Música maliense y té en el barrio donostiarra de Amara Berri
Este sábado ha tenido lugar una nueva iniciativa para tender puentes entre el vecindario y los migrantes africanos solicitantes de asilo que viven en la calle
El proceso de diálogo iniciado hace semanas entre el vecindario del barrio donostiarra de Amara Berri y las decenas de jóvenes malienses solicitantes de asilo que viven desde hace meses en la calle ha vivido este sábado un nuevo capítulo. “Vecino, ven a tomar té y escuchar música en vivo con los chicos de Mali”, invitaba el cartel del evento organizado, que ha incluido una jam session de la mano de los propios jóvenes africanos, bajo el lema Ningún ser humano es ilegal.
Una cita musical que ha supuesto un nuevo paso en el deseo de tender puentes. En la actualidad son numerosas las asociaciones implicadas en este movimiento vecinal que ha llevado a cabo diferentes iniciativas. Una de ellas fue el “almuerzo solidario” organizado hace dos semanas "para potenciar la convivencia entre iguales. Una cosa es que ellos estén en la calle y nosotros en casa. Consideramos que todos somos iguales, y apostamos por la convivencia", subrayan las entidades sociales.
Tras esta iniciativa está el grupo Ama Berri Ehuntzen (tejiendo el barrio de Amara Berri), que trabaja en varios frentes, haciendo posible que a su vez el pasado fin de semana fueran los propios malienses quienes cocinaran un típico plato de su país como muestra de agradecimiento a las personas que les ayudan en el día a día.
Nuevo acto de hermanamiento
El nuevo acto de hermanamiento ha llegado una semana después, cuando la música africana y la convivencia se han convertido en lenguajes comunes en el barrio. ‘Les Griots du Mali’, los chicos de la plaza, han dado muestras de su talento con instrumentos tradicionales y modernos, en un ambiente que ha buscado seguir tendiendo puentes, a la espera de que se vaya despejando la situación administrativa de estos jóvenes, obligados a pernoctar en la calle por la saturación de los recursos de acogida.
Estos jóvenes han llegado al territorio tras el endurecimiento de la política migratoria del Estado francés. De hecho, la mayor parte de ellos había alcanzado suelo galo y han sido devueltos en aplicación del Reglamento de Dublín, que establece que el primer país de la Unión Europea por el que un solicitante de asilo entra es el responsable de tramitar su solicitud.
Tras el compás de espera que han vivido durante meses, esta semana se ha conocido que una treintena de migrantes ha podido acceder a la red de acogida, aunque la situación está lejos de reconducirse definitivamente. Así lo expresaba esta semana a este periódico Itziar Salegi, coordinadora del plan de acción que se está llevando a cabo desde la Asociación de Vecinos de Amara Berri para ayudar a estos jóvenes.
"La situación ha venido para quedarse. Tenemos que buscar soluciones estructurales. En Gipuzkoa está la situación a tope, y quizá por eso les están desplazando a Andalucía. Aquí las instituciones no están ofreciendo la cobertura necesaria para que, en Donostia, no tengamos que pasar la vergüenza de ver cómo en una sociedad como la nuestra, en la que tenemos tantos recursos, dejemos en la calle a tanta gente. Es lamentable que no sepamos compartir nuestros recursos", denunciaba. "Que nadie piense que por trasladar a los 60 malienses que ha habido hasta ahora se ha solucionado el problema", advertía.