Bilbao – Es la peor expresión, si es que eso es posible, de la violencia machista: la que ejerce el agresor no solo sobre la mujer, sino atacando lo que más quiere, que son sus hijos. Y con el asesinato de Eva Yasmina ayer en Larraskitu, son ya 64 los menores que han fallecido a manos de sus padres en el Estado español desde 2013, cuando comenzaron los registros. Las estadísticas de la Secretaría de Estado de Igualdad y para la Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres no contabilizaban ninguno en Euskadi.
El caso de José Bretón marcó un antes y un después: en 2011 mató a sus hijos, Ruth y José, de solo seis y dos años en Córdoba e intentó deshacerse de ellos quemando sus cuerpos en una hoguera. Lo hizo para vengarse de su exmujer, después de que esta decidiera separarse. En aquel momento el concepto de violencia vicaria no estaba tan extendido y, pese a que se le condenó a 40 años de prisión, sus cargos solo fueron por asesinato, con la concurrencia de agravante de parentesco. En ningún momento se tuvo en cuenta el daño que provocó a su exmujer.
El concepto de violencia vicaria fue acuñado y definido en 2012 por la argentina Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y perita judicial, experta en victimología y violencia contra las mujeres, sus hijas e hijos. Se define como aquella violencia contra la madre que se ejerce sobre las hijas e hijos con la intención de dañarla por interpósita persona.
En el Estado, este tipo de asesinatos solo empezaron a contabilizarse a partir de 2013. Desde entonces, e incluyendo la menor bilbaina, son ya 64 los niños y niñas que han fallecido a manos de sus progenitores como una forma de venganza hacia sus parejas. En este año, la menor bilbaina es la segunda asesinada, después de que el 1 de abril un hombre matara al hijo de cinco años de su expareja en Murcia. No constaban denuncias previas por violencia de género contra el agresor.
En Euskadi, hasta ahora, no se había contabilizado ninguno. Eso sí, según los datos de Satevi, más de 1.200 menores vascos conviven con la violencia machista, es decir, “se encuentran en riesgo de desprotección estando expuestos a la violencia directa” que sufren por parte de sus progenitores.
Datos
Es una violencia que, además, se va agudizando con los años. El de 2024 fue, junto al de 2015, el más sangriento de toda la serie: sus padres se llevaron por delante la vida de nueve niños: tres en Andalucía, otros tantos en Castilla-La Mancha y el mismo número en Catalunya. En 2015 los asesinatos se produjeron en Andalucía (1), Catalunya (2), la Comunitat Valenciana (4) y Galicia (2). También trágicos fueron 2017, con ocho pequeños asesinados; 2018 y 2021, con siete cada uno de ellos, y 2013, con seis. Desde que empezaron a contabilizarse no ha habido un año en el que no se haya producido un asesinato vicario. Respecto a la edad de las víctimas, cuatro ni siquiera habían cumplido su primer año; once tenían entre 1 y 2 años; siete, entre 3 y 4; doce, entre 5 y 6; diez, entre 7 y 8; siete, entre 9 y 10; seis, entre 11 y 12; tres, entre 13 y 14, y otros tantos entre 15 y 17.
Como al parecer ha ocurrido en este último caso, en la mayoría de los asesinatos no constaban denuncias previas: solo en 22 de los 64 la madre, su familia o allegados habían alertado de la situación de riesgo en la que se encontraban. No es de extrañar, por lo tanto, que únicamente once de ellos contaran con medidas de protección, aunque solo ocho estaban en vigor en el momento de producirse los hechos.
Tras matar a sus hijos, 22 de los asesinos terminaron con su propia vida y otros siete trataron de hacerlo, aunque no llegaron a consumar la tentativa de suicidio.