La necesidad de brindar una acogida más digna a las decenas de migrantes de Mali solicitantes de asilo que desde hace meses viven en situación de calle en Donostia comienza a pasar de las palabras a los hechos. Según ha podido saber este periódico, el lunes partió rumbo a Cádiz un autobús con una veintena de jóvenes, en el marco de un traslado coordinado por la red de acogida vasca.
No se trata del único movimiento que se ha producido en los últimos días para intentar reconducir la delicada situación del colectivo. Quince de los jóvenes que vivían hasta ahora con lo puesto en el barrio donostiarra de Amara han podido acceder ya a recursos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Euskadi y otros cinco lo harán a lo largo de esta semana, según han confirmado a este periódico fuentes de la entidad. Además, está previsto que otros seis jóvenes sean trasladados a otros dispositivos de acogida vascos en los próximos días.
Son algunas de las principales novedades en torno a un colectivo, cuya situación denunció NOTICIAS DE GIPUZKOA, que ha dado muestras en todo momento de un comportamiento intachable y para el cual se siguen demandando más actuaciones. Itziar Salegi es coordinadora del plan de acción que se está llevando a cabo desde la Asociación de Vecinos de Amara Berri para ayudar a estos jóvenes. Se muestra crítica con la respuesta institucional.
"La situación ha venido para quedarse. Tenemos que buscar soluciones estructurales. En Gipuzkoa está la situación a tope, y quizá por eso les están desplazando a Andalucía. Aquí las instituciones no están ofreciendo la cobertura necesaria para que, en Donostia, no tengamos que pasar la vergüenza de ver cómo en una sociedad como la nuestra, en la que tenemos tantos recursos, dejemos en la calle a tanta gente. Es lamentable que no sepamos compartir nuestros recursos", denuncia. "Que nadie piense que por trasladar a los 60 malienses que ha habido hasta ahora se ha solucionado el problema", añade.
Estos jóvenes han llegado al territorio tras el endurecimiento de la política migratoria del Estado francés. De hecho, la mayor parte de ellos había alcanzado suelo galo, y han sido devueltos en aplicación del Reglamento de Dublín, que establece que el primer país de la Unión Europea por el que un solicitante de asilo entra es el responsable de tramitar su solicitud.
“Por mucho que vayan a Francia, Francia les dice que el primer país al que han llegado es el que tiene que darles el asilo político, y en ese sentido es a España a quien corresponde tramitar esas peticiones", remarcan las fuentes consultadas.
Un conflicto que les empuja a Canarias
En ese sentido, el agravamiento del conflicto en Mali ha empujado a miles de refugiados hacia Canarias. El país africano se ha convertido desde el mes de marzo en la principal nacionalidad de llegada al archipiélago, un dato importante teniendo en cuenta que el 90% de los migrantes que atraviesan el paso fronterizo de Irun proceden de esta ruta.
En el conjunto del Estado es la tercera nacionalidad solicitante de asilo, con un total de 10.673 peticiones, registrando un crecimiento “exponencial” con respecto a las 1.345 solicitudes presentadas en el año 2023, según refleja CEAR. Este creciente empuje migratorio ha provocado una “saturación” de los recursos de acogida.
Fuentes de la Delegación del Gobierno en el País Vasco consultadas este martes por NOTICIAS DE GIPUZKOA han reconocido que “se está trabajando para agilizar las citas, de manera que puedan iniciar el proceso de petición de asilo”, y una vez cumplimentado este trámite “se les va a intentar derivar a las plazas que haya libres”, tanto en Euskadi como en el resto del Estado. “El problema es que el sistema está muy saturado en toda España”, reconocen las mismas fuentes.
La delegada del Gobierno español en la Comunidad Autónoma Vasca, Marisol Garmendia, destacó el viernes de la semana pasada que se ha producido un incremento de cerca de un 150% del número de personas de Mali que están pidiendo asilo político en el Estado, por lo que están tratando de "agilizar" los primeros trámites ante la Policía Nacional, que son los que les dan "derecho y cobertura a acceder a la red de acogida".
