Insistió el entrenador de la Real Sociedad, en la víspera de recibir al Mallorca, a la hora de quitar al adversario la etiqueta de equipo defensivo. Apenas 24 horas después, los baleares y Javier Aguirre le dieron la razón, ejecutando en Anoeta una propuesta más agresiva y valiente que la de los dos recientes enfrentamientos en Son Moix. El conjunto bermellón supo sufrir y completó, cuando le tocó hacerlo, un sobresaliente trabajo de contención. Resultó igualmente obvio que los visitantes quisieron hacer largo el partido, tomándose su tiempo para reanudar el juego tras cualquier tipo de interrupción. Pero, al margen de todo ello, apostaron también por soltarse y exponerse bastante más de lo que lo habían hecho en Palma, tanto en Liga como en Copa del Rey. Todo varió, básicamente, mediante la identidad y la demarcación del futbolista escogido para tapar a Zubimendi: ya no lo hizo un delantero, sino un centrocampista. Muy significativo.
Sí. En contra de lo que se podía presuponer, jugándose el partido en Anoeta, Aguirre envió a sus dos puntas a apretar a Zubeldia y a Le Normand: dos contra dos. Así sucedió en las fases de presión alta, lógicamente. Pero así se dio también cuando el conjunto balear tuvo que esperar en bloque medio-bajo. Incluso en estas últimas circunstancias, Samu Costa, cuyo trabajo resultó espectacular, ganaba metros para emparejarse con el pivote donostiarra, movimiento que en muchas acciones del duelo deparaba un tres para tres de los centrales bermellones con los atacantes txuri-urdin, también en momentos de repliegue forastero. Insistieron de inicio los de Imanol en avanzar por fuera, la vía a priori más sencilla para ganar metros... Pero el nuevo panorama favorecía la generación de pasillos interiores, al quedar Valjent y Copete más obligados a perseguir. Por ahí pudo empezar a ganarse el encuentro, al internarse Zubimendi por el carril del 8. El penalti resultante, sin embargo, lo detuvo Greif.
¿Y después qué? Imanol tuvo que elegir entre seguir explorando el mencionado espacio con incursiones desde segunda línea o intentar aprovechar ese mano a mano en el que el corpulento Raíllo quedaba con el delantero centro txuri-urdin. Se demostró que el defensa visitante vivió más cómodo con la referencia de André que con la veloz amenaza de Becker, cuyo ingreso (y el posterior de Oyarzabal) intimidaron en mayor medida a los visitantes... No pintaba del todo mal la segunda mitad durante sus primeros minutos, pero ese 0-1 en acción muy puntual, unido al fallo previo de Brais desde los once metros, lo puso todo demasiado cuesta arriba. Intentó subirla la Real, que llegó a escalar unos cuantos metros para caer al final de la forma más dolorosa posible.