Trasmitirles calma y que vais a seguir repartiendo chalecos al otro bote”. Eran las primeras instrucciones entre la tripulación del Aita Mari cuando se acercaron a los supervivientes. El buque vasco de salvamento marítimo rescató la noche del jueves a 69 personas en el Mediterráneo que viajaban a la deriva en dos botes de madera, entre las que se encuentran seis mujeres y seis menores de edad, entre ellos un niño de cuatro años.
La embarcación de salvamento marítimo, que había partido tres días en su undécima misión humanitaria, se dirige ya al puerto de Nápoles, a 600 kilómetros de donde se produjo el rescate, después de que el Gobierno italiano accediese a permitir su desembarco en un destino más cercano, y evitar así el fuerte oleaje y los vientos que se habrían encontrado el lunes, según las previsiones meteorológicas, en el largo viaje que les conducía a Génova, a 900 kilómetros, que fue el destino al que se les derivó inicialmente.
La ONG Salvamento Marítimo Humanitario, propietaria de la embarcación, informó en un mensaje difundido en su cuenta de la red social X (antes Twitter) de que los supervivientes viajaban en dos botes de madera y que los rescatados “presentan síntomas de trauma psicológico” tras pasar “muchas horas a la deriva” y están siendo atendidos por el equipo sanitario del buque.
El Aita Mari viaja ya por tanto rumbo a Nápoles, el puerto seguro reasignado, con las 69 personas rescatadas. El cambio de destino y la autorización para dirigirse a este puerto se habría producido, según la propia ONG Salvamento Marítimo Humanitario, propietaria de la embarcación, después de que el Aita Mari reclamara al Gobierno italiano que cumpla con “el derecho marítimo internacional y le asigne el puerto más cercano al rescate y no el de Génova”, que se encuentra a unos 900 kilómetros de distancia. “Nunca nos habían asignado un puerto tan lejano”, lamentó el capitán del barco.
Simón Vidal, capitán del barco vasco, aseguró en un vídeo publicado en la red social X (antigua Twitter), que las personas rescatadas son “personas obligadas a huir de países como Siria, Egipto o Bangladesh” y lamentó, cuando se les derivó inicialmente a Génova, que se les sometiera al “castigo añadido” de tener que soportar vientos superiores a 33 nudos y olas de dos metros y medio viajando en la cubierta del barco. “Un sufrimiento absolutamente innecesario”, en su opinión, para las personas rescatadas, que “llevan a sus espaldas durísimas travesías tras verse obligadas a huir de sus países”.
El capitán explicó que en uno de los botes viajaban 18 varones, mientras que en el otro se hallaban 51 personas, entre ellas seis mujeres y seis menores de edad, uno de ellos de sólo cuatro años.
Dirigirse al puerto italiano de Génova, según el capitán del barco, les iba a “exponer a una navegación peligrosa” y por eso formalizaron la petición al Ejecutivo italiano, apelando al derecho internacional, para evitar a estas personas una “situación más traumática de la que llevan”.
El Aita Mari denunció que estas 69 personas navegaban en dos botes que “se encontraban a la deriva y muy sobrecargados de personas”. Siria, Bangladesh y Egipto son las nacionalidades mayoritarias de las personas supervivientes, que viajaban sin chalecos salvavidas. Estos les fueron suministrados por la tripulación del Aita Mari nada más ser localizados, antes de ser evacuados al barco de salvamento marítimo.
El personal del barco les prestó ayuda sanitaria desde el primer momento, ya que presentaban “síntomas de trauma psicológico por las muchas horas que han pasado a la deriva”. Según confirmaron miembros de la tripulación del Aita Mari, las personas rescatadas “llevaban dos o tres días en el mar y se encontraban muy cansadas”.
Undécima misión humanitaria
El buque Aita Mari zarpó hace cuatro días en su undécima misión humanitaria hacia el Mediterráneo Central. En su anterior misión salvó la vida de 294 personas.
El proyecto de rescate Marítimo Aita Mari-Proyecto Maydayterraneo se puso en marcha en 2017, “dada la trágica situación en el Mediterráneo central, gracias a las instituciones y muchos voluntarios”. La ONG SMH considera que “ante las crisis humanitaria migratoria que se vive en el Mediterráneo, no podemos dejar que la gente se ahogue en el abandono absoluto”.