Un incremento "exponencial"
"El incremento ha sido exponencial y cuando se les traslada a los centros que tenemos tanto en Euskadi como en el resto de España, llegan otros también. En ese sentido es difícil gestionar esta situación, pero el Ministerio de Inclusión está haciendo todo lo posible, agilizando los trámites con la Policía Nacional y distribuyendo, una vez de que entran en la red de acogida, a estas personas peticionarias de asilo por toda España", manifestó. A este respecto, desde CEAR en Euskadi han indicado a este periódico su disposición a “seguir trabajando en coordinación con otras plazas de CEAR a nivel estatal para trasladar lo más rápido posible a las personas en situación calle y darles alojamiento”.
El trabajo también se está realizando a nivel de barrio. Salegi explica que comenzaron a organizarse en red tras recibir llamadas de vecinos que "se ponían en contacto con nosotras no precisamente por la empatía que sentían hacia los malienses. Pedían hacer lo que fuera para que se marcharan, al entender que degradaban el barrio. Era una situación de rechazo, de la que afloraba una cultura del odio. Fue entonces cuando pensamos que había que canalizar las cosas de otra manera”, rememora.
Salegi rehuye del concepto de “caridad”. Entiende que la situación que se ha planteado en el barrio de Amara requiere de una respuesta basada en principios humanos. “No queremos caridades, queremos que se respeten los derechos de todas las personas, y a partir de ahí, antes de ponernos en contacto con el Ayuntamiento, nos propusimos hacer un buen diagnóstico de la situación. Necesitábamos saber qué estaba pasando, y necesitábamos que estuviera todo el barrio unido. Ése fue el inicio”, explica Salegi.
En la actualidad hay numerosas asociaciones implicadas en este movimiento que ha llevado a cabo diferentes iniciativas. Una de ellas fue el “almuerzo solidario” organizado hace dos semanas "para potenciar la convivencia entre iguales. Una cosa es que ellos estén en la calle y nosotros en casa. Consideramos que todos somos iguales, y apostamos por la convivencia", subraya.
'Tejiendo' el barrio de Amara Berri
Tras esta iniciativa está el grupo Ama Berri Ehuntzen (tejiendo el barrio de Amara Berri), que trabaja en varios frentes, solicitando tanto reuniones con la Diputación como haciendo posible que este pasado fin de semana hayan sido los propios malienses quienes hayan cocinado un típico plato de su país como muestra de agradecimiento a las personas que les ayudan en el día a día.
Dentro de este espíritu de colaboración hay también previsto un concierto interpretado por músicos vascos y malienses. El recital tendrá lugar el próximo domingo a las 11.00 horas durante las fiestas del barrio, y se anima a la ciudadanía a que acuda.
Dentro de las actividades que están llevando a cabo se ha creado también un chat integrado por medio centenar de voluntarios, que se llama Amara Berri Laguntzen. Este colectivo agradece a Kaleko Afari Solidarioak que sigan ofreciendo una cena caliente al día a las personas que más lo necesitan. "Ya que las instituciones no hacen nada, al menos gracias a esta iniciativa que se inició hace tres años por lo menos les alimentan una vez al día", subraya Salegi.
Los vecinos de Amara Berri han comenzado a repartir desayunos. "Todo comenzó de manera espontánea, con una mujer que bajó con su carrito, a la que se fueron sumando más vecinas. A partir de ahí, dentro de esta linea organizativa, contamos con un equipo de desayunos con una persona al frente. Estamos haciendo aportaciones económicas porque las instituciones no los alimentan", denuncia la asociación, que ha hecho un listado de las necesidades que pueden llegar a tener las personas que se encuentran en la calle.
Así, además del equipo de desayunos se ha creado otro de clases de castellano, y un tercero para ayudarles a la hora conseguir una cita con la Policía Nacional. Todos los lunes, de 16.00 a 18.00 horas, el instituto armado habilita una línea telefónica con la que pedir día y hora para hacer la solicitud de protección internacional. "A pesar de ser tan importante la cita, son tan solo quince las que se pueden conseguir a la semana en toda Gipuzkoa. Así, tenemos a los 60 malienses llamando desesperados, y cuando consiguen contactar le pasan la llamada a un voluntario que les ayuda". En realidad, como dice Salegi, establecer ese primer contacto telefónico no es más que un primer paso porque "a partir de ahí la cita puede llegar meses después, lo que les aboca a seguir en la calle", señala Salegi, que menciona, entre otras actividades que están llevando, acompañamientos al médico o el propio reparto de ropa.