- Explíquenos qué es el periodismo constructivo.

-Es una forma de mirar la realidad, de comprometerse con ella, y de contarla, que es complementaria a la tendencia mayoritaria. Hay un sesgo negativo claro en los medios, a contar lo peor, lo que no funciona. Que es una labor esencial del periodismo, denunciar lo que no funciona, y eso nos permite también avanzar como sociedad democráticas, pero no es la única.

¿Una tendencia incluso vocacional?

-Claramente. Pero hay un claro sesgo negativo en los últimos 50 años. Y digo 50, porque el caso Watergate marca mucho. El periodismo de investigación y ese caso como paradigma, de cómo hacer caer a un presidente de EEUU, marca mucho las expectativas sociales sobre el periodismo.

Constatando hechos gravísimos.

-Total. Pero ese modelo es un modelo muy aspiracional. Tanto para los periodistas, como para los propios ciudadanos, que las expectativas que tienen muchas veces sobre el periodismo han sido esas y muchas veces lo han demandado a los periodistas y los premios se han concedido a ese tipo de periodismo. Y luego, porque nos han entrenado a los periodistas para ser muy críticos, para dudar de todo, para no ser ingenuos, y sobre todo, no parecer ingenuos. Entonces, en ese caso, a veces, nos vamos a otro extremo.

¿Qué aporta el periodismo constructivo?

-Una mirada complementaria que tiene que ver con escuchar más, con tender puentes, con evitar la polarización, con mirar más al futuro, con explorar y analizar con mucho rigor qué soluciones se están poniendo y qué iniciativas hay para resolver los grandes desafíos sociales que tenemos, que no elude los problemas, pero sí los aborda desde la perspectiva de las iniciativas.

Y eso...

-Lo que aporta es esperanza, que es muy necesaria. Y sobre todo aporta inspiración para actuar, que es algo que los ciudadanos demandan. Porque si el periodismo no muestra qué es posible hacer algo, el riesgo es la apatía. Si mostramos los problemas como inalcanzables, magníficos, irresolubles, lo más normal es que la gente dé un paso atrás, lo vea con esa pasividad, incluso con miedo, que es muy paralizante, y sean espectadores de la realidad. Sin embargo, si mostramos los problemas y sus consecuencias, explicamos que son muy complejos y les ayudamos a entender, y además mostramos iniciativas que hay para resolverlos y qué logros están teniendo y qué logros no tienen, y qué dificultades encuentran y cómo nos inspiran, probablemente...

Los ciudadanos verán asideros para implicarse.

-Absolutamente.

Y sin embargo, se han convertido en víctimas de un bombardeo masivo en el que todo es redundante.

-Claro, hay sobreinformación. Se genera muchísima más información de la que somos capaces de digerir, y eso produce un cansancio y una fatiga enorme. Además de eso, hay una aceleración del relato informativo. Es decir, lo nuevo es realmente lo importante. Lo urgente es lo importante. Es una cascada interminable, especialmente en el ámbito digital.

Y todo a mano.

-Claro. Y luego está la distracción, especialmente derivada del uso del teléfono móvil, que nos hace llegar constantemente impulsos. En ese mismo dispositivo consumimos información, que compite con un montón de estímulos distintos. Y además, los medios de comunicación somos ya solo una pequeña parte de los emisores de información y en todo ese contexto, el hastío es algo muy relevante. La polarización política y social también es relevante. Los medios nos hemos hecho eco en ocasiones de esa polarización.

¿Y cómo se sale de eso?

-Los periodistas tenemos la responsabilidad de generar espacios de conversación diferentes.

¿Es el momento de un periodismo así cuando el mundo va tan acelerado? ¿Cree que se valorará?

-Claramente es el momento. Siempre ha sido el momento más constructivo, más orientado a las soluciones. Hay muchos estudios que avalan que las personas que consumen periodismo de soluciones y periodismo constructivo lo notan y permanecen además más tiempo leyendo esas informaciones, visitan más el medio, quieren volver a leer artículos de ese tipo y de ese autor. Hay impacto en el modelo de negocio, en muchos casos. Hay un contexto internacional a favor de un movimiento así.

