Las pantallas se han convertido en una parte integral de nuestras vidas, especialmente para los individuos de las nuevas generaciones que crecen rodeados de dispositivos de tecnología digital y cuya exposición constante tiene un impacto profundo en su cerebro y en su percepción del mundo.
Según un informe de la OMS, el 11% de los adolescentes ya presenta un uso problemático de móviles, redes sociales y videojuegos, mientras que otro 32% está en riesgo. Y es que, este fenómeno está alterando la forma en la que los jóvenes se relacionan consigo mismos y con los demás.
Autoestima y salud mental en riesgo
Guillermo Acevedo, terapeuta y socio fundador de Esvidas, señala que "más allá del tiempo que los adolescentes pasan frente a las pantallas, lo más problemático es la relación emocional que desarrollan con ellas. Muchos jóvenes se sienten inseguros cuando no tienen su móvil cerca o solo se sienten valorados por su aprobación digital".
Las redes sociales están diseñadas para crear un flujo continuo de imágenes perfectas y vidas idealizadas, lo que genera una cultura de comparación constante y una sensación permanente de que nada es suficiente.
Este bombardeo de estímulos no solo afecta a la autoestima, sino también a la planificación, al autocontrol y a la empatía, que aún están en desarrollo durante la adolescencia.
Y es que el cerebro de los adolescentes está en una etapa crítica de reestructuración y la gratificación instantánea que proporcionan los me gusta en las redes sociales activa el circuito de recompensa del cerebro mediante la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer.
Si se produce una sobrecarga de dopamina, esta puede alterar el equilibrio emocional y cognitivo de los jóvenes, moldeando su cerebro de una forma artificial con consecuencias imprevisibles.
La búsqueda de la perfección
Rocío Rodríguez Ares, psicóloga de Esvidas, señala que las redes sociales no muestran la realidad tal como es; presentan versiones editadas y filtradas de vidas y cuerpos perfectos, creando estándares inalcanzables. "Las redes sociales han introducido un estándar invisible pero omnipresente: hay que ser feliz, guapo, exitoso y original todo el tiempo. Es agotador. Y para un adolescente, que aún no ha terminado de construirse, es directamente destructivo", señala la experta.
Los efectos más comunes que causa la sobreexposición a redes sociales son: disminución de la autoestima, autoexigencia excesiva, sensación creciente de fracaso, dismorfia corporal y dificultad para aceptar su imagen y deterioro de la salud mental con una mayor irritabilidad y una desconexión emocional.
¿Conectados o más solos que nunca?
A pesar de estar más conectados que nunca a través de las redes, los adolescentes que pasan más tiempo en ellas suelen mostrar mayores sentimientos de soledad y vacío. Las interacciones cara a cara disminuyen, y actividades que antes formaban parte de su rutina, como pasar tiempo al aire libre o participar en hobbies no digitales, se reemplazan por experiencias virtuales.
Si se cae en un uso excesivo de pantallas, se pueden producir trastornos del sueño, cambios de humor o dificultades para concentrarse en tareas que no están relacionadas con dispositivos digitales. Esto puede provocar, además, un círculo vicioso: a mayor uso de pantallas, más aislamiento y, a su vez, más dependencia de ellas en busca de una validación emocional.
Adicción digital, un problema estructural
Aunque a menudo se responsabiliza a las familias del uso excesivo de las pantallas, el problema es más complejo. Las plataformas digitales están diseñadas para captar la atención de forma constante, ofreciendo al usuario lo que le interesa sin tener en cuenta su bienestar emocional. Así, las notificaciones, los likes y el contenido infinito están diseñados para generar adicción.
Para proteger a los menores de los efectos nocivos de estos mecanismos, se requieren regulaciones más estrictas que incluyan límites de edad para acceder a plataformas digitales, desactivación de notificaciones adictivas y mayor transparencia en los algoritmos que determinan qué contenido ven los usuarios.
Una urgencia social
Desde el grupo sanitario Esvidas lanzan el mensaje de que el uso excesivo de pantallas no es solo un problema de ocio, sino una crisis de salud pública, ya que las consecuencias emocionales y neurológicas ya son evidentes en el día a día de muchos adolescentes.
Abogan por una respuesta coordinada entre familias, escuelas y autoridades para proteger el desarrollo saludable de las nuevas generaciones y evitar que la tecnología tenga un inevitable impacto destructivo en su futuro.