Por sorprendente e inesperado que parezca para muchos, el viaje a Niza de la Real quedará marcado para siempre por el desayuno que organizó Roberto Olabe en Anoeta en los minutos antes de partir. El director de fútbol no tenía muchas ganas de comparecer ante los medios después de un mercado convulso y de un inicio muy decepcionante de Liga por parte del equipo y, a pesar de que varias voces en el club no estaban muy de acuerdo con su idea, decidió que el formato de su atención a los medios iba a celebrarse en una conversación bastante informal sin grabadoras ni cámaras.
Disconformidad entre los periodistas
Cuando estaba acabando una intervención, en la que saltaba a la vista que había periodistas que no le hacían preguntas en señal de disconformidad, uno de los presentes, con razón, le expuso que esta forma de comparecer no valía para las radios ni para las televisiones. No tardaron en sumarse más compañeros a la queja y la cosa acabó bastante tensa. Sin tiempo para alargar más el debate, se emprendió camino hacia Niza.
Durante el trayecto el tema monopolizó todas las conversaciones entre representantes del club y enviados especiales y, a su llegada al aeropuerto, Aperribay fue informado en tono jocoso de que había saltado el Motín de Niza, ante lo cual se quedó bastante perplejo al no saber nada de lo que había sucedido antes de que le pusieran al día. El propio Olabe y el periodista de la discusión continuaron dialogando, ya de forma privada, en una cola de control en la que no podía faltar la aparición de una aficionada japonesa para pedirle una firma y una fotografía a Take Kubo.
La cosa se calmó bastante cuando subimos al avión polaco y con plantilla también de ese país que nos llevó hasta la ciudad de la Costa Azul. Lástima que no acompañara el tiempo, ya que la maniobra de aterrizaje se realiza en frente del largo paseo marítimo de la bella ciudad.
Camino al estadio
El hotel del club se encontraba a muy pocos metros del aeropuerto y, tras almorzar y descansar, la delegación txuri-urdin acudió al estadio Allianz Riviera. Cuando nos volvimos a juntar todos se pudo comprobar que ambos bandos le habían dado muchas vueltas a la situación, a la justa reivindicación y a las formas con las que se había manifestado el malestar. Pero ya todo de un modo mucho más reflexivo, tranquilo y encauzado.
Rueda de prensa
Nayef Aguerd fue el elegido por parte del club para comparecer junto a Imanol ante la prensa local y la guipuzcoana. Fue curioso, porque, en la espera, explicamos al traductor, que era el mismo que había estado con la Real cuando jugó en Mónaco y que era un profesional irreprochable, de los mejores que se recuerdan en los desplazamientos europeos de la Real, que el técnico iba a atender primero en euskera a los dos medios que lo necesitaban y que luego iban a poder hacer las preguntas que necesitaran en castellano.
Al margen de alguno más gruñón y malencarado que otros, la cosa no pasó a mayores y, sobre todo, cuando aparecieron en escena los representantes de la Real, no hicieron ningún mal gesto al oír las explicaciones de cómo iba a transcurrir la rueda de prensa. Resultó gracioso que entre ellos sí que se pusieron a discutir sobre el tema hasta que un periodista les dijo con coherencia: “Tened cuidado, porque Donostia está al lado de Francia y seguro que más de uno sabe hablar francés”. Obviamente, los enviados especiales nos estábamos riendo porque el que dominaba la lengua vecina estaba traduciendo todo a sus compañeros. Pero no tuvo nada que ver con una falta de respeto al euskera ni tampoco a los periodistas. Hay que destacar que después el trato fue muy bueno y el club estuvo a la altura de la exigencia europea.
Preguntas locales
Más sorprendente y hasta molestas fueron las dos preguntas que tuvo que soportar el bueno de Aguerd por parte de los medios locales: ¿Cómo se puede preparar un defensa para parar a un equipo que viene de marcar ocho goles? Y, la más increíble: ¿Tienen miedo después de ver la goleada del Niza? El marroquí no pudo reprimir la risa y recordó que la Real tenía mucha experiencia en Europa y que ellos también podían preguntar a los jugadores del Niza si tenían miedo después de ver la Champions que hicieron el curso anterior.
Como suele ser habitual, Imanol no decepcionó en su primera rueda de prensa europea y dejó un mensaje reivindicativo, certero y contundente sobre la situación del equipo. “Hace pocos meses éramos la envidia de toda Europa”. Y el recuerdo para sus haters y su invitación para que regresen a la cueva. Que cada cual interprete si estuvo más o menos acertado, pero su discurso no sonó improvisado, aunque le guste defender que nunca prepara sus ruedas de prensa.
