En tierras navarras, en una de la sierras más conocidas, la de Andia, se encuentra uno de los emblemas de la zona, Este no es otro que la Trinidad de Iturgoien. Vamos a llegar a ella recorriendo de sur a norte el espectacular hayedo del barranco de Urbiotz. una ruta no tan frecuentada como otras de la zona que nos aportara ese extra de paz y descubrimiento.
DATOS PRINCIPALES
· Kilómetros: 12, 8 km
· Desnivel positivo: 499+
· Duración: corriendo 1:30h / Caminar - correr: 2:15h / Senderismo 3:00h
LLEGADA AL PUNTO DE PARTIDA
· Desde Pamplona, salimos por el sur para tomar la A-12, la cual seguimos hasta abandonarla en la salida 34. Tomamos la NA-7320 dirección Yerri y en Arizala cogemos la NA-7330 que nos lleva hasta Lezáun.
· Desde Vitoria, saliendo por la parte oeste tomamos la N-104 la cual dejamos tras pasar Argomaniz. Ahí accedemos a la N-1 sentido Irún primero y en Alsasua tomamos la A-10 dirección Pamplona para abandonarla en la salida 20. En sentido hacia Estella tras atravesar Lizarraga por la N-120 llegamos a Lezáun.
· Desde Bilbao, por la A-68 llegamos a Altube donde tomamos la N-622 hasta casi llegar a Vitoria. Accedemos a la N-1 sentido Irún en la salida 5 y seguimos los pasos del punto anterior.
· Desde Donostia salimos por la parte oeste de la ciudad para acceder a la N-1 sentido Madrid. Continuamos hasta Alsasua donde tomamos la salida para acceder a la A-10 dirección Pamplona y seguimos los pasos del punto dos.
DESCRIPCIÓN
En el corazón de la sierra de Andía, entre los valles de Guesalaz y Goñi, se esconde una de las rutas más hermosas y menos transitadas de Navarra: el ascenso desde Lezaun a la ermita de la Trinidad de Iturgoien por el barranco de Arbiotz. Esta travesía circular, de unos 13 kilómetros y 500 metros de desnivel, ofrece una experiencia completa para los amantes del senderismo: bosques sombríos, barrancos escarpados, pastizales de altura, panorámicas infinitas y una ermita cargada de historia y espiritualidad.
La ruta comienza en el pequeño pueblo de Lezaun, situado a 850 metros de altitud. Sus casas de piedra, tejados rurales y calles empedradas conservan el color de antaño de la montaña navarra. Desde la plaza, se toma el sendero que se dirige hacia el norte, entre prados y cercados de ganado. El paisaje nos enseña desde aquí suaves colinas y bosques de robles y quejigos que nos acompañan en este primer tramo.
CONSEJOS PARA REALIZAR ESTA RUTA
Hidratación. Es conveniente llevar buena provisión de agua ya que salvo el arroyo y algún pequeño manantial salvo en Lezaun no encontraremos agua.
Calzado. Con una zapatilla con un buen agarre es suficiente. Cuidado especial en tiempo húmedo por alguna roca o paso mojado donde poder tener un resbalón.
Dificultad. Ninguna más allá del esfuerzo de andar esos 13 kilómetros y subir algún que otro tramo más empinado de lo normal.
Pronto llegamos al barranco de Arbiotz, una garganta estrecha y profunda que se adentra en la sierra como un pasadizo natural. El sendero se vuelve más técnico, con tramos empinados y pedregosos que exigen atención, pero nada que con un poco de cuidado y paciencia no podamos superar. La vegetación se hace más densa: helechos, musgos, avellanos y hayas cubren las laderas, mientras el arroyo Arbiotz serpentea entre las rocas, formando pequeñas cascadas y pozas cristalinas.
En este tramo de singular belleza la luz apenas penetra entre las copas de los árboles, creando un ambiente húmedo y misterioso. El arrullo del agua, los pájaros y el sonido de la hojarasca bajo los pies componen una música natural que nos acompaña en la ascensión. Por el camino pasamos por la balsa de las Gambellas, por el precioso puente de Ubagua y por las ruinas de Arkue. Muchos sitios donde poder captar instantáneas muy peculiares. Tras aproximadamente cuatro kilómetros y medio de marcha, el barranco se suaviza y el bosque comienza a abrirse. Se alcanza el collado de Iturgoien, a unos 1.100 metros de altitud, donde el paisaje cambia radicalmente. Los árboles dan paso a pastizales de altura, salpicados de espino albar y brezo. Desde aquí ya se divisa la ermita de la Trinidad, encaramada en un altiplano que domina el valle.
