La veterinaria, su pasión, es un oficio que probablemente por su origen rural no ha tenido todo el reconocimiento que merece. Etxaniz, colaborador de este periódico ha dedicado un “pequeño homenaje a un montón de gente” que ha ejercido la profesión veterinaria en nuestro territorio con un libro que conmemora los 125 años de historia del Colegio Oficial de Veterinarios de Gipuzkoa.

¿Ha cambiado mucho la profesión en estos 125 años?

En su día, la veterinaria era una profesión para hombres; había algunas mujeres anecdóticas y casi la única salida profesional era la veterinaria rural. El veterinario del pueblo, el chapilla de caseríos, los partos de las vacas y de las yeguas. Y más adelante, nos vemos obligados a llevar el control alimentario y estamos ya metiéndonos en otra especialidad de la veterinaria, desde el nacimiento del ternero hasta que se convierte en filete en el plato de tu casa.

Estaba repasando la lista de colegiados y colegiadas que recoge en su libro y veo que de los últimos 20 que tenemos hasta abril de este año, 16 son mujeres.

En este momento, el 75% de la colegiación son mujeres. Y en las facultades era el 80%, pero es un dato engañoso. La situación de la veterinaria no es tan boyante. Hay mucho mileurista en las clínicas, mucha explotación de veterinarios y veterinarias. Y mucha gente que al tercer o cuarto año de trabajo se frustra y abandona la profesión, debido a esas condiciones. Es una profesión muy vocacional. Y luego mucha gente procedente del animalismo de Walt Disney ve que la realidad es la que es y que esto no da, y al final la gente se cruza. 

¿Ha cambiado mucho la profesión en los últimos años?

Mucho. Nosotros éramos una profesión taurina en mi época, y más que menos, te gustaban los toros; los toreros, menos. Era muy habitual que el veterinario fuera a las corridas cuando estas se hacían su pueblo, porque el reglamento manda que vayan para hacer la inspección en vivo y comprobar si el animal reúne condiciones para ser toreado. Y luego hay otra inspección que también se hacía, una vez muerto el animal, para ver si es apto para alimentación. Hoy, ha cambiado todo esto; te encuentras que ya no hay veterinarios que quieran hacer eso, son todos antitaurinos. De hecho, un porcentaje alto de alumnos en la facultad además son veganos. Ha cambiado todo.

“Le estamos faltando el respeto a los animales. Muchos los están humanizando y creo que ese es un error que pagaremos”

¿Es necesario que le gusten los animales a uno para ser veterinario? 

A mí me dicen: tú que eres veterinario, te gustarán los animales. Pues sí, pero hasta cierto punto. Sé cuál es la posición del animal y cuál es la mía. El problema es que gran parte de la sociedad actual ha confundido eso y, a mi juicio, le está faltando respeto al animal, porque ya lo considera un humano y no lo es. Están humanizando a los animales y eso yo creo que es un error que pagaremos: durará 10 o 12 años, luego dará la vuelta.

José Manuel Etxaniz ha escrito el libro conmemorativo de los 125 años del Colegio Oficial de Veterinarios de Gipuzkoa Ruben Plaza

¿Cree que nos estamos pasando?

Claro, y no es normal. Como me decía no hace mucho un compañero que tiene clínica de pequeños animales: que te vengan porque de repente deje de gustarle un programa de televisión y les extrañe a los dueños. Eso está pasando. O el otro que dice que él es vegano y quiere que su gato también lo sea. No, mira, este gato está programado para ser carnívoro y cazador.

Hemos pasado de exterminar todo bicho viviente de forma preventiva al otro extremo.

Muy rápidamente y no nos hemos dado cuenta. Yo suelo decir que desaparecemos como especie.

Pero es cierto que ahora se respeta más a los animales y que ahí teníamos un déficit.

Sí. Había muchas burradas. Pero conviene evitar estridencias. La carrera de burros típica antes era una cosa típica en las fiestas de los pueblos. Eso ahora se quita porque el burro está sufriendo. El burro ha sido utilizado como bestia de carga siempre, desde Mesopotamia. Ahora hemos pasado a tener al burro como animal de compañía.

¿Qué es lo que más ha cambiado en la profesión?

Bueno, en este momento la clínica de grandes animales. Por ejemplo, una explotación vacuna hoy nada tiene que ver con la que yo me encontré cuando empecé a ejercer en el año 1978 en Zumarraga. Yo me acuerdo que en el caserío Sagastiberri de Ormaiztegi tenían 20, 25 vacas muy buenas de exposición, José Ignacio Oiarzabal. Ellos no salían de casa nunca y tenían una cuadra amplia, ventilada. No era lo normal. Lo habitual es que la cuadra estuviese sucia, sin ventilación y por lo tanto, las vacas enfermas. La mayoría con tuberculosis, que además terminaba contagiándose al humano. 

“En este momento, tenemos la gripe aviar aquí bien cerca. Nos debemos vacunar todos, pero no se vacunará nadie”.

Eso ha cambiado ya.

