El primer teléfono de Gipuzkoa fue de los señores Brunet, que tenían las oficinas en el número 20 de la avenida de la Libertad y una fábrica de tejidos a 11 kilómetros, en el barrio de Oria de Lasarte-Oria. La línea telefónica unía las oficinas con la fábrica. El teléfono era el tradicional que hemos visto en las películas: bocina, auricular, baterías y timbre. La noticia de su instalación fue muy comentada en la ciudad, y una de las frases más repetida fue la de: " ¡Y se puede hablar a distancia!".

En el verano de ese mismo año se instaló la segunda línea, que era propiedad de los señores. Osácar para unir sus oficinas en la calle Garibai y una refinería de azúcar en Atocha.