Víspera
En una ciudad en la que se respira un gran ambiente turístico aún, el partido pasó completamente inadvertido la víspera. No se veía ninguna camiseta txuri-urdin en los lugares más célebres de Niza. Es más, al día siguiente, cuando comenzaron a aparecer a cuentagotas los cerca de 200 hinchas realistas con sus colores, una joven se les acercó para preguntar cuándo era el partido y a qué hora. Al parecer, en Francia también están sobrepasados por el calendario.
La capital de la Costa Azul amaneció con un día de verano, como lo acredita que su playa pétrea estaba llena de bañistas y de gente bronceándose. Es cierto que eran muy pocos y que se encontraban desperdigados por la ciudad, pero la realidad es que estaban muy animosos y motivados para darlo todo y hacerse notar en el campo. No sabían aún la que les esperaba…
Algunos se encontraron con Jokin Aperribay y Xabi Prieto, que iban a la comida de directivas.
El presidente les explicó que les habían puesto todo tipo de pegas para que facilitaran el desplazamiento de sus aficionados porque los ultras franceses habían generado muchos incidentes en la previa del encuentro del pasado viernes ante el Saint-Étienne cuando, como no les dejaron hacer una encerrona a los visitantes, se enfrentaron de forma agresiva a los gendarmes. Si había que pecar de alguna manera, la policía gala prefirió hacerlo por exceso y puso unas condiciones que no había por dónde cogerlas.
En su afán por tenerlos controlados eligió un meeting point que se encontraba a diez kilómetros del centro de la ciudad, al que fueron no más de quince personas, y después obligó a todos a acudir en autobuses lanzaderas al campo. La mayoría de los 200 héroes reconocían estar bastante molestos y enfadados con la organización del desplazamiento y con las imposiciones que habían recibido.
Los ertzainas desplazados con la Real estaban muy preocupados con los ultras locales, que, para que se hagan una idea, salieron a la caza de camisetas blanquiazules cuando el equipo visitó Mónaco y la mayoría de los desplazados se hospedaban en su ciudad. Es decir, sin duelo deportivo mediante.
Medidas de seguridad
Al llegar a los aledaños al estadio entiendes mejor tantas medidas de precaución y se agradece que, aunque vienen curvas con las visitas a Donostia de belgas, holandeses y griegos, al menos los radicales del Niza no pasen por Donostia. Eran muchos, muy peligrosos y sorprendentemente hostiles. El recibimiento al equipo txuri-urdin llegó hasta a impresionar a varios miembros de la delegación, que no se esperaban que fuera a ser para tanto.
Gran afición
Si fuera del estadio daban miedo, lo cierto es que, bengalas y botes de humo al margen, dentro del estadio su forma de animar fue imponente y espectacular. Situados en el segundo anillo de uno de los fondos, no pararon de animar en los 90 minutos que duró el encuentro. Guiados por uno de sus jefes, que lo más probable es que este jueves se encuentre sin voz al haberlo dado todo. Uno de los campos con más ambiente que ha visitado la Real últimamente a pesar de que el resto de la grada no presentaba un gran aspecto al tener muchas localidades sin ocupar. La visitante también daba un poco de pena al ver a los nuestros ocupar solo el centro de la misma y, aunque por momentos se les llegó a escuchar y celebraron a lo grande el gol realista (baile de espaldas incluido, por supuesto), lo cierto es que el fervor de los locales les aplastó en decibelios.
Post-partido
Nada más acabar el encuentro, Jon Martín y Barrenetxea fueron los encargados de atender a los medios. Sin apenas tiempo para nada, la delegación oficial y los medios desplazados acudieron directos al aeropuerto, donde en una sala de espera pequeña y privada, con el botín de un punto en la buchaca, se escenificó la paz de Niza entre el periodista y Olabe, circunstancia que celebramos todos, como no puede ser de otra manera.
Siguientes destinos
En el avión hubo que esperar media hora más (llegó tarde el camión cisterna para que repostara la aeronave) y al final el vuelo arrancó a las dos de la mañana. En el medio se organizó la habitual timba de cartas, aunque la mayoría estaba a oscuras descansando. El ambiente no era de euforia, pero sí se respiraba una palpable alegría por el partido y por el punto sumado. A las 3.30 la expedición aterrizó en Vitoria, para emprender camino por carretera a Zubieta, donde llegó pasadas las 5.30. El quedarse durmiendo en las instalaciones era opcional, aunque, dadas las horas y que el entrenamiento estaba programado para las 13.00, la mayoría optó por hacerlo. Siguiente etapa europea: Anderlecht, en casa. Segunda aventura por el viejo continente y esta de verdad: la visita al Maccabi en Belgrado.