en señalar que la forma de leer es distinta y aguanta menos la complejidad y los textos largos. ¿Eso es un hándicap?
Le pongo un ejemplo. Yo ayer dediqué casi una hora a oír un podcast con una periodista del Miami Herald que fue la primera que empezó a hurgar en la historia de Jeffrey Epstein. La prensa escrita tiene la ventaja de sus titulares y sumarios, pero las historias no son muy largas. El periodismo digital tiene la ventaja de que al mismo que su inmediatez y brevedad, cuando es necesario dedicarle 200 páginas lo puede hacer.
¿Por primera vez hay una generación absolutamente alejada de contenidos rigurosos? Acostumbrados a la comida rápida pueden carecer de gusto por la gastronomía.
En mi juventud en mi clase de PREU había 60 estudiantes y de ellos estábamos interesados por leer Le Monde cuatro tíos. Cuando apareció la televisión se decía que la juventud estaba todo el día pegada al televisor. El periodismo es pensamiento y reflexión, y en el género humano tendemos más bien a cosas que sean fáciles y cómodas, y que no requieren esfuerzo. Es difícil pensar que el periodismo va a triunfar con recomendaciones del estilo ‘come acelgas porque son buenas’. Creo que es un poco mito que antes la gente joven leía periódicos. El periodismo puro y duro no ha sido ni popular ni fácil. Tampoco tenemos que ser demasiado pesimistas. Una de las cosas sobre las que sí hay que preocuparse es la desaparición de los copy editores, la gente que revisa los textos.
El riesgo, indica usted, es surfear por la información perdiendo de vista lo que hay en el fondo.
A veces problemas muy gordos los despachamos en cuatro palabras, como en X. Esta es una enorme tentación, incluso para los que creemos que somos defensores del viejo periodismo. Hay quien dice que ahora la gente no tiene tiempo para leer periódicos. Oiga, pues no le digo el tiempo que se dedica a no leerlos, porque estamos todo el día enganchados, yo el primero.
Buena reflexión...
La prensa ha tenido siempre una mala salud de hierro y por lo tanto desaparecerán y aparecerán periódicos revistas y webs. No hay futuro sin periodismo, y por eso es tan importante ir con cuidado, porque como nos carguemos el periodismo, nos cargaremos la sociedad y la civilización. Sin periodismo no hay civilización y no hay futuro.
Da importancia a géneros como las entrevistas o los perfiles.
O las necrológicas, un género fantástico, y a veces no les dedicamos suficiente espacio. Y estamos todo el día con declaraciones y declaraciones de políticos. En el periodismo no todo son casos Watergate. Yo estuve en el año 78 en Nueva York con una beca de la Fundación Ford, y recuerdo una sección en The New York Times que se publicaba una o dos veces a la semana llamada About New York, pequeñas historietas que enviaban los lectores de conversaciones cogidas a lazo, a modo de anécdotas que definían el carácter de los neoyorquinos.
Interesante...
Era una de las secciones más leídas y se han llegado a publicar libros recopilatorios, porque sociológicamente te describen un Nueva York que ni sociólogos ni historiadores han sido capaces de recoger.
Desde ese optimismo que enarbola, habla en su libro de la inteligencia artificial.
Que es muy útil, pero que tampoco va a cambiar el mundo. Recuerdo muchas veces una frase de Pablo Picasso, al que le preguntaron sobre las computadoras. Dijo que eran inútiles porque solo podían dar respuestas (se ríe). Lo importante son las preguntas. Saber qué hay que preguntar y lo que quieres conocer. La inteligencia artificial es un avance en muchos aspectos, supondrá la amenaza de muchos puestos de trabajo que hacían tareas burocráticas y rutinarias. Adelante con la inteligencia artificial, porque al periodismo no lo va a sustituir, lo va a mejorar, seguro.
Hay una metáfora ilustrativa, la que dijo hace décadas un director de ‘The New York Times’, Abe Rosenthal.
Un estudiante le preguntó cuál era el secreto del diario. Rosenthal tenía una mala leche impresionante, era absolutamente odiado y temido. Era un bicho, pero un tío muy listo. Yo creo que fue el mejor director que ha tenido nunca The New York Times, pero era una bestia parda. Y contestó que la fórmula era muy sencilla, que cuando se quiere mejorar una sopa de tomate solo hay dos fórmulas, meterle más agua o más tomates. ‘Nosotros, hemos decidido añadirle tomates’, afirmó. Es como el cacao, que sin este no hay chocolate.