El 19 de octubre de 2016 se quebró algo, dando origen a una guerra en toda regla en la que se produjeron episodios lamentables. Dos extremos: pastores y ganaderos por un lado; y ecologistas por el otro. En el medio, quienes debían decidir, 15 ayuntamientos que primero estaban todos de acuerdo en construir pistas y luego fueron cambiando de opinión hasta conformar mayoría y decidir que no.
Aquel día, la Mancomunidad de Enirio-Aralar acordó seguir adelante con la construcción de varias pistas de montaña en la sierra de Aralar, tal y como se había previsto ya en 2003. Desde entonces, ya existía una reivindicación importante por parte de ganaderos y pastores para mejorar los accesos al parque natural, donde todos los veranos, desde mayo hasta noviembre, pastaban entonces cerca de 19.000 cabezas de ganado: 17.000 ovejas, 900 vacas y 800 yeguas.
Fue a partir de 2015 cuando las instituciones decidieron romper una lanza en favor del sector ganadero y mejorar las infraestructuras para desempeñar su labor en Aralar, con un plan de acción para el periodo 2015-2019 que saltó por los aires y desató una guerra política.
La de octubre de 2016 en el Ayuntamiento de Ordizia fue una reunión tensa y dura. Duró más de tres horas y en ella hicieron acto de presencia activistas ecologistas que unos días antes habían iniciado una campaña en redes sociales divulgando imágenes de las excavadoras habilitando la primera pista (grava y arena) de 1,5 kilómetros desde la zona de Intzensao hasta Goroskintxu.
Presión ecologista y votación
De hecho, el colectivo ecologista Landarlan había concentrado en el exterior de la reunión a decenas de personas protestando contra las pistas.
Nueve de los 15 municipios que conforman la mancomunidad (Ordizia, Beasain, Lazkao, Altzaga, Arama, Ataun, Gaintza, Amezketa y Abaltzisketa) dieron su visto bueno a la aprobación del plan, que consideraba prioritario en 2017 y los posteriores años habilitar pistas para incentivar la actividad ganadera.
Precisamente, en 2017 se debía prolongar la pista que partía desde Intzesao (1,5 km.) hasta 4,4 kilómetros, alcanzando una cota de 1.120 metros de altitud, en Saltarri. Se opusieron Zaldibia, Itsasondo, Legorreta, Ikaztegieta y Baliarrain, mientras que Orendain no se presentó a la reunión.
Vuelco político
Esta pugna, con diferentes concepciones sobre la gestión de Aralar y su conservación, se trasladó al ámbito político (el PNV lideraba la Diputación de Gipuzkoa), y pronto la mayoría de ayuntamientos de EH Bildu en la Mancomunidad se alinearon en contra de la ampliación de la red de pistas, lo que provocó que no se construyeran y el consiguiente malestar de pastores y ganaderos.
Lo que vino después fue desagradable. Años de tensión, con denuncias ante los juzgados por parte de colectivos ecologistas a responsables de la mancomunidad, sabotajes y ruptura de relaciones entre sindicatos agrarios y la propia mancomunidad.
Sin tregua
El colmo fue un tiro en la frente a una vaca del alcalde de Abaltzisketa, defensor de los pastores y las pistas, que consideró aquel acto como “un mensaje a mi persona”. Para entonces, se habían registrado ya sabotajes a las excavadoras que hacían la primera pista, a cercas y vallados e instalaciones para la producción de queso, según denunció el propio alcalde.
En 2017 se produjo otro hecho lamentable, cuya autoría tampoco pudo dirimirse, como fue el incendio de la sociedad de Oidui, en febrero de 2017. Éste sí concitó el rechazo unánime de los 15 ayuntamientos que componen la Mancomunidad de Enirio-Aralar y también de ganaderos, pastores y grupos conservacionistas y ecologistas.
Años después, la Justicia terminó archivando, tras “cuatro años de periplo judicial”, las dos denuncias de los colectivos ecologistas Landarlan y Eguzki contra la entonces directora de Montes de la Diputación, Arantxa Ariztimuño (EAJ-PNV) y los responsables de la Mancomunidad, concejales de los municipios (de diferentes partidos) que votaron a favor de las pistas en 2016.
El fin a las hostilidades, al menos las políticas y confesables, se produjo el pasado 14 de mayo, con la firma de un convenio entre la Diputación y la Mancomunidad para la gestión del parque natural hasta 2035. Un plan que contempla la construcción de tres pistas a zonas estratégicas, y no a todas las bordas, como se contempló en su día.
Las negociaciones entre la Diputación de Gipuzkoa y la Mancomunidad de Enirio-Aralar, presidida por el Ayuntamiento de Ordizia, llevan produciéndose prácticamente desde el principio de la legislatura actual, en 2021 y han dado sus frutos.