Itziar lleva cinco años trabajando como enfermera en el Punto de Atención Continuada (PAC) de Hernani. Su primer trabajo fijo fue en las Urgencias del Hospital Donostia y de ahí pasó hace ya 28 años a la atención primaria. A un pueblo pequeño, el consultorio de Mendaro, donde ejerció 18 años seguidos, una experiencia “enriquecedora” en un trabajo “bonito” y “gratificante” que poco a poco ha ido dejando de ser lo que era.

En aquella pequeña familia que formaban la secretaria de la entrada, ella misma (enfermera), y el médico, se gestó ese modo de entender la atención primaria en modo ‘slow food’, como un “acompañamiento integral” a sus pacientes, cercanos todos, con sus problemas y devenires diarios, que “también afectan y componen nuestra salud”, asegura esta enfermera alavesa afincada en Gipuzkoa.

Este colectivo de profesionales de centros de salud asegura sentirse con fuerzas para luchar por recuperar el prestigio de los centros de salud

Hoy, su principal motivo de satisfacción en lo laboral es que ella y otros muchos compañeros y compañeras se sienten animados y que un importante colectivo de profesionales de la Atención Primaria está “dispuesta a luchar” por recuperar el prestigio de Osakidetza. Itziar Mujika pone voz a la Plataforma Lehen Arreta Arnasberritzen, que el pasado 14 de enero convocó a todos y todas las profesionales de la atención primaria de Euskadi a una asamblea en Bilbao.

De dicho encuentro obtuvieron unas conclusiones a las que están dando forma para presentarlas próximamente a su interlocutora en la dirección central de Osakidetza. La sensación, asegura Mujika, es que les hacen más caso cuando se convocan movilizaciones o el avispero está agitado.

Y los datos obtenidos en una encuesta recientemente realizada por Lehen Arreta Arnasberritzen son inquietantes. De los 841 profesionales de todas las categorías profesionales de la Atención Primaria de Euskadi: médicos/as,enfermeras, administrativas, celadores y auxiliares de enfermería que respondieron a la encuesta, solo una pequeña minoría manifestó no sufrir ningún tipo de desgaste profesional.

Le llaman burn out: estar quemado en el trabajo. Y la prevalencia del burn out es del 75,4 % para el conjunto de la muestra, muy superior a los estudios previos en Euskadi y a los realizados en otras CCAA antes de la pandemia. No importa la edad. Este fenómeno afecta algo más a las mujeres, aunque este hastío se suaviza en zonas rurales.

El 75% de los 841 trabajadores de atención primaria que participaron en un estudio de LAA sufren burn out: están quemados en el trabajo

La encuesta no ha hecho más que poner cifras a lo que ya se ve en los ambulatorios. La clave, dice Itziar, es la sensación de “insatisfacción” con la que hoy terminan el día. De no haber podido atender a las necesidades que demandan sus pacientes. “Hasta 40 visitas” al día, cuando hace dos décadas cubrían “25”.

Y situaciones rocambolescas, como que un médico de familia tenga que hacer una foto de una afección dermatológica para enviársela al especialista, “en vez de verte directamente él”, lamenta: “Y así se genera inseguridad y el que puede, luego se va a la privada”.

Buscar una solución

Mujika reconoce que la solución no es sencilla. Que requiere de “actuaciones complejas sobre múltiples factores”. Así lo reconoció la plataforma Lehen Arreta Arnasberritzen (LAA) en sus conclusiones tras la asamblea de enero. Pero ante todo, piden ser escuchados.

Desde la creación de las OSI (Organización Sanitaria Integrada) entre 2011 y 2015, en primer lugar en Gipuzkoa, la Atención Primaria puede decirse que ha dejado de tener entidad propia dentro de Osakidetza; incluso que es una especie de ente deslazabado.

Desde entonces, el servicio vasco de Salud funciona por demarcaciones territoriales y los centros de salud de cada zona dependen de su OSI, liderada por el hospital de referencia. De repente, los jefes pasaban a estar alejados del día a día del ambulatorio. Y hoy, debajo de la subdirección de Osakidetza para la coordinación de Atención Primaria, el único elemento aglutinador es el malestar compartido que ha sabido detectar la Plataforma Lehen Arreta Arnasberritzen, que recientemente ha acuñado el término hospitalocentrista para definir el sistema público de salud.

LAA afirma que la plantilla está sometida a un “sobreesfuerzo” para intentar mantener la calidad de la atención sanitaria

El nuevo modelo organizativo sustentado en las OSI, enmarcado en el Plan Estratégico de Osakidetza, se creó con la intención de mejorar el sistema y “evitar la tradicional división entre Atención Primaria y Especializada”. Estaba llamado, según el Gobierno Vasco, a “ofrecer una mejor atención al paciente”, “sin fisuras entre el médico de cabecera y el especialista”, y perseguía también “horizontalizar la gestión del proceso asistencial”. Una década después, podría interpretarse que no se ha logrado ni lo uno ni lo otro.

Precisamente, una de las solicitudes de LAA es la evaluación del impacto que este modelo de integración asistencial basado en las OSI ha tenido sobre la Atención Primaria. ¿Sale a cuenta?

Burocracia creciente

LAA también apunta al exceso de burocracia como otro gran problema. Mujika afirma que se ha perdido ese vínculo con los pacientes para “ayudar a la gente de forma cercana”. Cree que hay un gran desconocimiento sobre su trabajo: “Somos personas que facilitamos el empoderamiento de los pacientes”.

Su diagnóstico es claro. Se ha perdido cercanía, tiempo para atender a las personas, y las condiciones laborales en su conjunto hacen que la Atención Primaria haya dejado de ser una salida de interés para los médicos que eligen especialidad.

Lehen Arreta Arnasberritzen critica que la falta de previsión en el recambio generacional (en los próximos años se prevén muchas jubilaciones) ha hecho que existan ya más de 200 plazas de médicos de familia y pediatría sin cubrir en la CAV. Y que esto está “sometiendo a un sobreesfuerzo a la plantilla actual para intentar mantener la equidad y la calidad de la atención sanitaria”.  

Reclaman un aumento de los presupuestos específicos para la Atención Primaria, sin esperar a lo que llueva desde la dirección de cada OSI; más autonomía para elegir a sus responsables y en la organización diaria; desburocratización del servicio e inversión.