La Real cayó eliminada después de ser incapaz de marcarle un gol a la Roma. Los madridistas que conocen bien a Mourinho no dudaban en aventurar en las horas previas que el equipo realista no tenía la más mínima opción y que el resultado de la vuelta iba a ser probablemente 0-0. Dieron en el clavo. Con el planteamiento más rácano que se recuerda, más propio del colista de la Liga que viene a jugarse la vida en las últimas jornadas del campeonato, el conjunto romano certificó su clasificación sin pasar excesivos apuros. Así es y será la doctrina Mourinho. Ganar por encima de todas las cosas. Lo que no se explica muy bien es cómo los 2.000 aficionados de su equipo se recorren media Europa para ver a unos futbolistas de bastante nivel actuar como si estuvieran en el teatro, perdiendo tiempo desde el minuto uno de forma descarada y fingiendo golpes importantes en cada salto o choque. Se acepta la eliminación y se asume con resignación, pero que les aproveche ese fútbol. Nos recordó un poco a la crítica de Kloop al Atlético de Simeone: “Si yo tuviera jugadores de esa calidad no jugaría jamás así”. Pero bueno, para los italianos y el técnico luso, el fin justifica siempre los medios. 

Lo que sí merece un capítulo aparte es el colegiado que eligió la UEFA para el encuentro de ayer. En la ida un suizo que no conoce nadie y que no pudo estar más casero y en la vuelta, claro está, para que no se enfade Mou, un rumano con prestigio que hasta la fecha solo había dirigido encuentros Champions. Lo comentábamos tras el 2-0 de Roma, el trencilla no influyó en el marcador, pero queríamos que nos arbitraran igual en el choque de Anoeta. Su actuación fue lamentable e infame. Permitió todo y más a los transalpinos, que le tomaron el pelo sin disimulo mientras su banquillo parecía un continuo sainete hasta con una caída del portugués para quejarse por una falta clara que no le pitaron a favor. Era en la prolongación y ya estaba todo decidido. Esta historia también la conocemos muy bien y nos cansa mucho, pero bueno, insistimos, la Real no está eliminada por este colegiado, que llegará lejos pitando lo que interesa a sus jefazos suizos mientras parezca un accidente. 

El equipo realista cayó de pie. Sus jugadores lo dieron todo y se vaciaron en pos de una noche histórica que al final se quedó muy lejos de producirse. Pero en el fondo se nos quedó la sensación de que tanto Imanol como sus propios pupilos fueron los que menos creyeron en la remontada. Una vez más, nos vino a la cabeza la frase que repitieron varios txuri-urdin al acabar la desagradable eliminación ante el Leipzig: “Si salimos como siempre a atacar, este equipo nos mete cinco”. Luego se vio que tampoco era para tanto. La Real sabía que tenía que jugar con el corazón caliente y la cabeza fría, pero para buscar goles lo que necesitaba era electricidad y desborde. Jugadores que hiciesen daño en el uno contra uno, porque enfrente iba a tener una auténtica roca casi infranqueable. Es por este motivo que no se puede entender que el técnico prescindiera de Kubo. El japonés es de largo el realista más en forma del último mes. El único que rompe líneas con el balón. Al final, la mayoría de los blanquiazules tenían muy buen pie y tocaban con acierto entre líneas, pero las bandas, que era donde más daño podían hacer, se quedaron para los dos laterales, que sabemos de sobra que son el talón de Aquiles de este equipo. A pesar de todo, en la segunda mitad los realistas generaron tres ocasiones claras de Sorloth, Oyarzabal y Zubeldia, pero siguen gafados de cara a puerta. Y así es imposible, no ya remontar, sino ganar partidos. 

