"Temporales de olas ha habido siempre, pero nunca nada como esto. Al menos yo no he conocido nada parecido". Esta es una de las afirmaciones que más se han repetido estos días, después de que olas de más de ocho metros destrozaran el litoral. Sin embargo, lo cierto es que hay quien recuerda temporales que causaron mayores destrozos, aún si cabe.
Es el caso de Manuel Barrena y Ramona Barjola, que recuerdan que un septiembre de comienzos de la década de los 50, el mar se tragó, literalmente, el barrio de Gros. "No recuerdo bien si era 1951 o 1952, pero era septiembre y también coincidió con las mareas vivas", comienza a relatar Barrena, mientras sostiene tres fotografías de aquella fatídica jornada.
"Aquello sí que fue tremendo. Impresionante", califica. "El mar golpeó con tanta fuerza que arrancó el muro de la Zurriola por completo. En aquella época ni había playa ni había nada, y el agua entró hasta la calle Miracruz", recuerda.
Barrena apenas contaba con 21 años cuando sucedió aquello, pero en su retina quedaron grabadas imágenes que jamás olvidará y que las tres fotografías que aún guarda ayudan a mantener frescas.
El paseo de la zurriola, sepultado
"Parece Hiroshima"
En una de ellas puede verse cómo el agua cruza de lado a lado del paseo de la Zurriola, mientras la gente se encarama a las farolas para protegerse de la corriente. Otra muestra a un nutrido grupo de trabajadores desescombrando oficinas y talleres, en los que entraron piedras de grandes dimensiones, algunas de ellas de centenares de kilos. Finalmente, una tercera, en la que se visualizan la cantidad de escombros que sepultaron el paseo de la Zurriola. "Es que parece Hiroshima después de que cayera la bomba atómica", exclama, todavía asombrado por la fuerza destructiva del mar.
El domingo por la mañana, volvieron a revivir aquella jornada. "Nos acercamos a ver cómo estaba toda la zona y es verdad que había mucha arena, que llegaba hasta la acerca, pero se podía pasar. Ni color con lo que sucedió entonces", asegura Barjola, que recuerda el miedo que le produjo el mar entonces. "Yo soy de Mérida y con 18 años me vine a trabajar aquí, de pinche de cocina al hotel Baleares. Cuando vi cómo corría el agua, como Pedro por su casa, no sabía si quedarme aquí o volverme a mi casa", cuenta.
Y es que, si este domingo el agua llegó a inundar parte de los garajes de la plaza Catalunya, entonces el agua llegó "hasta Miracruz". "Era como un tremendo río que bajaba por la Gran Vía", señala la mujer.
El barrio tardó en reponerse de lo ocurrido. "Fue un trabajo tremendo. Estaba todo lleno de agua, de barro, de arena, de piedras", señala su marido. Por aquel entonces, él trabajaba en la empresa de Tresa, que tenía sus oficinas en el paseo de la Zurriola, cerca de la gasolinera. "Imagínate la fuerza que tenía el mar que una ola movió una piedra de 300-330 kilos y la metió dentro de las oficinas, y la misma ola la sacó", cuenta a modo de anécdota.
Barrena recuerda que limpiar todo aquello supuso "un trabajo tremendo". Tal fue así que la empresa en la que trabajaba decidió cambiar de ubicación. "Acabamos trasladándonos a la calle Tomás Gros. Con aquel temporal se perdió mucha paquetería. Nosotros trabajábamos enviando paquetes entre San Sebastián y Barcelona y se perdió todo", recuerda.
Afortunadamente, pese a que las tecnologías no permitían predecir las catástrofes tal y como lo hacen hoy en día, entonces tampoco hubo que lamentar víctimas personales. "No hubo muertos, aunque hubo que desalojar a mucha gente, porque el agua estaba entrando en sus casas", cuenta Barrena.
Sin embargo, este no es el único temporal de olas que recuerda la familia Barrena-Barjola. "En 1960 hubo otro muy fuerte, aunque ese no afectó a Gros, sino al Paseo Nuevo. También a la Parte Vieja, que quedó totalmente inundada. También fue impresionante", recuerdan.