Eso desapareció con aquellas campañas de saneamiento ganadero que empezamos con el apoyo del Gobierno Vasco. Costó mucho y hubo que sacrificar muchas vacas, pero se erradicó. Hoy no hay vacas tuberculosas en Gipuzkoa. Eso sirvió para que muchos ganaderos se jubilaran. Los más jóvenes fueron poniendo explotaciones más grandes, con más cabezas. Y detalle importante: fuera. Se acabó la cuadra cerrada. Y eso supuso entre otras cosas, un aumento de producción, y la entrada de otra especialidad dentro de la veterinaria, la genética.

Veterinario trabajando en una explotación de vacas de leche en Gipuzkoa (Aia)

¿Hemos mejorado la ganadería?

Estando de veterinario en Zumarraga, yo solía organizar un par de veces al año una excursión a ver explotaciones modelo. Una vez fuimos a Tauste Ganadera, una explotación de más de 1.000 vacas de leche. Allí las vacas estaban separadas según el nivel de producción. Las que más producían consumían más y determinado pienso con su fórmula específica, mientras que las que estaban en gestación, tenían otra comida. La media era que cada vaca produjera 30-35 litros de leche al día. Y claro, mis caseros se quedaban con la boca abierta: Hau ez da posible. Aquí estaríamos en 15 litros entonces. Hoy en Gipuzkoa, la peor vaca que tengamos de leche produce más de 40 litros de leche al día.

¿Y cómo hemos llegado a eso?

Pues con genética y alimentación. Otra especialidad de la veterinaria es la nutrición. Otro ejemplo: un cerdo industrial tarda seis meses en coger 120 kilos. Un cerdo de montanera o de esos que andan sueltos por el campo, para coger ese peso necesitará un año.

¿Es usted pro ganadería extensiva?

No soy pro. Hay que aprovechar cada cosa y ver a qué vas a orientar tu negocio. Si lo tuyo es carne de cerdo de esta de plástico que consumimos a diario a un precio muy asequible, pues no. Está bien decir que hay que tener productos de calidad y todo, pero tienen que ser accesibles para todo el mundo. 

“El pollo industrial sabe a plástico, pero ha quitado la hambruna a muchísima gente desde los años 60 y se nota en que ha subido la estatura de la población”

¿También tiene que haber carne barata?

Tiene que haber. Y se consigue con régimen muy intensivo. Está todo medido al céntimo. Y esos cerdos a los seis meses van a pesar 140 kg y se acabó. Ahora me dices: joder, pero esa carne no sabe a nada. Hombre, claro, pero tiene todas las proteínas y minerales que necesita tu organismo. ¿Qué quieres? ¿Una carne con sabor de verdad? Suéltalo a la montanera, si tienes dónde soltarle. Esos cerdos ibéricos que vemos por ahí, andan buscándose la vida hasta la época de la bellota y tardan más en engordar. Ahora, en octubre, noviembre, diciembre engordarán. Claro, has tenido todo ese capital inmovilizado el doble de tiempo que el otro. Y en ese año largo uno se te muere, el otro se te queda cojo y lo tienes que quitar porque se atacan entre ellos, cosas que en la granja no pasan. Sin embargo, tienes un cerdo atlético y la carne tiene otro sabor. Depende a qué público te dirijas. Si a tus clientes no les importa pagar, pero quieren calidad, pues extensivo.

¿Qué es para usted el bienestar animal?

Lo que hemos venido haciendo los veterinarios y caseros desde la noche de los tiempos. El bienestar animal es el aliado del ganadero, porque aumenta la producción. Bienestar animal es tener un espacio para que los animales engorden tranquilos. El hacinamiento a los cerdos y a los humanos nos provoca agresividad.

¿En algunas cosas no somos tan distintos de los cerdos?

Somos iguales. Es la agresividad que puede surgir en el autobús cuando alguno, por ejemplo, abre o cierra una ventana; y eso molesta a otro y se contagia, porque todos vamos estresados. Con los cerdos pasa lo mismo, que hay que darles espacio. Luego ellos, si para dormir se juntan todos para darse calor, eso es un problema de ellos. Bienestar animal no es llevarte los cerdos a casa y que duerman en tu cama. Eso es un error.

¿Exceso de humanización y derechos?

Yo no sé nada de derecho, pero sé que un derecho supone una obligación y los animales no los tienen. Ahora, lógicamente, tienen, no sé si lo llamaría derecho entre comillas, a un trato digno, a una alimentación, a unos cuidados sanitarios, etcétera. Todo eso, sí.

La palabra zoonosis era desconocida hasta 2020. ¿Para usted que supuso la pandemia?

Para mí, la pandemia que hemos padecido no supuso gran novedad porque sabía de la existencia de zoonosis. Y va a volver a haber. Pero sí supuso un desastre de organización, un shock, algo así como una guerra biológica que colapsó las instituciones y los hospitales.

