Aves, crustáceos, helechos, insectos como la avispa asiática o el mosquito tigre, mamíferos como el visón americano o la rata almizclera, moluscos como el mejillón cebra, reptiles, gusanos y también peces y plantas. Euskadi cuenta con la presencia de 51 especies incluidas en el Catálogo español de especies exóticas invasoras.

Están consideradas con una de las grandes amenazas para los hábitats de interés de Euskadi, según recoge el Perfil Ambiental de Euskadi 2022 elaborado por Ihobe, la sociedad pública de gestión ambiental del Gobierno Vasco. Buenos ejemplos de ello son la avispa asiática y el mejillón cebra, que atacan por aire, agua y tierra la biodiversidad. Los datos de 2020, recogidos por Neiker y reflejados en el informe Ambiental recientemente elaborado por Ihobe, muestran dos fotos inquietantes.

Por un lado, que en Euskadi se retiraron en 2020 5.012 nidos de avispa asiática, lo que supone un incremento del 340 % respecto a 2012. Y por otro, que el mejillón cebra alcanza 255 kilómetros de ríos y un total de siete embalses, entre ellos los guipuzcoanos de Urkulu y Aixola.

la devoradora de abejas

La avispa asiática o Vespa velutina se introdujo en Europa por medio de la importación de mercancías importadas desde Asia. La primera cita oficial se sitúa en 2005 en el departamento francés de Lot et Garonne y de ahí se extendió con rapidez por toda Aquitania, pero los primeros nidos en Gipuzkoa y Navarra se detectaron en 2010.

Es grande y voraz. Lo que sucede es que además de adaptarse bien al medio, no tiene depredadores naturales. Solo el ser humano, y entretenido en mil labores. La ausencia de rivales le ha convertido en una plaga. Según datos facilitados por las Diputaciones Forales y centralizados por Neiker, 2012 se presenta como el año en el que la presencia y distribución de la avispa asiática en Gipuzkoa aumentó espectacularmente, y 2013 la fecha en la que se detectó su presencia en Bizkaia y en Araba.

En el último año del que se disponen datos, 2020, las diputaciones notificaron la retirada de 5.012 nidos, lo que representa un incremento del 340% respecto a 2012. Desde ese año, el número de nidos identificados se ha visto incrementado hasta llegar al máximo de la serie histórica en 2018, con 6.690 nidos. Cuanto más llueve, menos se detectan. Y viceversa.

Según recoge el perfil ambiental de Euskadi sobre biodiversidad, los impactos más directos y visibles de esta invasión biológica son los producidos sobre la abeja doméstica, Apis mellifera. A pesar de alimentarse también de frutos maduros y otros insectos, el 75% de sus capturas son abejas. La velutina es voraz.

Asimismo, el estudio de Ihobe señala que la introducción de la avispa asiática puede tener impacto sobre la diversidad vegetal al incidir sobre el insecto polinizador por excelencia, y sobre el equilibrio poblacional de otras especies, principalmente insectos.

La plaga sin fin

Otro ejemplo es el del mejillón cebra, que sigue incrementando su población en las cuentas cantábricas y en 2020 alcanza 255 de ríos y un total de 7 embalses, entre ellos los guipuzcoanos de Urkulu y Aixola. No hay manera de acabar con él, a pesar de los rigurosos controles que se realizan. La Agencia Vasca del Agua, URA, inició los controles en 2006.

El mejillón cebra o Dreissena polymorpha es un molusco procedente de las aguas de los mares Negro y Caspio. Dada su facilidad para pegarse al casco de los barcos y favorecido por la navegación fluvial, en el siglo XIX colonizó buena parte de la Europa del Este, hasta llegar a comienzos del siglo XXI a la Península Ibérica. En ningún caso sobrepasa los cinco centímetros. Normalmente se sitúa entre 2 y 3, pero los efectos negativos de tipo ecológico que la invasión del mejillón cebra provoca en los ecosistemas dulceacuícolas son diversos y todos muy graves.

Se sujeta al fondo del río y cubre totalmente la superficie, generando el caos. Allí se asienta, defeca y muere, provocando el desastre para otros moluscos e incluso impidiendo la reproducción de algunas especies de peces. Pueden llegar a fijarse a las conchas de bivalvos autóctonos y al caparazón de cangrejos, provocando su muerte.

Sus deshechos, las heces, también empeoran la calidad del agua, lo que acaban con todo el fito-placton, algas microscópicas, e impide el acceso a ese alimento a los moluscos autóctonos y a otros invertebrados que dependen de él; y al mismo tiempo reduce la concentración de oxígeno disuelto en el agua. Un desastre. Desequilibra por completo un ecosistema.

Las zonas afectadas por el mejillón cebra en la vertiente mediterránea Euskadi se corresponden con los embalses de Urrunaga y Ullibarri-Gamboa y los cauces de los ríos Zadorra, Santa Engracia y el Ebro en todo su curso lindante con Euskadi. En la vertiente cantábrica también se encuentran afectados los embalses de Urkulu, Mendikosolo, Undurraga, Lekubaso, Gorostiza y Aixola; y los cauces de los ríos Nerbioi, Arratia e Ibaizabal.