La prensa bilbaina se mostró muy sorprendida por las declaraciones de Imanol Alguacil al afirmar que el derbi se había decidido por “pequeños detalles” que en la primera vuelta “caían de su lado”. No parece una explicación lo suficientemente contundente para explicar el bajón y la pérdida de fiabilidad que ha sufrido el equipo en esta segunda vuelta. Lo que en un principio parecía un pequeño bache en el tramo amable del calendario frente a rivales de la parte baja de la tabla, cuando en teoría era momento propicio para hacer acopio de puntos en espera de la llegada de vacas flacas, se ha convertido en una crisis que ha provocado la pérdida del colchón, la eliminación en Europa sin marcarle un gol a la Roma y la última derrota frente al Athletic, con todo lo que eso conlleva.
Los números no engañan. La Real acabó la primera vuelta tercera con 39 puntos, una calificación sobresaliente que le permitió asentarse en la tercera plaza, cinco puntos por encima del Atlético y ocho del Villarreal y del Betis. Diez jornadas después, los madrileños les han pasado a toda velocidad y se encuentran nueve puntos por encima tras su último triunfo ante el Getafe, los verdiblancos se encuentran a tres puntos y los amarillos, a cuatro. Por poner un ejemplo, la Real sumó 19 puntos en la jornada 9 de la primera vuelta y estaba empatada con el Betis en la cuarta plaza.
A falta de nueve fechas del calendario, el equipo txuri-urdin continúa en una situación privilegiada, pero su convincente victoria ante el Getafe no pueden ser las ramas que no nos dejen ver el bosque. Los de Imanol solo han ganado tres de sus últimos catorce encuentros: el citado ante los getafenses, el 2-0 contra el Elche, que está hundido en la tabla, y en Cornellà, en su única victoria a domicilio en la segunda vuelta. Por si fuera poco, en el dato más dramático, se ha quedado sin ver puerta en nueve de los últimos catorce duelos, en la confirmación de que algo no funciona y que el principal problema del equipo es la falta de gol. Y el otro es el impresionante bajón que ha experimentado en los choques de fuera de casa. Todo cambió en la eliminatoria de Copa contra el Barcelona después de que los donostiarras acumularan un tramo con siete triunfos seguidos lejos de Anoeta. Asimismo, el calendario no es demasiado halagüeño para la recuperación, ya que las salidas que le quedan son de aúpa: Villamarín, El Sadar, Camp Nou y el Metropolitano.
Una vez más, cuando ha recuperado a casi todos sus efectivos, Imanol no gestiona de la misma forma que en una situación de emergencia cuando no ha tenido más remedio que recurrir a la cantera. Hay muchos jugadores que están lejos de su mejor nivel. Mikel Merino, un futbolista clave en este equipo, continúa lejos de su mejor versión a pesar de que contra el Getafe estuvo a buena altura. Sorloth lleva sin ver puerta desde el 13 de febrero, cuando empujó a la red un gran centro de Oyarzabal. El eibartarra todavía continúa lejos de su mejor versión, aunque solo la recuperará si le dan continuidad y el doctor Mikel Sánchez le ha dejado claro que hasta que no pasen dos años no se va a sentir bien del todo. A Brais se le está haciendo muy larga la temporada, pero su nivel en la primera vuelta tampoco era normal. No ve puerta desde el partido de Nochevieja ante Osasuna. Martín Zubimendi, al que los rivales ya le ponen hasta marcajes individuales como Valverde con Sancet, hace tiempo que no es el de la primera vuelta. Y a Carlos le seguimos esperando una vez más... A esto hay que sumar que los laterales han sido este curso con diferencia el punto flaco del equipo, mientras que los centrales siguen ofreciendo plenas garantías, al igual que Kubo, el mejor fichaje de la temporada de largo.
Al técnico siempre se le ha echado en cara que no gestiona bien los minutos y al final de la plantilla una mitad está muy cansada y otra desconectada. Quizá haya llegado la hora de jugadores frescos como Barrenetxea o Cho. Lo que está claro es que algo tiene que cambiar.