Han sido dos décadas de muchos cambios sociales, demográficos, económicos, legales y políticos. Echando la mirada atrás, la sociedad vasca actual no es la misma que en 2004, en buena medida por una realidad migratoria que hace tiempo que dejó de ser en Euskadi un fenómeno incipiente. En los últimos veinte años la población de origen extranjero residente en la CAV ha crecido en 207.794 personas. En 2003 representaban el 3,2% de la sociedad y actualmente suponen el 12,4%, lo que ha generado en Euskadi un impacto demográfico positivo que está permitiendo contrarrestar la pérdida de población total.
De hecho, la intensidad del crecimiento de población de origen extranjero en el País Vasco tiende a ser actualmente mayor que en el conjunto del Estado, según refleja el documento titulado Dos décadas de reflexión sobre migración y asilo en Euskadi, una publicación especial elaborada por el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, que ha sido presentada esta mañana en Bilbao y repasa los últimos 20 años de inmigración en el País Vasco, ofreciendo un análisis detallado de su evolución y repercusiones.
La publicación aporta reflexiones desde diferentes enfoques y dimensiones. Un exhaustivo trabajo que recorre los principales periodos clave en la historia de las migraciones extranjeras en Euskadi: sus comienzos en 2004, los tiempos de consolidación en 2010 y la crisis económica.
Del trabajo se desprende que la dinámica migratoria de la CAV ha estado constantemente vinculada a la coyuntura económica y al mercado laboral, pasando de las 66.348 personas extranjeras en 2003 a las 274.142 del año pasado. Es algo que viene constatando Ikuspegi desde que nació hace dos décadas con la misión de analizar y estudiar el fenómeno de la inmigración internacional.
En aquellos comienzos, hace ahora veinte años, la llegada de flujos migratorios experimentó “un cambio cualitativo y cuantitativo”. Vino de la mano de la transformación que supuso que el sistema migratorio español dejara de ser un país del Sur de Europa emisor de emigración a convertirse en receptor de flujos internacionales a partir del final de la década de los años noventa y principalmente desde comienzos del siglo XXI.
Se trata de un cambio que se produce como “consecuencia del crecimiento económico por el auge del mercado inmobiliario”, según recoge la publicación. Generó una gran demanda de mano de obra que hizo que en pocos años llegasen al Estado cerca de cinco millones de personas de origen extranjero. En este sentido, la llegada de los flujos migratorios a Euskadi se debe comprender dentro de este cambio del sistema migratorio en el conjunto del Estado.