Donostia - “Te iba tocando poco a poco, iba tanteando los límites, todo era una estrategia”. Este es el relato de dos jóvenes irundarras de 29 años que denunciaron en 2013 los supuestos abusos sexuales que sufrieron por parte del fotógrafo donostiarra Kote Cabezudo, actualmente en prisión provisional. Ahora han decidido romper su silencio y explicar qué ocurrió entre 2008 y 2009, tanto en el estudio del fotógrafo como en su propia vivienda, cuando ellas apenas tenían 19 y 20 años.
Y es que han tenido que pasar casi diez años para que estas chicas no se sientan culpables de lo que les sucedió, para que no se avergüencen, sino que tengan ganas de luchar para que Cabezudo “acabe para siempre en la cárcel”. “He perdido el miedo a contarlo porque creo que ayudará a gente en mi misma situación. Somos muchas chicas más y no fue nuestra culpa”, afirma una de ellas, que recuerda que ya son 16 las supuestas víctimas que han denunciado a este hombre.
Esta joven contactó en 2008, cuando tenía 19 años, con Kote Cabezudo, un fotógrafo que estaba “en auge” y que trabajaba para la agencia First Model y en varios conocidos concursos de belleza de Donostia. “Quería tener unas fotos bonitas y si salía algún trabajo de moda, pues me interesaba”, explica.
La primera sesión con él fue “aparentemente bien”, hizo fotos “bastante normales”. Sin embargo, pronto empezó la “manipulación” para lograr imágenes cada vez con menos ropa. “Te lo vendía como un desnudo artístico, te decía que solo se vería una parte del cuerpo y te mostraba un montón de libros en blanco y negro que tenía en su estudio”, explica.
Y esas imágenes de desnudos acababan siendo parte de la coacción, según denuncia. “Las empezaba a subir a una web que tenía, una vez tú dejabas de hacerte fotos con él, lo utilizaba a modo de chantaje: No vienes, pues te subo ese set, o te subo otros dos”, afirma.
Esta joven irundarra dejó de ir a las sesiones con Kote Cabezudo porque asegura que en la última le “tocó”. “Me dijo que íbamos a hacer un masaje en la espalda y me terminó tocando el cuerpo entero”, insiste. En esos momentos, se quedó “en shock”. “Prefería que terminara y largarme de ahí. No volví nunca más. Me sentí más que como una modelo como una prostituta”. Estos tocamientos están grabados en un vídeo que fue hallado en una incautación y que forma parte de la causa contra el fotógrafo.
Esta irundarra asegura que todo formaba parte de “una estrategia”, que comenzaba en el estudio del fotógrafo y acababa en su propia vivienda, donde “cerraba la puerta y se metía las llaves en el bolsillo”. “Te decía que para cambiar un poco de luz y de escenario, tenía un estudio en su casa. Ahí es donde empezaba a cometer los abusos más heavys, donde él se sentía poderoso”, asegura esta joven, que se marchó de esta vivienda en cuanto pudo y nunca más regresó.
“Él te vendía la moto de que tenías un cuerpo muy bonito, de que ibas a llegar lejos y tú como eres una cría te lo crees. Iba tanteando la personalidad de cada una, hasta dónde podía llegar. Yo creo que en mi caso empezó a tocarme para luego pasar a palabras mayores, que otras han sufrido”, indica.
La otra supuesta víctima de Kote Cabezudo que ha decidido contar su historia vivió esta pesadilla un año después, en 2009. “Poco a poco iba intentando que te quitaras más y más ropa”, cuenta.
Así, recuerda un episodio ya desde su primera sesión con él. “Tenía una camisa puesta y me pidió que me soltara un botón, luego otro y otro. Yo intentaba taparme y fue cuando él sacó un ventilador”, explica esta joven, que asegura que en su caso “también” le tocó. Para ello, utilizaba supuestamente diferentes maniobras, como aplicarles aceite o cambiarles de postura durante las sesiones de fotos.
