Cuando se habla de lactancia, a la mayoría de las personas les viene a la cabeza una mujer dando el pecho a su bebé. Sin embargo, debido a la desinformación que existe sobre este tema, se desconoce la realidad que sufren muchas mujeres durante el proceso de gestación y lactancia. 

Estas otras realidades y tipos de lactancia las que se dan a conocer en el libro Todas las lactancias, escrito por Saioa Baleztena, activista y periodista especializada en maternidades y feminismos; y Mireia Serra, asesora de lactancia. Tras sentirse obligada a practicar la lactancia mixta por problemas en los senos a causa de la falta de asesoramiento médico, Serra decidió denunciar su situación en redes sociales mediante el hashtag #totesleslactànciesmolen.

Comenzó entonces a recibir vivencias de diferentes mujeres que querían denunciar su situación. Es así como contactó con Baleztena, para dar forma a todas las experiencias en un intento de romper con los mitos y silencios sobre esta práctica y que sirvan como referentes para la sociedad.

En el libro se reúne la experiencia de 30 madres y 15 expertas en la materia (matronas, pediatras, asesoras de lactancia, psicólogas perinatales...). Baleztena, presentó la obra recientemente en la librería Kaxilda de Donostia, explica a este periódico las claves de la publicación.

Falta de asesoramiento

Además de visibilizar todos los tipos de lactancia existentes, el libro intenta hacer un llamamiento al respeto y a una correcta educación sobre el proceso, enfatizando que la desinformación y falta de asesoramiento pueden incidir directamente en el tipo de lactancia que decide practicar una madre. En esto tienen mucho que ver los servicios sanitarios públicos, ya que todas las mujeres entrevistadas en el libro coinciden en la falta de acompañamiento como clave a la hora de no haber podido llevar a cabo la lactancia que deseaban. 

Esta falta de seguimiento afecta tanto a la salud psicológica como a la física. Y es que, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que la leche materna es lo mejor para el desarrollo y el crecimiento del bebé, no todas las madres quieren dar el pecho y, en el caso de otras, la presión por cumplir ese rol hace que la lactancia desemboque en un proceso doloroso, pudiendo llegar a causar episodios de ansiedad o depresión.

La salud pública está férreamente a favor de la lactancia materna. No obstante, este ferviente posicionamiento, sin las indicaciones óptimas y constantes adaptadas a las necesidades de cada madre, hace que sean muchas las mujeres que sufren problemas físicos.

Es así como comenzó la historia de este libro y del hashtag. Mireia Serra tuvo una experiencia “muy dolorosa” con su primera lactancia, hasta el punto en el que “se le quedaron los pezones necróticos”, es decir, con muchas grietas, algo habitual cuando la lactancia está acompañada de un mal asesoramiento. Por ello y otros motivos, terminó dando el biberón con leche de fórmula y reclamando que #todaslaslactanciasmolan.

A pesar de que se ofrecen unas clases preparto, en las que Baleztena afirma que “cada vez te preparan más”, considera que siguen siendo “insuficientes”. La periodista expone que para muchas madres primerizas, el primer bebé que cogen en brazos es el suyo, por lo que el acompañamiento que se realiza es “escaso”. También denuncia la falta de asesoramiento urgente por parte de algunas matronas y que en muchos casos no se ofrecen citas inmediatas. Esta situación provoca que las madres busquen asesoramiento fuera de los servicios públicos y acudan a centros privados, pasando a considerar el amamantamiento de “un derecho a un privilegio para quien pueda permitírselo”.

Biberón como solución ante las críticas

Otro de los factores por el que las mujeres deciden optar por la lactancia artificial es la problemática social. “Como sociedad y sistema se deben respetar todas las opciones y entender que cada madre y familia tiene un contexto e historia determinadas que afectan de diversa manera a su maternidad”, afirma Baleztena. Un mal o buen acompañamiento sociosanitario puede ser crucial para la salud mental de la madre durante el proceso y, a veces, esa falta de apoyo o presión que sienten es la razón por la que muchas deciden la alimentación a través del biberón.

Saioa Baleztena, durante la entrevista Ruben Plaza

Un claro ejemplo es la incomodidad de las madres al dar el pecho en público. “Nuestros pechos están sexualizados, al igual que nuestro cuerpo”. El hecho de que socialmente están asociados como un medio para el disfrute y placer del hombre hace que utilizarlos para otro fin genere un “cortocircuito” en la sociedad. Su preocupación porque los jóvenes sigan escandalizándose al ver a una mujer dando de mamar a sus hijos, hace que reafirme que estamos “muy lejos” de permitir que las madres puedan alimentar a sus bebés como ellas quieran. Por ello, asegura, muchas evitan dar el pecho en espacios públicos. Explica que esto se ha masificado a causa del negocio y el “boom del biberón”, que comenzó a “ridiculizar” dar el pecho en público.

La lactancia es una cuestión colectiva

Por eso, insiste en que este libro no está dirigido exclusivamente a las madres, sino a toda la sociedad, en un intento de ayudar a comprender el proceso. “Si todos los hombres leyeran este libro, seguramente sus parejas tendrían lactancias más sanas”, subraya. Ante una sociedad más individualista como la de hoy en día, Baleztena reclama que la lactancia no es cosa de dos, sino una cuestión colectiva. “Cuando escribes un libro que habla sobre la maternidad aleja a un público objetivo, cuando en verdad lo debería acercar”, afirma. Es decir, hace un llamamiento a no huir, sino a que se tome conciencia para mejorar las experiencias del proceso

El duelo perinatal y la donación de leche

Uno de los casos más invisibilizados dentro de la lactancia y el embarazo, es el duelo perinatal y neonatal, es decir cuando una madre pierde a su bebé antes, durante o después del embarazo. Esta es una de las situaciones que explora el libro y la que más impacta a Baleztena. Explica que en estas situaciones la violencia está presente en su máxima expresión, cuando una mujer “está pariendo a su hijo muerto en la misma planta que están naciendo niños vivos”.

Ante esta situación, recalca, la respuesta de los sanitarios suele ser la “inhibición farmacológica”, la toma de pastillas para dejar de producir leche. A juicio de Baleztena, se desconoce la posibilidad de donar la leche materna, acto esencial para poder nutrir a bebés prematuros a los que sus madres no pueden alimentar. En el libro se exponen un par de testimonios que explican sus vivencias respecto a la donación de leche materna, asegurando que ese proceso fue sanador para ellas, ya que lo vieron como una oportunidad de despedirse de sus hijos e hijas. Baleztena reclama que los hospitales deberían ofrecer la donación como alternativa, una realidad que sucede en contados centros. De hecho, una de las mujeres entrevistadas explica cómo mientras le estaban haciendo la cesárea para sacar a su hijo muerto, estaba firmando unos papeles para inhibir la lactancia. 

Violencia obstétrica

Este tipo de “violencia” se sitúa dentro del término violencia obstétrica, producida durante el embarazo, el parto o en los instantes posteriores por algunos profesionales de la salud. A pesar de que se está visibilizando más, existe un gran porcentaje de la población que ignora el término e incluso la existencia de esta praxis. Engloba una gran variedad de actos. Por ejemplo, practicar la cesárea aun pudiendo hacer un parto natural, no atender eficazmente ni a tiempo las emergencias obstétricas o impedir el apego precoz del bebé con su madre cuando no hay causa justificada son sólo algunos de los casos de la violencia física. No obstante, también se produce de manera psicológica traduciéndose en tratos paternalistas, humillantes o despectivos que incluyen una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos de la mujer.