Semana Santa del año que viene es, según ha podido saber este periódico, la última fecha que se baraja para que la nueva cárcel de Zubieta, en terrenos de Eskuzaitzeta, esté plenamente operativa una vez llevado a cabo el traslado de los presos de Martutene. Un plazo que, en todo caso, todavía podría estar sujeto a nuevos retrasos teniendo en cuenta las diferentes actuaciones necesarias tras la finalización de la obra que ejecuta el Ministerio del Interior a través de Siepse, la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado.
De hecho, todavía no se ha procedido a la entrega de llaves, la cesión oficial del edificio por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias al Gobierno Vasco, que asumió el 1 de octubre de 2021 la gestión de las tres prisiones vascas, las de Martutene, Zaballa (Araba) y Basauri (Bizkaia). “La cárcel hay que acondicionarla, amueblarla, contratar a una empresa de mantenimiento, un proceso que habitualmente se dilata en el tiempo teniendo en cuenta que es preciso un concurso público”, indican fuentes consultadas.
El proyecto de reubicación de la prisión, que tantos vaivenes ha sufrido, contemplaba que estuviera en funcionamiento a la vuelta de este mismo verano, según comunicó en diciembre del año pasado el director de la cárcel de Martutene, Alfredo Gómez López, en una entrevista concedida a este periódico. Sin embargo, a medida que se han ido acercando las fechas se ha podido comprobar que tampoco iba a ser posible cumplir con ese nuevo plazo, como reconoció en febrero el alcalde de Donostia, Eneko Goia, al precisar a preguntas de los periodistas que la cárcel entraría en servicio a principios de 2025.
Más de un centenar de funcionarios
Finalmente habrá que esperar al menos hasta Semana Santa, fecha a partir de la cual se espera que la infraestructura adquiera “una inercia de funcionamiento”. En la prisión de Martutene trabajan actualmente en torno a 150 funcionarios en casi 30 puestos diferentes. Todo está muy mecanizado en la vieja prisión, de reducidas dimensiones, que nada tiene que ver con las características de la cárcel de Zubieta, donde se hace necesario redimensionar la plantilla.
La nueva prisión, denominada oficialmente Centro Penitenciario Norte III, será la más moderna del Estado y acogerá a 500 reclusos, el doble que la actual de Martutene, inaugurada en 1948 y obsoleta después de tres cuartos de siglo de servicio.
“En Zubieta nos vamos a un centro modular, donde cada módulo es una pequeña prisión en sí misma, lo que exige crear unos protocolos. El traslado lo haremos prácticamente en un día, pero va a ser necesario poner en funcionamiento todo, y nos vamos a ver obligados a ir modificando sobre la marcha hasta alcanzar el punto óptimo”, señaló a este periódico, en la entrevista mencionada, el director de la cárcel de Martutene.
La experiencia de otros centros penitenciarios indica que, una vez finalizada la obra, transcurren varios meses hasta que se comprueba que todos los sistemas de seguridad funcionan bien. La cárcel viene equipada pero hay que probar toda la infraestructura, y además en el traslado están involucrados otros departamentos del Gobierno Vasco, como Educación y Salud, ya que en la cárcel de Martutene trabajan, entre otros muchos profesionales, docentes de la Escuela Para Adultos (EPA) que imparten clases de Primaria y Secundaria y también sanitarios que dependen de Osakidetza, con los cuales es preciso coordinar el cambio de ubicación.
El nuevo centro penitenciario, de 36.000 metros cuadrados y capacidad para 500 reclusos, es como una “pequeña ciudad”
El traslado de presos es, quizá, el paso más sencillo. Una operación que puede completarse en un mismo día, como así ocurrió con los más de 500 reclusos que fueron llevados de la cárcel alavesa de Nanclares de Oca a la prisión de Zaballa, hace ya más de una década.
Más barreras físicas
Las reducidas dimensiones de la cárcel de Martutene han facilitado hasta ahora -casi obligado- el trato cercano con los reclusos. En Zubieta, arquitectónicamente, es evidente que no va a ser igual ya que va a ser necesario atravesar muchas más barreras físicas. De hecho, el nuevo centro penitenciario, de 36.000 metros cuadrados, es como una “pequeña ciudad”, según lo describió el propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante una visita a Donostia para presentar la nueva infraestructura, a ocho kilómetros del centro de la capital guipuzcoana.
La cárcel, con un coste de 38,8 millones, está dividida en seis módulos situados alrededor de una plaza. El nuevo equipamiento cuenta también con un Centro de Inserción Social (CIS), con 52 habitaciones para reclusos que se encuentran en tercer grado. Uno de los seis módulos está destinado a mujeres, con 25 celdas, otro a ingresos, con 36, y un tercera a régimen disciplinario, con siete habitaciones. La instalación contará en total con 234 celdas para medio millar de reclusos.
El complejo penitenciario de Eskuzaitzeta cuenta a su vez con un edificio deportivo-cultural y talleres productivos orientados al trabajo remunerado de los presos. Otra zona acogerá los servicios generales, como cocina y lavandería. Entre otros servicios, hay también una enfermería con quince camas y un sistema moderno de cabinas en el que los internos podrán llevar a cabo sus comunicaciones y videoconferencias con el exterior. Se espera que el centro abra durante la primera mitad del año que viene, con lo que el sistema penitenciario vasco ganará un importante número de plazas.
Un largo proceso
La nueva cárcel comenzó a tramitarse en 2005. Desde entonces el proyecto ha dado pasos hacia adelante pero también ha registrado importantes parones, al albur de los Presupuestos Generales del Estado. El plan inicial ha sido modificado hasta en tres ocasiones. El retraso que registran las obras ha obligado a manejar diferentes escenarios sobre la puesta a punto de este moderno equipamiento.
La encargada de llevar a cabo las obras es la unión temporal de empresas (UTE) formada por Acciona, Cycasa Canteras y Construcciones y Murias, que resultó ganadora del concurso público convocado por la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado para ejecutar la nueva cárcel. Al concurso se presentaron una decena de aspirantes.
Una vez que se materialice el traslado desde Martutene a Zubieta, el Ayuntamiento podrá derribar la actual prisión, en cuyos terrenos está prevista la creación de la segunda fase del nuevo barrio de Txomin Enea, con un total de 360 viviendas. El proyecto de reubicación de la prisión ha obligado al Consistorio durante este tiempo a repartir en fases el planteanimiento urbanístico de Txomin Enea para que no todo el proyecto dependa de la evolución de la obra del penal.