¿Es el periodismo de soluciones mejor que el tradicional?

-El periodismo constructivo es buen periodismo, igual que el periodismo de denuncia lo es. Pero investigar con rigor lo que funciona y tratar de implicar y de involucrar a los ciudadanos, creo que se debería hacer más, sobre todo se debería hacer de forma más consciente. Creo que deberíamos pensar para qué lo hacemos y tenemos la oportunidad de compartirlo con los ciudadanos, decirles: estamos haciendo esto porque queremos compartir esto. Creo que en un contexto como el de hoy, en el que muchos medios están virando de la cantidad a la calidad ,y de la búsqueda del click a toda costa a la suscripción digital, es una diferenciación muy relevante apostar por este tipo de periodismo.

Todo apunta a que tendremos que trabajar con pico y pala para recuperar ese espacio en la sociedad.

-Sin duda que hacer este tipo de periodismo es más costoso, sobre todo al principio, requiere de recursos, dedicar tiempo, requiere compromiso y una visión a medio y largo plazo, sin duda. Pero hay editores en Europa que están trabajando en este tipo de periodismo como forma para tratar de recuperar la confianza de los lectores. En España, según los últimos datos del Instituto Reuters, el 36% confía en los medios, que es el dato más bajo de los últimos diez o quince años y está por debajo de la media europea. Reporteros sin Fronteras en abril destacaba en su informe la desconfianza en los periodistas, producto de la polarización especialmente. Y el Eurobarómetro también destacaba un claro caso de falta de confianza sobre los medios en España.

Vamos al otro lado, a los receptores de nuestros mensajes. ¿Qué tenemos delante? ¿Una sociedad empoderada, desinformada...? ¿Qué opina usted de la teoría de la conspiración constante?

-Más allá de las impresiones personales que todos tenemos de las personas que nos rodean, los ciudadanos han percibido que había sesgo ideológico en la cobertura del coronavirus, por ejemplo; los niveles de confianza en los medios son bajos, pero es alta la consideración que tienen de los medios o la importancia que creen que los medios tienen para la sociedad. Ahí hay una oportunidad.

¿Por qué?

-Hay datos muy alentadores como este de la importancia que creen que tienen los medios y otros datos de la corresponsabilidad que los ciudadanos creen que tienen en la resolución de los temas sociales. Más de la mitad, el 57%, considera que no solo es responsabilidad de las administraciones públicas, gobiernos, empresas y las instituciones resolver los problemas, sino que consideran que los ciudadanos son corresponsables. De manera que hay una implicación de las personas para actuar y un periodismo más orientado a soluciones da herramientas para ello a los ciudadanos.

¿Carga positiva necesitamos?

-Pero esa carga positiva rigurosa y basada en datos. Hay estudios que vinculan la desesperanza con la inacción en el cambio climático. Necesitamos ver que se puede para intentarlo.

¿Y qué hay del riesgo de intentar darle al lector lo que busca?

-Creo que eso está en parte superado en muchos medios, por eso creo que el modelo de suscripciones digitales ayuda a que el click no sea tan importante. El saber que está consumiendo el usuario, claro que nos puede dar una idea y es muy relevante, pero si la única métrica que utilizamos es cuántas personas están leyendo ahora esta noticia... Necesitamos tener indicadores cualitativos. Qué huella ha dejado en ellas, que han hecho esas 3.000 personas después, cuántas han vuelto a mi medio, cuántas se han suscrito. Los contenidos de periodismo constructivo generan mucho compromiso y lealtad en los lectores.

"Hay un claro sesgo negativo en el periodismo de los últimos 50 años, a raíz del 'caso Watergate', a contar lo peor, lo que no funciona"

"Si mostramos los problemas como irresolubles, es normal que la gente dé un paso atrás y lo vea con pasividad; hay otra forma de contar las cosas"