Diversas asociaciones y colectivos de Amara Berri organizaron ayer, domingo 29 de junio, un “almuerzo solidario” con los jóvenes procedentes de Mali que llevan semanas pernoctando en los soportales del entorno de la plaza de Cofradías, en las proximidades de la Comisión de Ayuda al Refugiado de Euskadi, CEAR.

Con este hamaiketako, vecinas y vecinos han querido evidenciar su total repulsa ante algunas pintadas y carteles de carácter racista aparecidos en el entorno.

El ambiente, han relatado a NOTICIAS DE GIPUZKOA algunos de los asistentes, fue inmejorable y la cita sirvió para conocer de primera mano el testimonio y las vivencias de estos jóvenes que han tenido que huir de un país en situación de guerra.

El buen ambiente reinó toda la mañana N.G.

En el encuentro de ayer, vecinas y vecinos optaron por identificarse poniéndose una pegatina con su nombre, al igual que hicieron los jóvenes de Mali.

“Esta mañana han podido saciarse algo que, lamentablemente, no pueden hacer todos los días. Pese a las dificultades lingüísticas nos hemos conocido y entendido un poco”, ha explicado los vecinos.

Y ante la adversidad y la frustración de ver cómo pasan los días sin que puedan avanzar con su solicitud de asilo y refugio, el del domingo fue un pequeño oasis en el que hubo algún momento para “la música, las fotos y el baile”.

"Desesperación"

Con el paso de los días estos jóvenes “tranquilos y suaves”, empiezan a manifestar su “desesperación” por no poder llegar a obtener el refugio que buscan.

La oficinas de CEAR, ante las que llevan viviendo semanas porque es donde encuentran interlocución, se quedan pequeñas para atender sus necesidades, incluso las de cargar su móvil.

Los representantes vecinales, con el almuerzo solidario del domingo quieren también lanzar un llamamiento a las instituciones, en concreto al Ayuntamiento de Donostia y la Diputación de Gipuzkoa, para que tomen cartas en el asunto.

“No pueden seguir en estas condiciones, llevan dos meses en la calle, necesitan un lugar donde asearse, donde dormir, no sabemos si podría ser en el Gasca o en el Atano, pero hay que pensar en algo”, subrayan los vecinos.

Vecinas y vecinos comparten impresiones con los jóvenes N.G.

“Van también al centro cultural Ernest Lluch y estamos intentando que les den clases de castellano”, añaden los vecinos, que informan que, en la actualidad, estos jóvenes en busca de un estatus de refugiado son mayoría entre las personas que acuden a las cenas que ofrecen algunos colectivos del barrio.

Y es que, lamentan, no hay visos de que la situación de estas personas vayan a cambiar en breve. “Esto va para largo, necesitan su carné de refugiado. Son jóvenes, tienen 20 o 21 años y están en la calle un día tras otro”. “Les dan cita en la Policía Nacional a un máximo de 16 personas a la semana, y luego a estos la siguiente cita se la dan a los tres meses”, explican.

Cara y cruz

Las asociaciones y colectivos del barrio quieren dar “un toque” a las instituciones.

La iniciativa del domingo, han destacado, ha tenido “una cara y una cruz”. La cara, subrayan, es la actitud de vecinas y vecinos que no solo en esa ocasión puntual sino “diaria u ocasionalmente” dan alimento a estos jóvenes. “Mención especial merecen las entidades que hacen posible que este y otros colectivos accedan al menos a una comida caliente al día”, han añadido.

La cruz, a su entender, es la falta de respuesta de las administraciones que, lamentan, “parecen vivir totalmente ajenas a los problemas corrientes de vecinas y vecinos”.