Aestas alturas de la Liga todo el mundo habla del famoso combustible. Las pretemporadas de los equipos arrancaron hace prácticamente diez meses. La energía escasea en las plantillas. Y hay escuadras que, en función de lo cargado de su calendario, llegan a la recta final algo más justas que otras. Las conversaciones y los debates se centran a menudo en cómo tiene el depósito de lleno (o de vacío) este o aquel conjunto. Pero nunca se especifica si ese mismo equipo necesita diésel o gasolina para poder desarrollar su fútbol. En lo que aquí nos ocupa, la Real Sociedad y su lucha por entrar en Europa, debemos tener en cuenta que Imanol y los suyos repostan con Sin Plomo 95, porque su motor así lo exige. Y toca también subrayar que, ahora mismo, cada litro les sale unos 20 céntimos más caro que a aquellos rivales configurados para alimentarse de Gasóleo A. Así están las cosas en las estaciones de servicio, igual que en la Primera División.
Sirva la metáfora para ilustrar que la Real es ahora mismo un equipo sumamente dependiente de su vigor. Quizás su exigentísima temporada demandaría, a estas alturas, planes de partido menos adscritos a los ritmos elevados y a las presiones altas. Sin embargo, los txuri-urdin se mantienen fieles a una idea que les ha traído hasta aquí y que, al fin y al cabo, resulta la más acorde a las características de la plantilla. A mí no me parece mal, por mucho que los últimos resultados no hayan acompañado. Dicho esto, tampoco deben doler prendas en reconocer que el recorrido txuri-urdin durante estos encuentros recientes ha descrito una trayectoria descendente a lo largo de los mismos, siempre de más a menos, porque los vatios realistas en el minuto 10 nunca serán los mismos que en el 70. Sí, ahí están los cambios para refrescar al equipo, pero tengo la sensación de que Imanol se enfrenta desde el banquillo, jornada tras jornada, a un repetido dilema: por las características y perfiles de sus suplentes, renovar la primera línea de presión no tiene por qué significarle apretar más y mejor. Se trata de un problema.
El partido del viernes en Anoeta vino a significar un perfecto retrato de los realistas en este sentido, sirviendo de ejemplo los dos goles marcados: uno por Arda Guler (concedido) y otro por Kubo (anulado). Anotó el turco en una de las primeras acciones de bloque bajo que tuvieron que ejecutar los txuri-urdin. ¡En el minuto 29! Y pareció empatar el japonés gracias a un robo alto de Barrenetxea muy similar a otros que se habían logrado previamente, dentro de una actuación defensiva brillante y muy meritoria de los nuestros. No se conseguirían luego tantas recuperaciones... Lógico. Está cara la gasolina.