Mientras Mediaset retransmitirá las campanadas de Nochevieja desde una estación de esquí sin reloj conectando con el de una iglesia situada a cinco kilómetros y añadiendo en playback el de la madrileña Puerta del Sol, para que nadie se pierda sin los cuartos, los de Atresmedia han reducido su antaño celebrada felicitación navideña al anuncio de una marca de leche con el post de dos presentadores de la casa.

El estreno del anuncio lo vendieron como el mayor acontecimiento de televisión mundial, con demasiados adjetivos que solo sirvieron para subrayar la posterior decepción. Sonsoles Ónega, jugando a ser la tía pija y rica desde Antena 3, e Iñaki López el sobrino pobre desde La Sexta, conectaron sus programas, que se hacen a escasos metros, en el mismo edificio, para dar paso al gran acontecimiento: un simple anuncio de leche al que le han puesto la morcilla de Atresmedia para decir que ellos también se suman a los buenos deseos.

Aunque la gracia vino cuando Ónega a punto estuvo de cargarse toda la campaña al rechazar la invitación de él de brindar con leche entera porque engorda. La repentina sensatez, o un grito desesperado por el pinganillo, hizo que Ónega no acabara la frase ante la risa pícara de él que se marchaba a seguir con sus cosas junto a una ninguneada Cristina Pardo, a su lado, que se quedó fuera de los buenos deseos de Atresmedia, aunque comparte anuncio salchichero y de otros fiambres con Ana Rosa.

Tampoco es para tirar cohetes el anuncio navideño de Mediaset, mucho peor que el del año pasado en el que el repentino incendio de un árbol unía a todo el pueblo para volver a poner la Navidad en pie. Esta vez el mensaje es muy distinto: perdonemos a los cuñados por muchos disparates que hagan o digan porque antes que cuñados fueron los niños con los que compartimos juegos. Y aquí el anuncio se torna repentinamente en autobiográfico, como si Mediaset fuera ese cuñado, y eso también es la leche.