El Ayuntamiento de Astigarraga ha culpado hoy a través de una nota de prensa al propietario del bar Laket, que ha amenazado con una huelga de hambre al perder seis mesas de su terraza, de “calentar la discusión y llevarla al terreno personal” al acusarles de “odio y persecución”. “No haremos nuestra la interpretación forzada e interesada de un bar”, ha explicado el Consistorio.

En el texto, el Ayuntamiento describe cronológicamente los hechos ocurridos desde la aprobación de la nueva ordenanza de terrazas y revela que el bar Laket envío su solicitud fuera de tiempo para, a continuación, pedir que fuese rechazada. No obstante, tres días después el dueño volvió a solicitar que fuese tramitada.

“El propietario del bar Laket ha pedido el permiso tarde, luego lo ha negado y finalmente ha revocado la denuncia. En consecuencia, en este momento la solicitud está pendiente de resolución”, señala el Ayuntamiento, al tiempo que expresa que si está no está resuelta es por la propia responsabilidad del propietario.

Según la nueva ordenanza del municipio, los establecimientos pueden disponer de un máximo de doce mesas en cada fachada. El bar Laket ha contado hasta ahora con 18, por lo que, según su dueño, Kike Pérez Indo, eliminar seis mesas supondría perder el 33% de la facturación.

Ante esta situación, el dueño explicó ayer que cerrará el negocio y no descarta iniciar una huelga de hambre. “Al Ayuntamiento le da igual. Solo me perjudican a mí y a otros les regalan mesas”, apuntó el afectado a este periódico.

Calentar la situación

Para el equipo de gobierno municipal, el hostelero ha menospreciado el criterio del Ayuntamiento y ha desoído las explicaciones en favor de “calentar la discusión, llevarla al terreno personal y acusarnos de odio y persecución”. “El alcalde se ha reunido en dos ocasiones con él. En otras dos han conversado al encontrarlo en el Ayuntamiento. El propietario también ha hablado en varias ocasiones con personal técnico del Ayuntamiento”, señala en el escrito.

Por ello, añade, corresponde a los bares cumplir con la ordenanza y al Ayuntamiento hacer un seguimiento de las autorizaciones. “Pero no haremos nuestra la interpretación forzada e interesada de un bar”, concluye.