Tras su cuarta cita con Cabezudo, que tuvo lugar en su vivienda, decidió no volver nunca más. “La última vez quería que estuviera con menos y menos ropa y me hizo que simulara como que estaba jugando conmigo misma”, es decir, como si se estuviera masturbando. “Salí de esa casa llorando”, lamenta.
fotos difundidas Estos episodios hicieron que estas chicas se sintieran “humilladas, avergonzadas, débiles y manipuladas”. Y, por si la pesadilla no fuera suficiente, sus fotografías desnudas empezaron a aparecer en webs extranjeras y en páginas de pornografía, donde se les señalaba como actrices porno. “Ayer mismo seguían colgadas”, lamentan.
“Después de pasar por todo eso, te chantajea y luego eres humillada socialmente porque todo el mundo ha visto tus fotos. Vas por la calle y la gente te mira y ya no sabes si lo hacen porque creen que eres guapa o porque han visto tus fotos. Es un martirio, un sufrimiento en silencio”, subrayan.
La irundarra que sufrió en primer lugar los supuestos abusos por parte de Kote Cabezudo decidió denunciar después de que el abogado Mario Díez, que representa a una gran parte de las 16 supuestas víctimas, se pusiera en contacto con ella a través de las redes sociales, tras haber visto sus fotografías en Internet. “Fue la primera persona a la que se lo conté”. Y es que ni siquiera su familia sabía por lo que había pasado. Incluso asegura que su “cabeza había bloqueado” los supuestos abusos sufridos, y solo recordaba “trozos”.
Ayudada por este letrado, ambas irundarras decidieron denunciar en 2013 a Kote Cabezudo por los presuntos delitos de estafa continuada, delito contra la intimidad y la propia imagen, injurias y abusos sexuales y se sumaron así a la querella que ya había interpuesto otra víctima por estafa continuada en el Juzgado de Instrucción Número 4 de Donostia. Durante cinco años, esta causa “ha estado parada”, hasta que se apartó a la magistrada y se nombró a un nuevo juez instructor, que acabó enviando a Kote Cabezudo a prisión provisional a principios de mayo.
“me sentí culpable” “En los Juzgados me sentí como si fuese yo la culpable, como si fuera una niña que se hizo unas fotos porque le dio la gana, se arrepiente y ahora quiere aprovecharse de ese pobre anciano. Así me sentí declarando ante la juez”, afirma una de estas supuestas víctimas. La otra declaró una primera vez ante esta magistrada y una segunda vez ante el nuevo juez, que fue “súper respetuoso”.
Con este cambio esperan que la causa “vaya hacia delante”, aunque no les sorprendería que estuviera “otros cinco años” metida “en el cajón”. Desde 2003 hasta ahora, aseguran que Kote Cabezudo ha estado “paseándose tranquilamente por Donostia”, mientras ellas estaban “sintiendo vergüenza y culpa”, llorando en sus casas.
La paralización de esta causa solo ha conseguido que las víctimas “se encabronen más” y tengan “más fuerzas” para seguir luchando. Estas dos irundarras han tenido que pasar un proceso de años para aceptar lo que les sucedió, para contárselo a sus padres (que no supieron nada hasta hace un par de años) e, incluso una de ellas ha necesitado la ayuda de una psicóloga.
“Estoy segura de que cualquier persona que ha pasado por su estudio ha sufrido algún tipo de abuso, aunque no lo sepa, aunque no lo reconozca o aunque no lo quiera denunciar. Unas pararon antes, otras después y a otras les ha destrozado la vida”, insisten estas chicas.
Ahora, viven más aliviadas desde que el fotógrafo Kote Cabezudo está en prisión provisional. Ya no tienen miedo a encontrárselo por la calle, ya no les sobresalta ver a un hombre con sombrero por las calles de Donostia. “Es una pequeña victoria que esté en la cárcel y que la gente sepa quién es y lo que hizo. Que la gente que se ha pasado nuestras fotos sepa lo que había detrás de esas fotos, porque había sufrimiento y abuso”, denuncian.