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A por ellos

[A por ellos] "200 héroes", por Mikel Recalde

A la Real le tocará lugares exóticos del viejo continente para enfrentarse a sus rivales de la Europa League

[A por ellos] "200 héroes", por Mikel Recalde

Uno de los días más especiales del año sin que ruede la pelota es sin duda el sorteo europeo. A todos nos encanta analizar los pros y los contras de cada destino y hacer cábalas de los viajes que se pueden emprender.

Luego ya todo es cuestión de gustos. Creo que a la Real le han tocado en suerte cuatro atractivas ciudades después de la elección de Belgrado como sede para sus partidos del Maccabi de Tel Aviv. A mí personalmente me hubiese encantado ir a Estambul. E incluso no me hubiera disgustado ni lo más mínimo viajar dos veces como los vecinos a los que les esperan dos anfitriones de nivel como el Fenerbahce y el Besiktas.

Viaje txuri-urdin

He tenido la suerte de visitar en un par de ocasiones la capital otomana y es un lugar hipnótico. Ya puedes pasar allí pocos o muchos días, siempre te vas con ganas de volver. Me dio mucha pena perderme la victoria en Champions de la Real en el Ataturk frente al Galatasaray con aquel testarazo memorable de Xabi Alonso, porque incluso estaba acreditado, pero al final me cancelaron el desplazamiento. En cambio, en mi primera toma de contacto con la ciudad partida en dos continentes sí que tuve el placer o, visto lo visto, la valentía de cruzar el puente del Bósforo para asistir a un maravilloso Fenerbahce-Honved, el histórico equipo húngaro. Era una previa de Europa League en pleno mes de julio, por lo que el único infierno que conocí fue el de su asfixiante calor veraniego.

Nada que ver con los años 90 cuando todo el mundo sabía lo que suponía visitar sobre todo la casa de cualquiera de los tres grandes de Estambul. Hace poco estuve leyendo en Panenka un reportaje sobre el fútbol turco y me sorprendió que señalaba a la prensa europea como cómplice de la grave crisis que se vivió en el fútbol local: “Sentían una especie de fascinación orientalista”. Se refieren a las gradas llenas desde horas antes de que se iniciara el partido, el ruido ensordecedor durante los 90 minutos, el estadio ardiendo en bengalas, la afición visitante entrando acobardada en medio de unas medidas de seguridad muy severas… Pero no era difícil adivinar que la violencia acabaría llamando a la violencia y la situación se convirtió en insostenible, sobre todo porque se cruzó la política de por medio y los campos eran el mejor soporte publicitario posible para hacer ruido y protestar. También entraron los dirigentes poderosos que lo corrompieron todo y pusieron bajo sospecha el sistema arbitral. Sin credibilidad ni triunfos, la afluencia a los campos descendió casi hasta la mitad.

Nunca he entendido muy bien a los medios que critican a las aficiones. Menos aún cuando es la tuya. Alguna vez he comentado que una lección que me dio Alfredo Relaño, un periodista de culto que siempre fue un visionario en la profesión, es que nunca critique a las hinchadas. Por algo le llamarán el respetable.

Me refiero a los que ponen el grito en el cielo por los que no acuden regularmente al campo, los que se marchan antes de que acabe el encuentro o los que solo se quejan por todo. Yo siempre he sido de los que tardaba diez minutos en llegar a mi casa desde el campo, así que no puedo pecar de egoísta y censurar sin conocer la situación de cada uno y habiendo escuchado las pocas ayudas que proporciona la ciudad tanto para sus propios habitantes como para los que vienen de la provincia y tienen por delante un largo desplazamiento de vuelta al hogar muchas veces a horas intempestivas. Eso sí, muchas veces me duele percibir el miedo que le han cogido muchos seguidores de la Real a que les critiquen sus propias actuaciones.

Me ha recordado a lo que ha manifestado Paco Roig, expresidente del Valencia, en una entrevista brutal y por momentos grosera concedida a Relevo, quien a la pregunta de qué es lo que más le dicen por la calle, responde: “Que vuelva. Y yo les contesto, hijo de puta, ¿pero tú el día del Salamanca (su último día en su cargo) me pitaste? Y me contestan: No, yo no, Paco, pero el de al lado mío sí. Y les digo de cachondeo: ¿Y no le diste un par de hostias? Y dicen: No, no. Pues vete por ahí anda. [Risas]. Se lo digo de cachondeo”. Aquí muchas veces es un amigo o el de al lado el que no suele ir, o se marcha antes o lo que sea… La máxima con la que se deberían regir las leyes en todas la gradas es el respeto. Yo al menos lo veo así.

Como en el fútbol de hoy en día impera la intolerancia y la falta de miramientos, ya algunos osados se atreven a recriminar que solo viajan 200 aficionados realistas a Niza.

Es decir, insinúan que la parroquia txuri-urdin no lo da todo para acompañar al equipo. Insisto, aquí, como en todos lados, viaja el que puede. No es lo mismo llevar cinco años seguidos en Europa, con desplazamientos en los que mucha gente más o menos pudiente lo ha dado todo y se han roto muchas huchas, que la ilusión del debutante, como el Girona, o el que ha recuperado por fin el billete europeo tanto tiempo después. Tampoco es lo mismo disputar la Champions codeándose con campeones de Europa que afrontar de nuevo una edición de la Europa League.

Ni motiva en exceso un cambio de sistema de competición al que todavía no le hemos pillado el truco por mucho que nos lo expliquen los sabios. Y si felicito a la Real por su emocionante vídeo sobre el alzhéimer, censuro su organización del encuentro de Niza para la hinchada. Sin informar de las entradas hasta la semana anterior ni facilitarle formas de viaje. Yo soy de los que creo que merece la pena invertir algo de dinero para asegurar que se desplacen más aficionados. Y aprovecho también para incluir aquí que me sabe mal que el club tampoco escuche y acabe ya con el malestar de las peñas por el injusto reparto de entradas para los partidos a domicilio que ha terminado con la ruptura de su federación. Aquí la unión jamás se debería discutir.

Todo influye, como por supuesto el pésimo inicio de curso, los lamentables resultados en casa de todo el año, el clima negativo que brotó de la insoportable tensión durante el mercado y el miedo a los peligrosos ultras del Niza, que ya sufrieron algunos cuando el equipo jugó en Mónaco. Pero el mayor activo de la Real es y será su afición.

Todos están de paso salvo ella, a la que se le necesita siempre. No será la que más grita, ni la que más presiona al árbitro ni la que genera un clima más infernal, pero es la nuestra, la que ama a su plantel, a sus jugadores y a sus colores. Hoy solo son 200, ¿y? Yo siempre he defendido que en Gipuzkoa es el equipo el que anima a la grada más que al revés (en Atocha era igual). Seguro que en otra ocasión serán más, sobre todo si le echan un cable, porque ella nunca falla aunque la fama se la lleven otras.

Dice en el citado reportaje un periodista turco que en su país “nosotros no amamos el fútbol, amamos a nuestros equipos”. Nosotros lo sentimos parecido, adoramos a la Real por encima de todo. Y sabemos que este cariño y esta pasión son el motor para volver a soñar en grande con los nuestros. Estén 200 o 2.000 en la grada, pero siempre contigo. ¡A por ellos!