Existe entre los emprendedores la creencia de que cumplir cinco años supone llegar a la meta como empresa. No en vano, según el último informe de Cepyme, confederación española de pequeña y mediana empresa, el 60% de iniciativas empresariales no logra superar esa barrera. No es el caso de las donostiarras Maite de Cruz y Pat González, que llevan ya un lustro sacando adelante el proyecto que un día fue un sueño. Maite de Cruz y su marido Jon Zabala decidieron en 2018 abrir su propio negocio de comida casera para llevar, y no solo no se arrepienten de la decisión que tomaron, sino que ha resultado todo un éxito. Ubicado en la plaza Arroka de Amara, en Donostia, On egin eta eraman acaba de soplar este jueves cinco velas, y sus promotores no pueden estar más contentos. “Siempre me ha gustado cocinar y decidí que podía dedicarme a esto de manera profesional. Me animé a estudiar Dirección de cocina, en Cebanc y, al acabar, me ofrecieron trabajar en una carnicería elaborando platos preparados. Fue ahí donde me di cuenta de que el de la comida para llevar era un negocio con futuro. Al mismo tiempo, Jon, que trabajaba en el negocio familiar, una empresa del sector de la construcción, se estaba planteando poner algo por su cuenta. Una cosa llevó a la otra y aquí estamos”, relata De Cruz, mientras prepara el menú de hoy (jueves), que consiste en tres primeros (arroz, lentejas y crepes) y dos segundos a elegir (pechuga de pollo a la napolitana y tortilla de patatas). “Nuestra comida es casera, etxekoa, tal y como la haría tu amona. Todo es fresco y preparado en el día. Además de los menús, que siempre llevan arroz o pasta, legumbre, verdura, carne y pescado, en vitrina tenemos platos más especiales como sopa de pescado, txipirones en su tinta, bacalao al pil pil…”. 

Aunque el menú varía cada día, la tortilla de patatas, las albóndigas, la ensaladilla, el pollo asado y las carrilleras de Maite tienen verdaderos adeptos. “Hay quien viene a por las albóndigas que preparaba cuando trabajaba en la carnicería. Algo estaremos haciendo bien si hemos conseguido llegar hasta aquí con una pandemia de por medio”, reflexiona. En ese sentido, recuerda que “cuando llegó el covid, nos asustamos tanto que decidimos cerrar, pero la gente empezó a contactar con nosotros a través de las redes sociales y volvimos a levantar la persiana. Fue un acierto. Trabajamos más que nunca, pasando de vender 25 menús diarios a 75”. 

Ahora, con las navidades a la vuelta de la esquina, el equipo de On egin, conformado por Maite, Jon, una ayudante de cocina y un repartidor, se prepara para afrontar una época de mucho trabajo. “Preparamos menús especiales para Navidad a base de sopa de pescado, cochinillo asado, pudding, croquetas… Te sorprenderías de la de gente que nos encarga platos para servir en Nochebuena o Navidad y quedar bien con la familia. Me preguntan cómo he hecho tal salsa o tal relleno porque se trata de que piensen que lo han preparado ellos mismos”, cuenta divertida. 

Las experimentadas emprendedoras aconsejan realizar un plan de viabilidad que actúe a modo de brújula y hacer bien las cuentas para “aterrizar” la idea desde una visión realista. Pexels

Emprender en pareja es factible

Por otra parte, a los que dicen que no se deben mezclar las cosas del querer con las del comer, Maite tiene claro lo que les diría: “El hecho de ser socios, en nuestro caso, nos ha hecho mejores como pareja, porque trabajar juntos hace que nos conozcamos más”, constata. Además, el matrimonio, que tiene tres hijos de 13, 4 y 2 años, se arregla muy bien también a la hora de conciliar trabajo y vida familiar: “Nos organizamos muy bien para atender el negocio y los niños. Muchas veces no es fácil, pero tampoco lo sería si trabajara por cuenta ajena”, reconoce. 

