Tanto la enfermera como la médico que ofrecían asistencia domiciliaria a la fallecida confirmaron este lunes en el juicio contra la cuidadora de Zumaia el delicado estado de salud de la mujer antes de morir. “No me sorprendió su muerte, pero sí las circunstancias de ella”, ha señalado la médico, quien visitó por última vez a la mujer en verano.
“Iba más la enfermera y yo de manera esporádica. Era una paciente que llamamos frágil, con asistencia domiciliaria. Tenía los habituales deterioros de una persona de edad avanzada. Los golpes eran habituales porque tenía lo que llamamos piel de papel”, ha explicado la médico, quien ha confirmado la conversación con uno de los hijos sobre la posibilidad de sedar a su madre.
Al ser preguntada por la relación entre la fallecida y la cuidadora, la profesional la ha calificado como “de cariño”, mientras que sobre la cuestión de si la mujer podría morir asfixiada sola en la cama ha respondido que es posible en algunos casos en los que la víctima tenga problemas de movilidad y esté mal colocada, lo que imposibilitaría su respiración.
La enfermera que atendía las heridas de la mujer también se ha mostrado sorprendida por cómo se produjo el fallecimiento. “Me extrañó lo que pasó después de su muerte”, ha expresado, al tiempo que ha corroborado la piel delicada de la mujer, así como la estrecha relación entre la fallecida y la cuidadora.
Conversación con su hermana
La segunda sesión del juicio se ha cerrado con el testimonio de tres testigos más que han ahondado en la buena relación entre ambas mujeres y en el estado crítico de la fallecida. Una de estas testigos ha sido la hermana de la acusada, quien ha negado la afirmación del fiscal de que ella hubiera intercambiado varios whatsapps con la cuidadora la misma noche del fallecimiento en la que se mencionaba un golpe en la cara.
“Ella estaba muy a gusto en el trabajo. Estuvo muy triste por su muerte”, ha indicado, asegurando que el fallecimiento fue “un golpe muy fuerte” que le dejó sin trabajo y casi sin papeles.