La temporada de verano en Donostia se ve empañada por la presencia de un viejo conocido, la carabela portuguesa, que ha provocado este miércoles un total de entre 10 y 12 picaduras leves y un "latigazo" de mayor entidad en las playas de la capital guipuzcoana, según nos ha podido informar el jefe de playas de Donostia, Eduardo Flamarique.

Este suceso ha obligado a las autoridades a tomar medidas drásticas, izando la bandera roja en la playa de la Zurriola y la bandera amarilla en Ondarreta.

La Concha y Zurriola

Flamarique informa que el recuento oficial de picaduras se concentra principalmente entre las playas de La Concha y la Zurriola.

Si bien se confirma que todos los afectados se encuentran bien, la alarma ha llevado a una rápida respuesta de los servicios de socorrismo.

La Zurriola, epicentro de la alerta, ha visto ondear la bandera roja junto a la señalización específica de medusas. Además, el baño ha sido cerrado temporalmente por el estado del mar.

En Ondarreta, ondea la bandera amarilla y la de medusas, mientras que en La Concha, a pesar de avistamientos esporádicos, se mantiene la bandera verde y se reportan pocas carabelas.

El viento y la marea, claves

La llegada masiva de la carabela portuguesa coincide con una ola de calor que azota a toda la provincia, un factor que los expertos señalan como una posible, aunque no confirmada, causa de este fenómeno, en el marco del cambio climático.

Sin embargo, la explicación más plausible radica en las condiciones meteorológicas y oceanográficas. A diferencia de las medusas, la carabela portuguesa es un organismo que no se mueve por sí mismo, sino que utiliza una "vela" flotante para desplazarse. Es por ello que su llegada a la costa se achaca principalmente a los vientos y las corrientes marinas, que la arrastran hasta las playas, señala Flamarique.

Tres carabelas portuguesas en una pala Ayuntamiento de Donostia

Martes 13

El recuento oficial de picaduras del pasado martes es de trece en toda la costa vasca, de las cuales siete se han registrado en la provincia de Gipuzkoa. Dos de ellas se pusieron en contacto con el Servicio de Emergencias de Osakidetza para precisar atención sanitaria y fueron trasladadas a centros de salud y hospitales de Euskadi.

Protocolo de actuación

El Departamento de Salud, consciente del riesgo, ha activado de inmediato su protocolo de respuesta ante la presencia de esta especie.

Desde este departamento se ha lanzado un mensaje de relativa tranquilidad, asegurando que “hay menos problemas que en 2023”. La razón principal detrás de esta afirmación es el menor tamaño de los ejemplares, lo que, si bien no elimina el peligro, sí reduce la virulencia de las picaduras. No obstante, la prudencia sigue siendo la norma.

Ambiente en la playa

La situación actual en las playas, sin embargo, refleja una mezcla de precaución y resignación ciudadana. Según el testimonio de Maripuri, una usuaria habitual de la playa, durante un paseo por la orilla se avistaron al menos cinco ejemplares. "Poca gente en la playa", relata Maripuri, con solo surfistas en el agua.

A pesar de las prohibiciones, algunos turistas despistados intentan bañarse, provocando que los socorristas tengan que intervenir.

A lo largo de la orilla, algunos ciudadanos, en un acto de civismo, marcan con círculos en la arena a las carabelas que ven para evitar que otros las pisen. "De momento, sí", es la respuesta que reciben los bañistas que preguntan si el baño está cerrado en toda la playa.

Precauciones

Más allá de las recomendaciones generales, la precaución debe ser máxima para la población más vulnerable. Las personas mayores con problemas de salud preexistentes, como afecciones cardíacas o respiratorias, así como los niños pequeños, pueden experimentar reacciones más severas a la picadura.

Recomendaciones

  • Limpiar la zona con agua salada (nunca dulce).
  • Retirar con cuidado los restos de tentáculos, si los hubiera, utilizando guantes o pinzas.
  • Aplicar frío sobre la picadura para aliviar el dolor.
  • Acudir a un puesto de socorro para recibir atención médica si la reacción es grave.

En este sentido, la recomendación de permanecer fuera del agua no es solo una medida de seguridad, sino una necesidad para quienes no pueden prever o soportar las consecuencias de una picadura. También a la hora de tocar cualquier ejemplar que vean en la arena, por inofensivo que parezca, ya que los tentáculos pueden seguir activos incluso después de que la carabela haya muerto.