Con todo, y echando la vista atrás, Maite se siente muy satisfecha de haber optado por emprender. Eso sí, además de rodearse de un buen equipo, insiste en que dejarse asesorar es fundamental: “Nosotros hemos tenido el apoyo de mi suegro, que tiene su propia empresa y mucha experiencia en lo que se refiere a llevar las riendas de tu propio negocio. Pero, además, es muy importante cerciorarte de que tu negocio es viable. Nosotros recurrimos a Cámara de Gipuzkoa e hicimos un Plan de Viabilidad. Fue lo mejor que pudimos hacer, nos ha servido muchísimo. Gracias al apoyo y el asesoramiento de los profesionales de la Cámara, hacer el plan te ayuda a aterrizar tu idea y verla desde una perspectiva realista, desde cuánto personal vas a requerir hasta cuántos pollos asados vas a vender”, explica. 

Cumplir una promesa 

Todo empezó con una promesa que le hizo a su abuela. “Ella era una persona muy organizada, había vivido la posguerra, y eso le había curtido. Siempre digo que ella fue la primera coach”, comenta Pat González, consultora y coach en organización ágil y resolución de conflictos. “Uno de sus mantras era que toda persona es capaz de organizarse bien, siempre que sepa cómo hacerlo, y viendo que yo tenía capacidades para enseñarles a las personas a gestionar bien su tiempo, un día me hizo prometer que me dedicaría profesionalmente a ello”, continúa. Lamentablemente, en 2010, la amona falleció, pero la promesa realizada sirvió de acicate para que en 2018 Pat alumbrara por fin su proyecto: La sastrería del tiempo. “Elegí el nombre en honor a ella, que era modista”, indica emocionada, en su despacho ubicado en la calle Marina 1 de Donostia.

Con múltiples formaciones y certificaciones en coaching personal, infantil, juvenil y empresarial, Pat ofrece soluciones para organizarse bien a personas u organizaciones que se encuentran en situaciones difíciles. “Cuando estamos en una situación de crisis, las emociones nos impiden ver el camino con claridad y utilizamos expresiones como no me da la vida. Mi función es la prevención y la gestión de crisis, y a la consulta acuden personas de múltiples perfiles y edades”. 

La consultora y coach en organización ágil y resolución de conflictos, Pat González, decidió establecerse por su cuenta a raíz de una promesa realizada a su amona. Foto: N.G.

Divorciada y con dos hijos, ahora ya de 23 y 27 años, la trayectoria profesional de esta donostiarra no ha estado exenta de dificultades. “Cuando nacieron mis hijos, dejé de trabajar para dedicarme en exclusiva a la crianza. Pero en 2009, y tras divorciarme, me reincorporé al trabajo y no fue nada fácil. Intenté montar mi propio negocio, pero yo no estaba en un buen momento personal y no resultó. Pasé por varios empleos y en el año 2018 decidí que era el momento de apostar por mi proyecto”. 

Buscar redes de apoyo

La coach insiste en que a la hora de emprender es vital hacerlo en el momento adecuado: “Abrir tu propio negocio es un paso muy importante, y puede resultar duro emocionalmente. Por eso, si estás pasando por un momento delicado, una separación o un duelo, lo mejor es tomarte un tiempo”, puntualiza. Además, la emprendedora subraya que la financiación y la formación son fundamentales, pero también “hay que pararse a pensar si eres un buen vendedor. Si no vas a ser capaz de vender tu producto, es mejor que contrates un buen comercial”. También destaca la importancia de buscar redes que ofrezcan a apoyo: “La soledad afecta a todos los emprendedores, pero en el caso de las mujeres se agudiza. En mi caso, recurrí a Aspegi, asociación de mujeres empresarias de la que soy socia, y ha sido muy importante para mí sentirme rodeada y apoyada por otras emprendedoras”. Otro de los aspectos importantes a tener en cuenta es, a su juicio, “hacer números”; y es que para ella “el buen emprendedor siempre tiene que llevar la calculadora en la mano”.