Una cosa estaba muy clara; pocos iban a acertar la alineación. Imanol apostó más o menos por los esperados salvo en la delantera, donde no se contaba con la pareja Oyarzabal-Sorloth por la sencilla razón de que suponía sentar a Kubo, de largo el txuri-urdin más en forma del último mes. Además, venía de descansar en Mallorca, donde sólo jugó los diez últimos minutos del encuentro. La única explicación a la decisión del técnico es que planteaba un choque físico de trenes con la intención de desgastar y que luego fuesen sus soldados más desequilibrantes, Kubo y Cho, los que trataran de decantar la balanza en la segunda parte. Desde luego era un movimiento arriesgado y difícil de comprender, ya que para remontar ante un muro siempre bien ordenado y sin fisuras el equipo necesitaba al menos contar con una pieza capaz de encarar y de hacer daño en el uno contra uno. Era un duelo que exigía penetraciones por la banda y los dos laterales, aunque a día de hoy son titulares sin apenas discusión, no son precisamente de los que deciden o desnivelan encuentros con sus carreras. Sobre todo Gorosabel, que completó una primera parte horrible, aunque al menos se protegió y se fue sin ser amonestado como si lo hizo Rico en un salto a destiempo evitable. 

Salvo por los energúmenos de siempre, que volvieron a mancillar el escudo de la Real mientras siguen protegidos por el club, que prefiere mirar hacia otro lado en lugar de tomar medidas drásticas que demanda la gente de bien de la afición, la previa fue preciosa. Lo dijo Illarra en la misma zona mixta del Olímpico, “a la afición no le tengo que decir nada porque sé que van a estar a nuestro lado y no nos van a fallar”. El ambiente fue simplemente espectacular y justifica solo en el día de ayer la millonaria inversión que acometió el club para remodelar el estadio. A la grada no se le podía exigir más; hicieron todo lo posible y lo que estaba en su mano para llevar en volandas al equipo... Ahora era a los jugadores a los que les tocaba tratar de remontar el 2-0 que traía de ventaja la Roma

La agitación y el clima de euforia volvió a pasarle en cierto modo factura en los minutos iniciales. Cuando se esperaba una posible salida demasiado acelerada, fueron los italianos los que atacaron, primero, en una falta lanzada al segundo palo que salvó Gorosabel y en el primer córner cerrado que sacaron al ser plenamente conscientes de que el portero de la Real no dominaba el área. 

Al cuarto de hora, un disparo de Dybala en jugada ensayada lo desvió Sorloth y el balón salió lamiendo el palo en una jugada afortunada parecida al despeje fallido de Smalling en la ida. El primer disparo de la Real llegó a la media hora en una acción entre Silva, Oyarzabal y Brais, cuyo chut atrapó Rui Patrício. El canario, el mejor de largo, volvió a hacer otra buena jugada después, antes de que el 10 asistiera a Merino, cuyo zurdazo le salió demasiado centrado. En el descuento, Smalling marcó en un saque de esquina igual de horriblemente defendido que el del segundo gol en el Olímpico con Remiro casi metido en la portería, pero el VAR confirmó que había rematado con la mano. 

En la reanudación la Real intensificó su dominio ante una Roma que le concedió muchos metros y que defendía con bastante comodidad al borde de su área. Brais le puso un balón de oro que Sorloth remató mal. La jugada clave llegó en el minuto 67, en un córner botado por el gallego que Oyarzabal no logró convertir en gol en dos remates a bocajarro. El primero lo detuvo el meta luso y el segundo lo escupió el larguero. La última gran ocasión local llegó en otro servicio del de Mos, que Zubeldia cabeceó fuera con todo a su favor a dos metros de la portería. Así es imposible, no hay más. Algunos ilusos y osados incluso defendían que el partido estaba donde quería Imanol, pero cuando dio entrada a Kubo sus compañeros estaban cansados y los italianos crecidos. Lo mismo que con Cho, que no pudo romper a nadie. 

Nada es casualidad. A la Real le falta un gen competitivo, lo que le impide remontar eliminatorias. Y que nadie piense que en Atocha hubiese sido distinto, porque pocas veces se ha vivido un ambiente tan colosal como el de ayer en el nuevo Anoeta. Los realistas no superan una eliminatoria europea sin que sea previa desde 1998. Con eso queda todo dicho. Ahora es cuando hay que decir que todavía les quedan grandes y no en mitad del envite. Porque, entre otras cosas, no parece que esta Roma vaya a ganar esta Europa League por mucho que haya sabido domar y anular a la Real de Imanol. Una pena. Esta vez la agonía fue insufrible. Agur, Europa.

53

Las mejores imágenes del Real Sociedad-AS Roma Ruben Plaza