La Real Sociedad superó este jueves los cuartos de final de la Copa del Rey tras apear a Osasuna en Anoeta (2-0). La eliminatoria se disputó sólo cuatro días después de un encuentro liguero entre ambos equipos, un partido (el del pasado domingo) que llevó a ambos entrenadores a matizar sus propuestas. Tanto Imanol Alguacil como Vicente Moreno apostaron por planteamientos algo más agresivos a la hora de presionar, de ahí que se viera una contienda muy distinta a la que había deparado el derbi de El Sadar.
La presión rojilla
Comencemos subrayando que Osasuna apretó en Anoeta desde un punto de partida muy similar al del domingo. Aimar Oroz se quedaba con Zubimendi para que, detrás suyo, Moncayola e Iker Muñoz se encargaran de Pablo Marín y Brais Méndez respectivamente.
Sin embargo, Vicente Moreno quiso también evitar que Igor Zubeldia pudiese dar salida al esférico con la comodidad de Pamplona. Varias de las ocasiones txuri-urdin en El Sadar nacieron de conducciones sin oposición del azkoitirra, tal y como analizábamos en este mismo espacio tras el encuentro del domingo.
Pensando en que no se repitiesen acciones como esta última, el entrenador de Osasuna activó en Anoeta una forma de presionar que los rojillos ya habían utilizado en encuentros anteriores y que implicaba apretar de forma más agresiva. Cuando el balón llegaba a Zubeldia, Aimar saltaba a por él y se iniciaban detrás del mediapunta rojillo una serie de movimientos compensatorios. Moncayola dejaba a Marín y se emparejaba con el propio Zubimendi. Y el extremo Rubén García abandonaba la banda para compensar dentro y encargarse de Marín. Por todo ello, a la Real le costó generar peligro de inicio, viviendo mayores dificultades que en El Sadar.
La defensa txuri-urdin
La Real también varió cosas respecto a El Sadar, donde defendió bien en líneas generales pero concedió también bastantes centros a Osasuna (durante la primera parte) desde la banda de Areso. Allí, Ander Barrenetxea y Javi López se vieron involucrados a menudo en un dos contra tres ante el propio Areso, Rubén Garía y Moncayola, abriéndose así una puerta para que los rojillos metieran peligrosos balones al área de Remiro. Lo veíamos igualmente aquí tras el encuentro liguero.
Este jueves en Copa, y pese a que el buen hacer visitante permitió a Osasuna generar situaciones de peligro, Imanol pudo contrarrestar el tipo de jugada que hizo sufrir a su equipo en El Sadar. El técnico txuri-urdin apostó por una fórmula más agresiva a la hora de defender este tipo de acciones: dio rienda suelta al lateral (Aihen) para asumir las subidas de Areso y permitir a Barrene vigilar dentro a Moncayola. Asimismo, ordenó a Aguerd que corrigiera el mencionado movimiento de Aihen para asumir la marca de Rubén García.
Este ajuste permitió a la Real lanzarse a presionar de forma más agresiva, a sabiendas de que no se iba a generar en la banda de Areso una inferioridad numérica. En una jugada que Osasuna trató de iniciar desde atrás y ante la que el tres contra tres en la zona conflictiva impidió a Herrera servir en largo, el salto de Marín a por Iker Muñoz propició el segundo gol del partido.
Así encarriló la Real un partido en el que había abierto la lata a través de una jugada digna de mención. Ante la agresiva presión de Osasuna, al hombre cuando los txuri-urdin iniciaban desde Remiro, el meta blanquiazul apostó en numerosas ocasiones por buscar en largo el duelo aéreo entre Juan Cruz y Take Kubo. Sorprendió por la baja estatura del japonés... pero lo cierto es que este se impuso al lateral para cabecear hacia Oyarzabal y generar así el 1-0 de Barrenetxea. Fue una de las acciones puntuales que decidieron el choque y que propiciaron un resultado distinto al de El Sadar. Sin embargo, no puede decirse que los de Imanol jugaran este jueves mejor que el domingo, ni tampoco que Osasuna estuviera especialmente peor que en Pamplona.