PARADA EN LA ERMITA
La ermita, de origen medieval, ha sido restaurada en varias ocasiones. Su arquitectura es sencilla: una nave rectangular, tejado como en las casas de Lezaun y una pequeña espadaña. Pero su ubicación le confiere una fuerza especial. Rodeada de silencio y hoy de bastante viento, la Trinidad de Iturgoien es un lugar de recogimiento, frecuentado por peregrinos, pastores y caminantes. Cada año, en Pentecostés, se celebra una romería que reúne a vecinos de los pueblos cercanos. Desde la ermita, las vistas son espectaculares: al sur, el valle de Guesalaz y el embalse de Alloz; al norte, las cumbres de la sierra de Urbasa; al este, los montes de Vitoria; y al oeste, la prolongación de la sierra de Andía. Es un buen lugar para descansar, reponer fuerzas y dejarse envolver por la atmósfera del lugar.
Hacia Oskandia
La ruta continúa hacia el este, en dirección a la cima de Oskandia. El sendero prácticamente no asciende por lomas cubiertas de vegetación baja. El terreno es más abierto, con grandes bloques de piedra caliza que emergen entre los pastos. Por el camino pasaremos dos cimas secundarias como son Artxurieta (1.225m.) y Malkaxko (1.239m.). La cima de Oskandia, a 1.236 metros, es uno de los puntos más altos de la sierra de Andía. Aunque no es muy prominente, ofrece una panorámica de 360 grados que recompensa el esfuerzo. Desde allí se pueden distinguir los Pirineos en días despejados, así como la cuenca de Pamplona y los valles de Amescoa y Goñi. Es un lugar perfecto para detenerse, a contemplar y almorzar si no lo hemos hecho en la ermita.
El descenso se realiza por la ladera sur de Oskandia, siguiendo un sendero que atraviesa pastizales y bosques. La bajada es pronunciada en algunos tramos, con zonas de piedra suelta que requieren precaución. Pero el entorno compensa: se entra en el hayedo de Lezaun, un bosque húmedo y sombrío donde la luz se filtra entre las hojas creando un juego de sombras hipnótico. Este hayedo es uno de los mejor conservados de la zona. Los árboles, altos y esbeltos, forman como una cueva natural que nos envuelve. Es un tramo mágico, ideal para caminar en silencio y dejarse llevar por los sentidos.
Regreso a Lezaun
Tras unas tres horas de marcha desde el inicio de la travesía, se regresa al punto de partida en Lezaun. El pueblo aparece de nuevo entre los árboles, como un refugio conocido. La ruta se cierra con la satisfacción de haber recorrido uno de los rincones más bellos y menos conocidos de Navarra.
Esta travesía por la sierra de Andía es un viaje al corazón de Navarra, a sus paisajes, su historia y su espiritualidad. El barranco de Arbiotz, la ermita de la Trinidad y la cima de Oskandia forman un triángulo mágico que invita a caminar. Una ruta que exige esfuerzo, pero que bien merece la pena por recorrer un entorno no tan conocido y alejado de las rutas masificadas, como puede ser el Beriain, por poner un ejemplo.
CONSEJOS PARA REALIZAR ESTA RUTA
Hidratación. Es conveniente llevar buena provisión de agua ya que salvo el arroyo y algún pequeño manantial salvo en Lezaun no encontraremos agua.
Calzado. Con una zapatilla con un buen agarre es suficiente. Cuidado especial en tiempo húmedo por alguna roca o paso mojado donde poder tener un resbalón.
Dificultad. Ninguna más allá del esfuerzo de andar esos 13 kilómetros y subir algún que otro tramo más empinado de lo normal.
PLANES ALTERNATIVOS
Completamos nuestra ruta con dos planes extra a realizar:
· Visita a la granja escuela Basabere: situada en el mismo Lezáun se trata de una granja escuela diferente ya que tienen otra forma de concebir la agricultura y la ganadería, una perspectiva que proviene del modo en que trabajaban nuestros antepasados, que incentiva el respeto a la naturaleza y que parte de una relación con el medio ambiente construida sobre la sostenibilidad y la cercanía. Nos ofrecen la posibilidad de desconectar del mundo tecnológico en el que vivimos para conectar con nuestras raíces. Reservas en https://basabere.com/reservas/
· Museo de la trufa de Metauten: a una media hora se ubica este curioso museo. Es el único centro de interpretación que hay en España dedicado a este singular producto. Tiene como objetivo principal dar a conocer la trufa negra (Tuber melanosporum), el llamado diamante negro de la cocina, que crece de forma natural en la zona, así como su historia, el entorno, la cultura, la biodiversidad requerida por la trufa para llegar hasta nosotros, sus valores naturales y gastronómicos. Podremos hacer una visita con degustación o la denominada trufaexperiencia que además de todo lo anterior nos enseñaran “in situ” la recogida de la trufa con la ayuda del perro trufero.
A la hora de recuperar fuerzas en el propio Lezáun y sino acercarnos a Estella donde disfrutaremos de una oferta gastronómica más amplia.