“La pandemia no supuso gran novedad porque sabíamos de la existencia de zoonosis. Y va a volver a haber. Pero fue un desastre de organización”

¿Por qué considera un fracaso la pandemia?

No se tomó en serio. En aquella época, el gran público descubrió la epidemiología, que es una especialidad la medicina, pero no le gusta a nadie porque no ganas dinero. De repente, todos echaban en falta el epidemiólogo, pero eso cuesta mucho dinero. De hecho, en su día ya dijo también (el presidente del Gobierno) Sánchez que habría un instituto de salud pública. Mentira podrida. Todavía no se ha hecho ni se hará. Para mí fue la impresión de que se fue improvisando muchísimo. En este momento, tenemos la gripe aviar aquí bien cerca. Nos debemos vacunar todos, pero no se vacunará nadie.

¿Las personas nos deberíamos vacunar?

Sí, claro. Todos los virus mutan todos los años porque se tienen que adaptar. En este momento tenemos gripe aviar en Europa, o sea que va a venir la gripe aquí también.

Hablemos de control de especies. ¿Es necesario matar algunos animales?

Todas las especies invasoras. Aquí todavía no tenemos invasión de cotorra, como tienen en Madrid o en todo el Mediterráneo, desde Barcelona hasta Cádiz. Le compran una cotorra a la niña porque le hace gracia, luego se aburren de tenerla, porque no hacen más que pegar gritos y los vecinos te llaman la atención. Y no se les ocurre eutanasiarlas, que es la manera fina que tenemos para decir matarla. No, la suelta. Y es una especie invasora que genera desequilibrios en los ecosistemas. También podríamos hablar de los gatos.

“Entiendo que no haya político que se atreva a decirlo así de claro, pero la solución para la sobrepoblación de jabalíes es la eliminación. En su medida”

Pues hábleme de los gatos.

El gato es el mayor depredador urbano que existe, pues yo he visto a los gatos que hay en Sagüés acojonados frente a las ratas. Claro, la gente les llevaba la comida; hasta tallarines he visto allí con tomate. ¿Si les das de comer, para qué van a cazar?

Una manada de jabalíes. EP

Pasemos a la sobrepoblación de jabalíes que no podemos controlar. ¿Qué opina?

 Los biólogos siempre te van a decir que la culpa es nuestra, pero las culpas las reparten los jueces. Aquí tenemos un problema y es que hay jabalís en exceso y necesitan comer. Yo si fuera jabalí, haría exactamente lo mismo. Me meto a escarbar en una huerta. Lo que pasa es que una piara de jabalíes es como si hubieran pasado diez excavadoras. Y destrozan el trabajo de un señor que además vive de eso. ¿Solución? ¿Tienen que desaparecer los jabalíes? No. Tienen que estar en su número justo. Ahora no tienen depredadores, tienen comida en abundancia, luego procrean más. No hay sitio para todos. Entiendo que no haya político que se atreva a decirlo así de claro, pero la solución es la eliminación.

¿Y el lobo?

Hombre, ¡el lobo! Con lo que nos enseñó Rodríguez de la Fuente, de grato recuerdo; pero lo mismo, se produce un desequilibrio. Si hay lobo, no va a haber ganadería extensiva. Y sin ella, la maleza en el bosque crece más todavía y aumenta el riesgo de incendios. Aunque hay una doctrina de biólogos que dicen que hay que dejar a la naturaleza. A lo mejor hace mil años existía ese equilibrio natural, ahora ya no. Hoy es imposible. 

“Soy contrario a la carne artificial. Me parece un lujo para el que no estamos preparados; ni debemos, ni la necesitamos mientras haya carne de aquí”

Quiero terminar con nuestra alimentación. ¿Nos alimentamos bien o mal?

Si hablamos de salud pública, sí, nos alimentamos bien. Hay un control de la carne y el pescado que consumimos, y del producto de alimentación en general. Ahora bien, ¿nos alimentamos adecuadamente para el tipo de trabajo o ejercicio que hacemos? Eso es más difícil. Porque hay un factor que no decimos: el bolsillo. El pollo industrial ya sé que sabe a plástico, pero ha quitado la hambruna a muchísima gente desde los años 60 y eso se nota incluso en que ha subido la estatura media de la población. Por supuesto, si consumes menos carne, que es verdad; y consumes un poco más de pescado, que es más caro; y un poco más de verdura, que es aburrido; entonces sí alcanzaríamos un equilibrio.

Y termino: se habla de la necesidad de eliminar la carne natural por la artificial, en previsión de la falta de alimentos generada por el exceso de población mundial.

Y otra cosa que se te ha olvidado: así vamos entrando todos en el corralito de los que fabrican esa carne artificial, que la mayoría son empresarios de EEUU. Y vamos a terminar siendo dependientes de ello. Porque vamos quitando este ganado que efectivamente echa pedos y produce metano, pero no sabemos cuánto contamina la fabricación de la carne artificial. Soy contrario a todo esto de la carne artificial. Me parece un lujo que no estamos preparados, ni debemos, ni necesitamos eso mientras haya carne de aquí.