Llevamos toda la pretemporada avisando de que los amistosos no valen para nada y sin quererlo ni beberlo comenzó la temporada en un encuentro en el que resulta complicado sacar una lectura convincente para todo lo que queda. Al menos ahora los empates y las victorias valen puntos, y la Real sumó uno que no es poca cosa y no sabe mal en un encuentro jugado a ritmo veraniego, que podía haber sido perfectamente una final de un Trofeo Naranja que se disputaba antes en la ciudad del Turia. Los realistas pudieron ganar y perder, pero al final lograron recuperarse de forma inmediata del error que supuso el 1-0 gracias a una buena jugada entre Brais y Kubo, que definió como, desgraciadamente, pocas veces suele hacerlo. Después de eso, insistimos en un duelo que solo avanzó a base de impulsos, Óskarsson volvió a perdonar en Mestalla el gol del triunfo y Copete, a puerta vacía, se quedó sin la gloria de darle el triunfo a los suyos en su estreno.
La verdad es que por mucho que algunos (los de siempre, todo hay que decirlo) esperaran otra cosa, Sergio apostó por un once con bastantes decisiones cuanto menos inesperadas. Habla muy bien del nivel de la plantilla que en la primera jornada estén tantos puestos sin propietarios claros, pero venimos de donde venimos, y algunos estaba claro que no iban a aceptar su alineación. El análisis es rápido, se cargó a Jon Martín, que tendrá tiempo y temporada para jugar y aspirar a convertirse en indiscutible, para dar entrada a uno de los dos fichajes, Caleta-Car, con Aihen en lugar de Sergio Gómez en el lateral. Turrientes de pivote, por delante de Urko, con Pablo Marín, que estaba claro que no ib a faltar tras lo visto en Inglaterra, con Brais de mediapunta y el tridente mágico que tantas alegrías nos dio compuesto por Kubo, Oyarzabal de 9 y Barrenetxea, probablemente el mejor realista en la pretemporada. Es decir, sin Sucic en la medular, ni Óskarsson ni Guedes en la delantera. En resumen, un plan continuista con solo una cara nueva respecto al curso pasado para empezar, la del central croata en lugar de Aguerd, que era el habitual sobre todo en la primera mitad del campeonato. Significativo que para muchos apostar por lo que ya sabes que puede funcionar sea definido como una decisión valiente o tan imprevista.
Enfrente un Valencia con Raba, que hizo una buena campaña en el Leganés, y el recuperado Hugo Duro en la delantera. Y con un Mestalla lleno y reivindicativo como arma secreta. A veces, mucho más dañina de lo que se cree.
El partido fue la mejor demostración de que adelantar una semana el inicio del campeonato con el calor que se respira en la península ibérica no tiene ningún sentido. Un duelo disputado a ritmo de bolo veraniego. Sin apenas presión, con escasos esfuerzos repetidos, con futbolistas agotados y extasiados buscando hidratarse desesperadamente en cuanto podían... Así es imposible. Con 30 grados y una humedad del 70% resulta complicado ofrecer un espectáculo mínimamente interesante para el público.
No fue mala primera parte
La Real no completó una primera parte mala. Incluso estuvo más cerca de marcar, ya que en varias ocasiones pareció llegar con bastante facilidad a zonas peligrosas. Presionando menos arriba, con las líneas más juntas y buscando sobre todo romper por las bandas. Las mejores ocasiones fueron de los donostiarras. Sobre todo en dos acciones de Brais, con un remate alejado que paró en dos tiempos Agirrezabala y en una acción individual tras recibir un gran pase de Oyarzabal que no pudo concretar porque se cruzó Gayá.
En el otro área, Pablo Marín se cruzó bien antes de rematara Raba y poco más. Barrenetxea, al que le buscaron mucho, también dispuso de su opción, pero tras una filigrana chutó fuera a pase de Kubo. En los últimos veinte minutos apenas sucedió nada, algo que revela que había muy poca gasolina para aguantar las condiciones meteorológicas.
Otra novedad
En la reanudación, otra novedad. Sergio optó por no cambiar al amonestado Turrientes como solía hacer siempre Imanol para protegerse de posibles expulsiones. El partido transcurría sin que sucediera gran cosa hasta que Remiro golpeó mal en una salida de jugada y al Valencia le dio tiempo para armar un ataque sin que se colocara la zaga lo que aprovechó Raba para poner un servicio perfecto a Diego López que entró como una exhalación en el hueco que dejó Aramburu, que estaba preparado para atacar, y superó al de Cascante con un toque sutil en plena carrera con el que alojó la pelota en las redes.
La cosa pintaba mal, porque en los dos años anteriores la Real no había sido capaz de reaccionar después de encajar un golpe. Pero esta vez, solo tres minutos después, Brais, al que a veces hay que apretarle para que frote más la lámpara de su magia, encontró a Kubo y este, en una de sus clásicas diagonales definió con un chut seco que sorprendió al meta ché. Lo más complicado estaba hecho. La lástima es que ya con los cambios, Oyarzabal metió un gran pase en largo a Óskarsson que ni controló bien para prepararse el disparo ni finalizó con precisión al disparar casi en semifallo. Una pena.
El partido estaba tan abierto que solo cuatro minutos después. Copete no pudo dirigir su remate a puerta vacía tras un centro de Javi Guerra. Barrenetxea y Oyarzabal malgastaron sus opciones en un final en el que el Valencia dominó más. Incluso Guedes no estuvo fino en una rápida contra, pero al final nadie modificó el empate que visto lo visto se puede dar por justo.
Buen punto
La Real se estrenó por lo tanto con un buen punto en un campo complicado como Mestalla. Todavía es pronto para enjuiciar el proyecto de un Sergio que apostó por un plan ya conocido, sin muchos cambios. El sofocante calor y el hecho de que la plantilla aún no esté definida provocó que no se puedan sacar conclusiones definitivas para lo que queda por venir. De momento, un punto. Y gol de Kubo. Que, reiteramos, no es poca cosa. Si el japonés se enchufa, entonces sí que todo va a ser posible...